Ahora el que llora eres tú

Capítulo 12: Ahora el que llora eres tú

Naia le miraba fijamente a Adrián. Este estaba cabizbajo y totalmente callado.
- ¿Estás bien?, preguntó Naia.
- No...sabía que tu pasado había sido así. Soy yo el culpable por no haberte defendido esta mañana, susurró.
Naia agachó la cabeza y vió dos puntos oscuros en el suelo, sobre los cuales, cayeron dos gotas.
-Adrián, ¿estás...llorando?
-Lo siento...dijo sin levantar la cabeza y secándose las lágrimas.
-La que tendría que llorar soy yo, pero si ahora eres tú el que llora...es que de verdad te pones en mi lugar.
-Claro. Eso hacen los amigos, Naia. Te pido que vuelvas, dijo mirándola a los ojos.
-Está bien. Naia vuelve, dijo sonriendo.
Los dos amigos se levantaros y se fueron hacia su casa. En el camino que los separaba, se detuvieron.
-Bueno, no me vuelvas a dar estos sustos, dijo Adrián.
-Descuida. He aprendido la lección. Ahora me toca bronca en casa.
Adrián se rió y la cogió de la mano. Esta se puso roja, pero no se apartó.
-Buenas noches. Quedamos aquí mañana.
Naia asintió. Su corazón latía a mil por hora. Por un momento, creía qu iba a pasar. Sus cabeza se acercaron. Ambos tenían los ojos cerrados. Lo único que pasó fue que juntaron su frentes y se quedaron así unos instantes. Pero Naia no quería decepcionar a Adrián. No quería que pasara vergüenza y ya no la hablara más. Bastante la había liado ya. Entonces, se separó de él con ternura y con los ojos brillantes le dijo:
-Buenas noches.
Se giró y se fue hacia su casa nerviosa pero con una tímida sonrisa. Adrián reaccionó. Se puso una mano en la cabeza y rió en bajo. Después, se fue pensativo.
Naia abrió la puerta. Pasó y se quedó seria mirando a la mujer que tenía en frente. Su madre la miró y en un instante, rompió a llorar. Las dos ae abrazaron y empezaron a hablar de madre a hija durante la hora de la cena. Por fin Naia había vuelto. Y esta vez con fuerzas para coger sus riendas y guiarse por buen camino. Ahora no le iba a importan lo que le dijeran sus compañeras. Se juntaría con Adrián y Cristina y sería un grupo de tres mejores amigos. Publicaría el libro en un par de días y estaba segura de que iba a tener éxito. Esa noche durmió por fin agusto. Soñó optimista y esperanzadamente. Tenía muchas ganas de recrear su vida.