Tres.

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Tres.

El reloj marcaba las ocho y media, Harry aún no volvía a casa y su madre lo sabía, sabía perfectamente con quién estaba y cómo había ido, cuando subió a contarle los hechos con el señor Tomlinson (como de costumbre hacía.) se encontró con la ropa desparramada por todo el suelo de la habitación de su pequeña niña, ¿A dónde había ido sin sus vestidos y moños rosados? No muy lejos, eso era seguro.

–Y, ¿Cómo fue que termino siendo así? –Preguntó el chico de ojos azules llamado Louis, Harry había encontrado la forma de sacarle su nombre sin sonar lo suficientemente desesperado.–

–Yo fui el tercer intento de mamá para tener una hija, los dos anteriores habían sido niños también pero por alguna razón mamá nunca los pudo tener, todos ellos morían antes de cumplir seis meses. –Louis miro el dolor en el rostro del pequeño y sintió las ganas de abrazarlo contra él y protegerlo, sin embargo, sólo palmeo su hombro en señal de apoyo.– Mm, el doctor tuvo un pequeño error cuando estaba viendo el sexo del bebé, mamá explotó en felicidad cuando supo que era una niña, ¿Te lo imaginas? Un matrimonio perfecto, una niña saludable.

Harry relamió sus labios dándose el tiempo suficiente para pensar en aquella deprimente historia, nunca la había contado completa por miedo a que alguien pensara que su mamá era un monstruo, tal vez podía llegar al límite de lo saludable o correcto, pero seguía siendo su madre, ella no tenía la culpa de que su hija resultara siendo lo contrario, ella no tenía la culpa del error de aquél médico, toda la culpa recaía en Harry.

–Cuando ocurrió el parto... –Harry se detuvo pensando en ello, en las palabras que había dicho su difunta abuela cuando le conto aquella historia, cuando apenas tenía ocho años.– Ella me miró con asco y simplemente dijo que me sacaran de la habitación, mi padre estaba feliz por el contrario, él siempre había querido un hijo, ya sabes, jugar al futbol o mirar partidos, ese era su sueño, todos esperaban algo de mí incluso cuando aún no nacía.

El viento sopló revolviendo los cabellos achocolatados del menor, Louis atrapó un mechón y lo guardo detrás de su oído con cuidado, Harry volteó percatando la cercanía de ambos y se impulsó levemente hacia adelante rozando los finos labios del mayor.

–No necesito que me cuentes más, pequeño. –Susurro acariciando con la yema de sus dedos las mejillas rojas del menor, ojos cerrados y labios juntos fue lo que selló aquella relación, ninguno sabía exactamente por qué pero tampoco deseaban saberlo en aquel momento.

Louis se permitió besarlo por unos segundos nada más, su sabor era increíblemente dulce contra los suyos, y cálidos. Harry estaba demasiado ido como para darse cuenta que Louis lo seguía observando desde cerca, sólo basto que el menor se impulsara sobre sus pies para volver a alcanzar los labios del mayor tirando suavemente de su camisa hacia abajo, necesitaba que él se agachara un poco más, su pobre tamaño no le permitía llegar cómodamente a aquellos labios color cereza.

–Ya no tendrás que preocuparte por nada, nunca más. –Se prometió a sí mismo el mayor, deposito sus labios sobre la cabeza de su pequeño y lo abrazo contra sí mismo. Estaba perdiendo el juego, porque el que se enamora pierde.

Las promesas se rompen, eso lo sabía perfectamente.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2017 ⏰

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