Capítulo 2

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Era San Valentín. Phichit Chulanot estaba bien arreglado con esmoquin y corbata roja y mirando su mano como un idiota. No podía evitar que una sonrisa le iluminara el rostro cada vez que miraba a la banda dorada con un rubí en el dedo anular de su mano izquierda.

No se lo creía.

—Pareces feliz— comentó Seung-gil detrás suyo, pasando su mano por el cabello oscuro del tailandés—. Me alegro.

—¡Es porque estoy feliz! ¡Pensé que no me lo ibas a pedir nunca!

—Bueno, tenía que encontrar uno bueno— sus labios se enterraron en el pelo del otro—. No podía darte cualquier cosa— movió su mano para alcanzar la izquierda de Phichit, entrelazando sus dedos—. Por suerte conozco tus manos. Te queda bien.

El tailandés miró a los dedos entrecruzados de sus manos. La simple imagen hizo que sonriera aún más. Claro, si eso era posible.

Alcanzó su teléfono en la mesa baja de café frente a ellos, desbloqueándolo al momento y dándole a la función de cámara tan rápido como pudo.

—Así que por eso estuviste mirando mis manos durante meses cuando creías que no te veía— Phichit rio, enfocando sus manos con la cámara para que los anillos quedaran visibles—. Espera, no te muevas.

—¿Quieres presumir tan pronto?

—¡Pues claro, tonto!— miró la foto por unos segundos hasta quedar satisfecho con la imagen. Luego, se la mostró a Seung.

—Parezco un fantasma comparado contigo— el siempre serio Lee Seung-gil, de tanto pasar tiempo con Phichit Chulanot, se había vuelto más bromista. No perdía el semblante inexpresivo, pero el tono de voz difería. Por ejemplo, ahora—. ¿Quieres postre?

—Sabes que siempre quiero.

Sin decir una palabra más, Seung-gil desapareció tras la puerta de la cocina. Phichit lo miró irse y, luego, giró la cabeza con lentitud hacia la mano de su anillo. No pudo evitar que su sonrisa se ampliara tanto que le dolían las mejillas.

La fotografía que había tomado era, consideraba él, bastante buena. Lo suficiente como para compartirla en las redes sociales, véase Instagram. No dudo ni un momento antes de pulsar sobre el botón compartir y, seguidamente, sobre su aplicación favorita.

Sin filtros, sin nada. Escribió en el pie "¡Por fin!" y añadió al final un emoticono de un anillo, otro de una pareja con un corazón en medio y, finalmente, uno de una cara con corazones en los ojos. Después de añadir los hastags y etiquetar en la foto a Seung, la publicó. La sonrisa aún no había desaparecido cuando bloqueó su teléfono y lo dejó sobre la mesa.

—No me acabas de etiquetar en esa foto, ¿verdad?

El coreano apareció de nuevo en el salón, dejando en la mesa dos platos con tarta de chocolate y sentándose a su lado en el sofá. Phichit asintió efusivamente.

—Claro que lo hice. ¿Por qué lo preguntas?— el tailandés agarró su cuchara y partió un trozo de tarta.

—Mi teléfono. No para de sonar. Los me gusta, he de suponer— sacó su móvil del bolsillo de su pantalón—. Sí, tenía razón. Wow, ese es un número alto.

—¡Mira, el primer comentario es de Chris!— dijo Phichit lleno de entusiasmo.

—Obvio— Seung habló con un toque de sarcasmo a la vez que rodaba los ojos.

—"Sí, al fin"— comenzó Phichit a leer—. "Esperemos no tener que esperar tanto para la boda".

El tailandés estalló en carcajadas. Al coreano, sin embargo, no le hizo tanta gracia y puso los ojos en blanco.

—Te lo digo, esa foto tendrá más me gusta que la de Chris con su novio. Nada bueno...

—¡Venga ya! ¡Soy popular, pero no tanto!

Phichit, aún riendo, negó con la cabeza y con un dedo. Seung-gil le clavó la mirada y murmuró algo parecido a "Si tú lo dices".

—¡Oh, comentarios de Leo, Guang-Hong y Yuuri!

Antes de alcanzar a leer los comentarios de sus amigos, su ahora prometido le arrebató el teléfono de las manos y lo guardó junto al suyo en el bolsillo trasero de su pantalón. Phichit lo miró como un perro mira a su dueño tras haber hecho algo malo, pero el coreano no dio su brazo a torcer.

—Ahora no. Tenemos una boda a la que ir, ¿recuerdas?

Oh, claro. ¿Cómo había podido ser tan despistado? Yuuri y Victor se casaban hoy, ¿verdad?

—Está bien, está bien.

—Ah, y recuerda esto: si esa foto tiene más me gusta que la de Chris, nos llamará de madrugada. Le conoces. Es una reina del drama.

—¡Te he dicho que eso no ocurrirá!


Era cerca de la una de la madrugada cuando la escandalosa y persistente música del tono de llamada de Phichit les despertó, interrumpiendo el silencio de la noche.

—Phichit...— Seung-gil, abrazándolo por la espalda, murmuró con tono somnoliento.

La mano del tailandés tanteó un par de veces en la mesita de noche, hasta dar por fin con su teléfono. Entonces, de repente, dejó de sonar. Se restregó los ojos en un intento por enfocar mejor los objetos a su alrededor.

—¿La una?

Al momento, el móvil comenzó a sonar de nuevo.

—Chris. Tiene que ser él.

Aún muerto de sueño, el patinador coreano miró por encima del hombro de su prometido. Sonrió con autosuficiencia cuando comprobó que, efectivamente, era el rubio. Phichit sintió ganas de ahogarse con su propia almohada.

—Yo que tú iría cambiando tu número de teléfono. Lo necesitarás— después de eso, volvió a dejar su cabeza caer en la almohada—. Por favor, contéstale o seguirá así toda la noche. ¿Qué demonios estará haciendo su novio?

Así lo hizo el tailandés, colocando el móvil en altavoz para que así ambos pudieran escuchar. Lo único que lograron escuchar fueron montones de quejas por parte de Chris y la voz de su novio diciendo cosas como "No puedes ponerte así por una foto de Instagram" e instándole a volver a la cama.

—Por Dios, que no sea sobre la foto— musitó Phichit.

—¡Chris! ¡Es una estupidez ponerse así por una foto! ¡Vuelve a la cama!— escucharon de nuevo la voz del novio del rubio—. Oh, y creo que respondieron a tu llamada.

—¿Cómo? ¡Hey, Masumi!

Y, con eso, la llamada finalizó.

—Te das cuenta de que, si esto fuera una apuesta, habría ganado yo, ¿no?

Seung-gil miró como el otro abría la aplicación de Instagram para, acto seguido, entrar al perfil de Giacometti. Buscó la foto de éste con su novio, grabando el número de me gusta en su memoria. Luego fue a su propio perfil y se llevó una mano a la cara.

—¿Estás bromeando? ¡Un me gusta! ¡Uno más que en su foto!

—Reina del drama...— murmuró Seung—. Mañana tendremos que hablar sobre ese nuevo número tuyo.

—Sí, será lo mejor— Phichit apagó su teléfono, dejándolo de nuevo en la mesita de noche—. Y, ¿Gigi? Recuérdame que nunca apueste contigo sobre este tipo de cosas.

Definitivamente, el próximo día de San Valentín debería pensárselo mejor antes de compartir las fotos de su felicidad en Instagram.

Be my ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora