Despertó a mitad de la noche bañado en sudor, volvía a tener el mismo sueño, otra vez soñaba con ese maldito día (tal parece que me seguirá hasta el fin de mis días). Al incorporarse en la cama algo se sentía raro, recordaba haber tenido una cálida figura a su lado, pero eso fue hace ya mucho tiempo. Un cumulo de sentimientos se agolpo en su garganta, sentía que lo asfixiaban y le causaban nauseas a la vez. Salió corriendo al baño, después de un tiempo incorporado en la taza el malestar empezó a pasar, se levantó del piso y se enjuago la cara en el lavabo, al voltear al espejo pudo observar los restos de sí mismo. Se veía viejo y demacrado, y el tiempo no había hecho sino empeorarlo. Su descuido tanto en su vida como en su imagen le habían costado su familia, su ya fracturado matrimonio, su empleo y sus de por si escasos amigos.
Sin ganas se metió a bañar, se afeito y se arregló lo mejor que pudo, después de todo hoy era un día importante. Bajo a la cocina y mientras se preparaba el café encendió el televisor con volumen bajo, en las noticias se pronosticaban lluvias toda la semana (combina con mi humor). Volteo a la contestadora y se percató de que tenía un mensaje si escuchar. Mientras encendía un cigarrillo (la primera vez que fumo en casa) reprodujo el mensaje:
‒ Solo llamo para decirte que no te quiero ver cuando yo esté ahí, puedes ir después de las 2 ‒ ordeno tajantemente una voz femenina, su tono tenia matices de odio y rencor.
Sonrió levemente con suma ironía (Y pensar que es el amor de mi vida), esta clase de eventos suelen cambiar drásticamente a la gente. Volvió rumbo a la cocina a terminarse su café y el cigarro. Al terminar tomo las llaves del coche y salió de la casa. Tal como decían los pronósticos, hoy era un día lluvioso, aunado a una densa neblina (hoy es un buen día).
Subió al carro y fijo su rumbo a la ciudad, tenía un pendiente antes de su cita principal. Llego a su primer destino en 15 minutos, no había mucho tráfico, se estaciono frente al establecimiento y entro.
‒ Buenos días, ¿En qué puedo ayudarlo? ‒ dijo la dependienta del negocio.
‒ Necesito una docena de girasoles, por favor ‒
‒ Claro señor, en un momento los tendrá ‒ dijo mientras salía del mostrador a buscar las flores. Mientras esperaba se quedó contemplando el caer de la lluvia muy pensativo (a ella le hubiera encantado este clima). La chica volvió al poco tiempo con la docena de girasoles.
‒ Aquí está su pedido ‒ dijo mientras envolvía el tallo de las flores en papel ‒ Disculpe la pregunta, pero ¿Para quién son las flores? ‒.
‒Son para mi hija‒
‒ Estoy segura de que le encantaran ‒ dijo con una sonrisa sincera ‒ en un día como este alegran cualquier lugar ‒
‒ Son sus favoritas ‒
‒ Tiene suerte de tener un padre tan atento ‒ aquellas palabras se clavaron en su pecho como agujas, e hizo un estupendo trabajo en ocultarlo mientras le entregaban las flores.
‒ Muchas gracias‒
‒ A usted, vuelva pronto ‒ Dijo la chica mientras salía de la tienda (dudo volver).
Volvió a subir al auto y manejo rumbo a la carretera, era hora de su última visita. Esta vez le tomo 30 minutos realizar su trayecto. Cuando llego, salió del carro lentamente con el ramo de flores en la mano. Cruzo la reja y siguió el camino de piedra hasta el lugar de la cita. Cuando por fin llego al lugar se encontró frente al producto de sus pesadillas. Frente a él se encontraba una lápida, que tenía la siguiente leyenda:
Ximena Marcos
2010_ 2015
Amada hija
"Ahora es un tierno angelito que cuida a sus padres"
El volver a ese lugar fue demasiado para él. Sus nervios colapsaron a la par que sus piernas y cayo llorando sobre su tumba. Durante 15 minutos no paro de llorar. Por fin cuando recupero un poco el control sobre sí mismo, se enjuago las lágrimas y se arrodillo.
‒ Te extraño demasiado amor. Nos haces mucha falta a tu mami y a mí ‒ su voz se quebraba como ramas secas ‒ pero no te preocupes, en poco tiempo estaré a tu lado ‒ dijo el, el tono de voz dentaba consuelo y cariño a la vez. Acomodo las flores en torno a la lápida, se levantó lentamente y se sacudió el lodo del traje. Pensó un rato si llevarse un girasol o no, al final decidió por llevárselo.
Lento pero seguro empezó a caminar rumbo a la salida. En su rostro no había ni un atisbo de duda, la determinación marcaba cada paso que daba.
‒ Espera un momento cariño ‒ dijo más para sí, en su voz se sentía la vitalidad que había perdido hace tiempo ‒ En un momento estaré acompañándote ‒
Salió del cementerio, cruzo el estacionamiento y se quedó parado, sosteniendo firmemente el girasol. Espero hasta que pudo divisar tras la densa neblina los faros de un camión de carga y supo lo que venía. Inhalo profundamente mientras cerraba los ojos (allá voy, Ximena). Su alma descanso antes de exhalar, antes de que el camión impactara. En ese momento dejo de llover, un cálido rayo de luz llego a su cara. Por fin estaba en paz.
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De odio, amor y otros vicios
Short Storypequeña recopilación de cuentos de toda clase.