Capituló 3

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Hubo un golpe en la puerta a primera hora de la mañana siguiente. Hermione ya estaba despierta pero seguía en la cama, recordando felizmente su interludio con Draco. Ginny había llegado mucho más tarde y gimió ante el golpe, luego enterró su cabeza bajo la almohada. Hermione tomó una bata y abrió la puerta.

Una de las camareras estaba allí, sonriendo, con un arreglo floral. Había una tarjeta entre las flores, con el nombre de Hermione escrito en el frente en esa letra masculina familiar. El corazón le dio un vuelco, pero sonrió y agarró una propina para la camarera, luego se apoyó en la puerta con las flores agarradas. Eran hermosas, de una docena de tonos amarillos y rosas, y muy fragantes. Ni siquiera sabía el nombre de todas las flores, eran tan exóticas.

—¿Qué es eso? —exigió Ginny, mirando desde debajo de su almohada.

—Alguien me envió flores.

—¡Qué dices! —Ginny se sentó entonces, la sorpresa y curiosidad despertándola—. ¿Quién?

—No sé. —Hermione estaba bastante segura que lo sabía, pero no se lo iba a confiar a Ginny. Abrió la carta y leyó el contenido. 

La última cabaña de la playa a la derecha.
Ve allí sola al mediodía.
Trae tu máscara. 

Hermione se quedó sin aliento.

—¿Y bien? —preguntó Ginny.

—No está firmada —admitió Hermione, que era verdad.

Ginny volvió a caer en su cama, enterrándose a sí misma bajo la almohada de nuevo.

—Por lo tanto, tienes un admirador secreto. Bien por ti.

—¿Celosa? —bromeó Hermione y Ginny se echó a reír.

—No. No me gustan los secretos con los admiradores. Chicos, que sean completamente abiertos, y me den más. Oye, ¿podrías poner el cartel de “No Molestar” en la puerta cuando salgas? Tengo una resaca infernal y podría morder a cualquier camarera que me despierte.

Hermione estuvo de acuerdo y así lo hizo. Sacó su bolso de mano para la playa, sabiendo que llegaría a esa cabaña temprano. Se duchó y recogió su cabello en una coleta, luego se puso su biquini.

Cuando regresó a la habitación, Ginny parecía estar otra vez profundamente dormida. Se movió en silencio para no molestarla. Ató un pareo alrededor de sus caderas, agarró el protector solar, agua y un libro, para entonces bajar a desayunar.

Quería bailar de anticipación.

El medio día no podía llegar lo suficientemente rápido.

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Draco llegó temprano al buffet del desayuno, en parte porque había estado despierto más de media noche pensando en Hermione y por otra parte ya que estaba dispuesto a verla de nuevo.

Para su sorpresa, él no fue el primero de su grupo en ir a desayunar. Theo y sus amigos estaban allí, viéndose agotados pero exultantes.

—Entonces, ¿anotaste? —preguntó Blaise al ver a Draco.

—¿Yo? No. Pensé que sólo estaba contribuyendo a tus ganancias al unirme a la apuesta.

—Estuve cerca —insistió Blaise, levantando un dedo y el pulgar— Pero fue más lista que yo.

—Algo no muy difícil teniendo en cuenta que llevabas diez cervezas —dijo Vincent en voz baja.

Draco se abstuvo de decir que no habría sido demasiado difícil de hacer cuando Blaise estaba sobrio. El tipo no era la luz más brillante.

The Best Man (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora