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"Maldigo anormal", caminando en frente de la casa de su dichoso compañero de estudio, el alto moreno entendía bastante de la actitud ajena. Cualquiera que viviese en una casa como esa, por supuesto que se gastaría con sorna de lo bien que la vida le había tratado. Aunque si era sincero, él prefería mil veces venir de una familia humilde que ser un adinerado con carácter inefable y personalidad de plasta.

Tras pasar unos minutos, decidió que era inútil seguir esperando ahí y tramitando más lo obvio. Se acercó al timbre y tocó, diciéndole a la voz que le había atendido que era un compañero de universidad de KiSeop. El portón se abrió de inmediato, Jae había pensado incluso que estaban observándolo en todo momento, pero aquello era una realidad por supuesto. Caminó con rechazo los metros hasta la entrada de la gran casa, llegando a la puerta y siendo recibido por un mayordomo de edad avanzada. El hombre le sonrió y saludó con respeto, haciendo una venia para devolverle el amable gesto.

— ¿Quién diría que eres puntual? —Sentenció el pelirrojo desde el pie de la escalera.— Desde acá yo me encargo, Jung, puede ir a descansar. Kim, sube conmigo.

En silencio, con una postura incómoda y ganas conscientes de salir de ese lugar a toda pastilla, el menor hizo caso aunque a regañadientes. Lo que menos le apetecía era estar a solas con ese "rarito", pero tampoco tenía de otra. A medida que los pasos de ambos se suponían por el pasillo de la planta alta, notó que KiSeop parecía un poco enfermo. ¿Quizá había pescado un resfrío? Se molestó consigo mismo al entender que estaba preocupándose por un tipo que ni en sus mejores días le agradaría. Aún tenía el trauma fresco en su memoria y estar cerca suyo, sólo incrementaba el mismo.

— Qué callado estás, ¿te comieron la lengua los ratones? —Preguntó el contrario.

— No, sólo quiero acabar esto rápido. Tengo compromisos más tarde. —Apuntó con sequedad, entrando en el cuarto que el mayor había abierto.

Grande, espacioso. Lleno de figuras de anime y de videojuegos. Con un sofá frente al televisor de pantalla plana y conectado a los tipos de consolas de última generación, el mayor era asquerosamente pudiente.

— ¿Quieres comer algo? —Dijo el otro, sacándolo de sus pensamientos.

— No, he traído algo para mí.

— Muy bien, entonces hagamos pronto ese trabajo, no quiero que perdamos el tiempo.

Rodando los ojos, JaeSeop asintió descolgándose la mochila y dejándola sobre el diván para sacar sus anotaciones. Eran impecables. Buscó en su libreta lo que ponía expresamente el trabajo y puso mala cara al recordar de qué trataba. De por sí el mayor le causaba repulsión, ahora tendría que desnudarse en frente y a su vez, contemplar la falta de ropa en él, el viejo y sus malditas ideas.

— ¿Dónde puedo dejar mi ropa? —Soltó mirando la habitación impecable, sintiéndose fuera de lugar.

— Te diría que en el tacho de la basura, pero eso me haría ver maleducado. Ponla sobre esa silla, verificaré primero la posición de tu columna y las articulaciones, luego puedes hacerlo tú, o si prefieres hacerlo antes. Sólo o vayas a actuar cono troglodita y vuelvas a llamarme maricón, ni qué decir golpearme. —Su tono era de regodeo, dejó el computador en la mesa del café, empezando a desatar su camisa y dejando a descubierto un cuerpo delgado, pero trabajado.

En el instante que su piel clara entró de vistazo en los ojos del gato, este deseó de forma impredecible que el momento de tocar al chico llegase. Debería haberse dado un golpe, si Eli hubiera estado ahí le habría pedido un golpe para atinar a que su mente no pensara estupideces, ¿sería que la homosexualidad era contagiosa?

Él también se quitó el suéter, y seguido la camiseta de Gun's n' Roses que ocupaba, quedó a torso descubierto sintiéndose avergonzado por lo mal traer que lucía en comparación con el otro. Él no era lampiño como KiSeop, bajo su ombligo un camino de vellos se perdían bajo el borde de su pantalón, al parecer KiSeop también había reparado en eso porque lo veía con un poco de fastidio.

— Comencemos. —Anunció el gato, acercándose al chico para permitir que revisase su columna y así concluyera una parte de la tarea.

Sus gélidos dedos, hicieron que un escalofríos recorriese su espalda completa. Sus manos eran suaves, sus tactos diferentes... Era primera vez que un hombre le tocaba, aunque también era primera vez que otra persona además de su madre y el doctor al que iba cuando niño, tocaba su cuerpo. En ese momento, se odió. Pese a que solo eran toques de chequeo, le estaban agradando más de la cuenta.

Inside of Me [Oneshot - 2Seop]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora