Capítulo 10: Gritos silenciosos

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Esa tarde, Adrián decidió visitar a Naia y disculparse por lo que pasó por la mañana. Llegó a su portal. Adrián sonrió al ver aquel chalét con un bonito jardín lleno de distintos tipos de plantas. Llamó a la puerta y esperó unos instantes. Pero no le abrió nadie. Entonces, llamó al timbre. Escuchó unos pasos lentos que iban hacia y la puerta y esta se abrió. Era su madre.
-Hola, Adrián, dijo con la voz ronca.
-Buenas tardes. Em...¿se encuentra bien?, preguntó al verla con los ojos rojos.
-Sí...no te preocupes. ¿A qué has venido, cielo?
-Quería hablar con Naia. ¿Está?
La mujer suspiró y negó con la cabeza.
-No está...creo que se ha escapado de casa.
-¿Qué? ¿Cómo que se ha escapado?
-Sí. Es que ha dejado esta nota, dijo enseñándole una hoja escrita. Adrián la cogió la empezó a leer.
"Hola, mamá. Hoy no me esperes porque no voy a ir a comer, ni a cenar, ni a dormir...me voy. No lo soporto más. Y tampoco volveré al colegio. Lo siento mucho pero estoy harta. He guardado mis dolores por demasiado tiempo, pero ya he llegado al límite. Adiós. Te quiero mucho. Naia"
Adrián miró a la mujer. Estaba hundida por completo.
-¿Por qué dice todo eso?, preguntó con un hilo de voz.
-Naia es una buena estudiante y un encanto de niña. Pero es muy tímida y distinta a los demás. Sus compañeros se burlan de ella y siempre trata de ignorarlo o de ocultarlo. Pero yo lo siento. Al ser su madre sé que mi hija grita en silencio. Todos esos comentarios la hieren. Pero es tan optimista que se lo guarda. Hasta ahora...¡Pero quiero que vuelva! Primero mi marido y luego mi hija se marcha. La necesito a mi lado.
Adrián estaba a punto de llorar.
-Por favor...busca a mi hija. Tráela de vuelta, Adrián. Seguro que la convences. Por favor, dijo cogiéndole de las manos.
Adrián se puso serio. Sonrió a la mujer y dijo:
-Lo haré. Se lo prometo.
-Gracias, Adrián, gracias.
-De nada.
Adrián se fue rápidamente. Tenía que encontrar a Naia enseguida. Todos la necesitaban. Su madre, su padre, su amiga Cristina y, por supuesto, él, Adrián.

Ahora el que llora eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora