Capítulo 1

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La luz del sol se colaba entre las hojas de los árboles del gran bosque, la fina hierba se agitaba suavemente bajo la brisa de la tarde y el olor a lluvia impregnaba el aire. ChanYeol se movía despacio, pendiente de ese olor que llevaba una semana invadiendo su territorio.

Desde hacía exactamente siete días, había un intruso que se colaba en el territorio de la manada de EXODUS, cosa que ChanYeol dejaría pasar pacíficamente con solo una advertencia, si no fuera porque este invasor se estaba aprovechando de su tierra, cazando sus presas.

El Alfa ya se habría librado del problema nada más haberlo localizado, pero aquel lobo estaba siendo muy listo, camuflando adecuadamente su olor para que seguirle el rastro fuera difícil. Además, si por algún golpe de suerte conseguían seguirle la pista, el suave olor siempre acababa desapareciendo unos metros más allá de los límites de su territorio.

ChanYeol sabía que aquel lobo se estaba aprovechando de la primavera, la estación de las lluvias, para que fuera casi imposible dar con él. Al principio, el Alfa había mandado a unos cuantos de sus lobos para que se hicieran cargo del problema. Sin embargo, a medida que pasaban los días y algunos animales iban desapareciendo, ChanYeol decidió unirse a la busca y captura de aquel atrevido.

La manada de ChanYeol era muy conocida en toda Corea, su territorio probablemente fuera el más grande de todos, extendiéndose varios kilómetros por el gran bosque, abarcando las mejores zonas de caza y de refugio. Era difícil controlar una extensión tan amplia, pero su manada también era de las más grandes y no solo eso, también tenía la reputación de ser bastante peligrosa y violenta si no se cumplían sus normas.

De ese modo, el Alfa no podía permitir que un pequeño y temerario lobo se adentrara en su territorio, cazara sus animales y no recibiera castigo alguno. No obstante, hacía dos días que se había unido a la búsqueda y el gran Alfa había resultado tan inútil como los demás. El olor simplemente se desvanecía al llegar al pequeño río que había en los límites de sus tierras. Aquello no hacía más que enfurecer al gran lobo, que no veía el momento de cerrar su mandíbula alrededor del cuello de ese chucho y darle su merecido.

Por el rabillo del ojo vio como un lobo castaño claro con las orejas y parte de las patas más oscuras, llegaba corriendo a su lado sin casi hacer ruido. ChanYeol esperó a que le diera las noticias, a sabiendas de que no le iban a gustar.

"Hemos perdido el rastro... otra vez, Alfa".

El lobo negro, con dos franjas de un granate oscuro que se extendían desde el final de las orejas hasta llegar casi a la cola y que se camuflaban con el resto del pelaje si no había suficiente iluminación, se quedó en silencio. Su hocico se movió intentando retener aquella pequeña pizca de aquel aroma, que era demasiado parecido al de la hierba mojada, para poder seguir avanzando. Sin embargo, un par de metros más adelante no pudo encontrarlo más.

ChanYeol se tragó un gruñido violento que amenazaba con salir de su garganta y se volvió a su segundo al mando, cabeceando con firmeza y dando a entender que habían acabado la búsqueda por hoy. Una vez en la base pensaría un buen plan para cazar a aquel mequetrefe.

No obstante, justo cuando dio un paso para dar la vuelta y volver, un cambio en la brisa trajo consigo un pequeño perfume que se coló lentamente en su hocico y provocó que la sangre de ChanYeol se agitara. Se volvió con brusquedad, sintiendo su corazón latir más rápido de lo normal y la alarmante necesidad de encontrar el propietario de aquel aroma tan exquisito que lo estaba volviendo loco.

Empezó trotando, para luego echarse a correr siguiendo aquella fragancia, pero la decepción fue enorme cuando la perdió al llegar al río. Esta vez sí que gruñó, bajo y gutural, incluso aulló. Ahora no solo tenía que encontrar al ladronzuelo de presas, sino también al dueño de ese olor.

El eco de tu corazón [ChanBaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora