Capitulo 1: El Orfanato.

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Termino de hacer mi cama justo cuando suena la alarma, siempre despierto mucho antes de que suene. Desde hace casi cuatro años es parte de mi ruina: despertar muy temprano, darme una ducha, cambiar mi viejo pijama de canguros por mi impecable uniforme azul, hacer mi cama y esperar por la alarma para ir al comedor a desayunar.

Había adquirido esa ruina al mudarme al sector de las señorías, poco tiempo antes de cumplir los doce años, tras la primera llegada de Andrés a mi vida, después de que la hermana Lucia lo confirmo, deje mi vieja habitación en el sector de las niñas y me mude al sector de las señoritas. Desde entonces entré en lo que todos aquí llamamos "la etapa de la resignación", una etapa donde ya no tenías ninguna, ni la más mínima, posibilidad de ser adoptada, de ser parte de una familia y tenías que resignarte a estar sola por tu cuenta siempre.

Con solo doce años, comencé a planear mi futuro, quemé mis pestañas desde entones para tener las mejores calificaciones, para luego conseguir una muy buena beca universitaria. Tomé todas las clases de optativas que pude, fui a todos los talleres que había en el orfanato y en el colegio.

Aun me faltaban más de dos años para cumplir la mayoría de edad, en ese momento tendría que abandonar mi hogar en el orfanato, por lo cual en ese año, en el siguiente y en parte del siguiente a ese tendría que conseguir un trabajo de medio tiempo para comenzar a ahorrar de verdad.

Porque claro, en el orfanato teníamos nuestros propios ingresos del gobierno, de nuestros pequeños trabajos en los talleres y al momento de salir contaría con el dinero que las hermanitas siempre regalaban, todo esos fondos, debían de servirme al menos en el primer año, también en el segundo si conseguía una beca completa.

-Buenos días- el saludo de Alexia, mi mejor amiga desde que tengo memoria, me saca de mis pensamientos sobre el futuro y me regresan al presente.

-¡buenos días alegrías!- exclame de muy buen humor.

- tu efusividad mañanera me pone de mal humor- respondió antes de voltear y esconder su cabeza debajo de la almohada, se podía apreciar su castaño cabellos despeinarse aún más por la presión.

Alexia es, fue y será siempre perezosa por las mañanas.

-Arriba, hoy es un gran día- quite sus sabanas de su cuerpo y le lancé una toalla.

Lex se levantó con los ojos cerrados, refunfuñando en dirección al baño, sabiéndose el camino de memoria, llego sin mayores problemas con los ojos cerrados.

-¿Por qué esta tan alegre?- escuche que le preguntaba Marina, nuestra amiga del cuarto vecino con quien también compartíamos el baño.

En el orfanato teníamos la grandiosa suerte de poder elegir con quien compartíamos la habitación, pero no elegíamos con quien compartir el baño, gracias a la suerte lo compartíamos con nuestras mejores amigas. Nuestro orfanato era un gran lugar, no era como esos lugares de las películas donde todos los niños dormían en una sola habitación gigante. Aunque si convivíamos en un sector por etapa y sexo: las niñas tenían su propio sector de habitaciones, los niños el suyo, los jóvenes, las hermanitas y las señoritas, justo en ese orden. Las niñas se mudaban desde el sector de infantes al de las adolescentes al llegar a la pubertad y los niños al ingresar al colegio secundario. La regla más importante que teníamos era no ir, después de media noche, al sector de los jóvenes, pero claro las hermanita a veces ni se enteraban cuando sucedía.

Como dije no era malo vivir aquí.

-Creo que su periodo ya acabo- pude escuchar la risa escandalosa de Sophie, la compañera de cuarto de Marina, que provoco aquel comentario de Lex.

Termine de hacer su cama justo a tiempo para ver como salía en ropa interior del baño, con sus pantuflas de conejitos y una toalla en su cabezota.

Forever Young.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora