Capítulo VI - Forasteros en la ciudad

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Me sequé las lágrimas mientras caminaba a casa. La frustración por no comprender absolutamente nada de lo que había sucedido sumada al terror que había pasado me habían desbordado y la única forma en la que mi cuerpo había podido exteriorizarlo había sido a través de las lágrimas.

Ya había empezado a anochecer y las farolas alumbraban mi camino por la calle vacía. Esos dos chiflados habían dicho un montón de cosas sin sentido, pero lo que más me había llamado la atención era que habían hablado de un cadáver y dos desaparecidos. Aunque después hubiesen hablado de tres muertos, no quería pensar en eso. Amy era uno de esos desaparecidos y a pesar de que yo misma había barajado la teoría de que pudiese estar muerta no quería planteármelo seriamente. Mi duda era, ¿quién era el otro desaparecido? No había oído nada de más desaparecidos y noticias como esa vuelan como la pólvora en pueblos pequeños como Silverfalls. Pero quizá la pregunta que más me asustaba era la de quién era el muerto del que habían hablado. Porque no había habido ninguna noticia de muertos ni desapariciones ni antes ni después de lo Amy, es más, no había habido ninguna noticia desde lo de Amy asique si esos dos chicos sabían esas cosas, tenían que estar involucrados.

Respirando el aire frío había conseguido calmar los sollozos y había dejado de llorar pero me escocían los ojos y notaba la piel de las mejillas tirante a causa de las lágrimas. Cuando giré la esquina del parque Bridgestone, vi como un todoterreno rojo aparcaba unos metros por delante de mí y la cabeza de Will asomó desde el asiento del conductor.

-¿Annie? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no me has esperado a la salida del entrenamiento?- Ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Will tiene los entrenamientos de lacrosse al mismo tiempo que yo los de las animadoras y por eso siempre que acabamos le espero fuera y me acompaña a casa. Bueno, ahora que tiene coche le utilizo de taxi personal, pero la culpa es suya por vivir tan cerca mía. Y sí, soy yo la que le tiene que esperar. Mientras el señorito está en la ducha a mí me da tiempo a ducharme, cambiarme tres veces de ropa y a hacerme la manicura. Pero hoy, después de salir del vestuario, lo único en lo que podía pensar era en alejarme de allí todo lo posible.

-Yo... se me pasó.

Me acerqué al coche hasta situarme bajo la luz de la farola junto a la cual estaba parado. Will puso una mueca extraña al ver mi cara, aun debía de tener los ojos enrojecidos.

-¿Estás llorando?

-No.

-Pero lo has hecho.

-Estoy bien Will, no te preocupes- pasé por delante del coche, cortando la luz de los faros que dibujaron mi silueta en el asfalto y me senté en el asiento del copiloto deshaciéndome de la mochila y de la bolsa de gimnasia. Will me miraba serio, con esa cara de padre preocupado y ambas manos agarradas fuertemente al volante.

-Estoy bien, de verdad.

-Ha sido por el entrenamiento ¿no?

-Will...

-Dianne, ¿verdad? ¿Qué te ha dicho esta vez?- y ya empieza otra vez. El asunto de 'Dianne ya no es tu mejor amiga de la infancia, ahora es una perra asquerosa de lengua viperina que se dedica a joderle la vida a los demás' me tiene ya muy harta. Yo soy la primera que se da cuenta de eso. El hecho de que la conozca desde que tenía dos años no quita que a mí también me caigan sus pullas. Y es precisamente por eso que todo el asunto me toca particularmente. Hasta hace tres años Dianne y yo habíamos sido las mejores amigas. Nos lo contábamos todo, teníamos nuestros secretos... Joder, ¡si prácticamente vivía en su casa! Tenía hasta un neceser y una bolsa con ropa del tiempo que pasaba allí. Pero entonces llegó Tyler Green y con él las mariposas en el estómago, las faldas cortas y el maquillaje, las fiestas hasta el amanecer, el alcohol y las malas decisiones. No es que pasase de un día para otro, pero poco a poco Dianne Whittaker, fan de la tarta de chocolate y del señor de los anillos y también mi mejor amiga, pasó a convertirse en Dianne Whittaker, capitana de las animadoras y zorra por excelencia del instituto Granville. La gente no sabe lo que un corazón roto puede llegar a hacer -Te lo he advertido muchas veces, esa arpía no es la chica que tú conocías. Es una serpiente y si sigues cerca de ella su veneno acabará matándote. Annie, tienes que...

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2014 ⏰

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