Capítulo III: Sin Sacrificio, No Hay Amor...

4.7K 335 504
                                    

Todo era oscuro.

Fue lo único de lo que se pudo dar cuenta Chuuya, sentía los músculos entumecidos y un gran dolor en todo el cuerpo, sobretodo en la cara donde había recibido la mayor cantidad de golpes por ese gorila. La cabeza le daba vueltas, ya no distinguía arriba de abajo, pero lo que más le preocupaba era esa oscura sensación de estar siendo observado por uno, no, muchas personas.

Intentó abrir los ojos para tener una mejor vista de su entorno y saber dónde rayos estaba ahora, sin embargo no sirvió de nada, ya que una venda tapaba sus ojos, impidiéndole ver. Esto le alarmó y enseguida trató de arrancársela del rostro, esta acción hizo que nuestro pelirrojo se diera cuenta que también tenía los brazos y las piernas atadas, a una silla específicamente. Sus manos estaban atadas con esposas a la espalda de la silla y sus piernas a las patas de esta. Intentó gritar, pero fue inútil, su boca también estaba amordazada.

La desesperación comenzó a apoderarse del pequeño agente de la Mafia, con todas sus fuerzas trató de romper las restricciones que le impedían moverse.

-Es inútil. Utilizamos un hierro muy fuerte para esas esposas. Ni siquiera tú podrías romperlas.- Una voz resonó en los oídos de Chuuya. Otra voz conocida.

Mori Ougai.

Un grito amortiguado salió de la boca del pelirrojo al reconocer la voz y al sabe que estaba en posesión de la Mafia sus intentos de escapar sólo se hicieron más fuertes.

Si no salía de allí lo matarían.

-Oye... ¿A qué hora vamos a matarlo? Dentro de poco comienza la rebaja de ropa en el supermercado.- Una voz chillona siguió. Chuuya la reconoció como la mocosa que siempre acompañaba a Mori como mosca. Y lo que dijo no le tranquilizó en lo absoluto.

-Tranquila Elise-chan, no tenemos porqué apresurarnos. Ya lo tengo todo planeado.- Escuchó un tronar de dedos y de repente sintió como alguien le quitaba la venda de los ojos. Al menos ahora sentía un poco más de alivio. Su mirada se afiló cuando vio que el hombre que le había retirado la venda era el mismo que le había dado la paliza en la casa de Dazai. Y aun seguía con esa mirada enferma en sus ojos.

Repugnante.

Sin la venda pudo ver mejor su entorno y darse cuenta que desgraciadamente no había escape seguro. Se encontraba prisionero en una habitación oscura, sólo alumbrada por una pequeña bombilla que colgaba unos metros arriba de su cabeza, cientos de agentes de la mafia armados estaban en la oscura habitación, pero eso no fue lo que más le alarmó.

El actual jefe de la Mafia Mori Ougai, acompañado de esa chinchilla llamada Elise, le miraban con unas sonrisas extrañamente amistosas, pero que emitían todo menos comodidad en la situación de Chuuya, también estaban los hombres que lo secuestraron, burlándose del destino del pobre pelirrojo.

Trató de mantener la calma, lo mejor era no alarmarse y pensar en un posible plan de escape. Sus ojos azules miraron a los lados cualquier ruta de escape, pero parecía imposibles, pues Mori se había asegurado de no dejar ninguna oportunidad al pelirrojo para escapar. Incluso si tuviera una oportunidad en el estado en el que se encontraba Chuuya le resultaría muy difícil pelear contra todas las personas presentes en la sala.

-Ni siquiera lo pienses Nakahara-kun.- Dijo el pelinegro cuando notó las intenciones de Chuuya.- Si quieres salir vivo de esta lo mejor es que te quedes quieto y escuches lo que te voy a decir.-

Chuuya guardó silencio.

-Así me gusta, me alegra que sigas siendo tan obediente. Por eso siempre fuiste uno de mis agentes preferidos.- El jefe de la Mafia se acercó a su prisionero y con una de sus manos acarició el cabello del pelirrojo.

"Quiero Odiarte" Soukoku (Dazai X Chuuya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora