Capítulo 3

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Peter despertó con el sol en su cara, un piecito de Derek en su pecho y la cola de un peluche en su oreja. Con toda la paciencia del mundo se las apañó para acomodar a su sobrino a su lado e intentó volver a dormir. Apenas cerrar los ojos se acordó de la noche anterior.

Chris lo retuvo contra la ventana de su auto, movió su cadera de tal manera que antes de darse cuenta estaba abriendo su pantalón y estaba comenzando a masturbar a una persona que no era él y alguien más lo estaba tocando. Chris tenía la cabeza enterrada en su cuello dejando pequeñas marcas en toda la piel visible mientras lo tocaba.

Lo prohibido era lo que se sentía mil veces mejor.

A la mierda Talia y su mirada de madre protectora, a la mierda Gerard Argent y sus ganas de matar hombres lobo. Él quería follar con Chris y Chris quería follar con él. Asunto arreglado.

O eso parecía con cinco cervezas encima, el humo de la fogata y el humor de jugar 'yo nunca, nunca'. Fue reconfortante enterarse que no era el único al que le gustaba la idea de hacer cosas con chicos o que había hecho cosas vergonzosas como bailar en una cancha pública usando solamente ropa interior. Laura era malvada cuando era una niña.

-Derek, deja de moverte -El niño se revolvió un poco más, tiró de la colcha y se abrió como una estrella de mar. Peter hizo una mueca cuando le golpeó el izquierdo con su peluche.

Seguramente haberse quedado con Chris habría sido mejor, pero luego de masturbarse, de limpiarse las manos con pañuelos que Peter siempre traía en su auto, fue mucho más fácil limitarse a una extraña sesión de besos que acabó cuando Lucas le tocó la ventana y le pidió que lo llevara a casa porque estaba borracho.

-¿Te voy a ver mañana? -Chris estaba recargado en la ventana del conductor viendo como los amigos de Peter metían a Lucas en el interior con una bolsa por si vomitaba.

-No lo sé -Peter pasó sus dedos por el volante -Tal vez, si tienes suerte -La sonrisa de Chris fue perfecta. Metió la cabeza por la ventana y le dio un beso antes de dejarlo irse.

-¿Te jaló el cabello al follarte? -Preguntó Lucas, llevaba el cabello hecho un desastre y parecía enfermo, no borracho.

-Que no, Lucas -Peter resopló -No me gusta eso.

-Pero si te folló -Lucas comenzó a reír y terminó en una extraña tos -Mierda.

-No vayas a vomitar aquí dentro.

-No quiero vomitar -Lucas cerró los ojos -Me va a reventar la cabeza.

-Sólo, intenta dormir. Mañana vas a tener resaca.

-¿Tus poderes de lobo hacen que no te de resaca? -Preguntó Lucas tomándolo por sorpresa -¿O también vas a negar eso?

-No sé de qué hablas.

-Venga, Pet -Lucas se giró a verlo -Hemos sido amigos desde tercero, sé que te van los chicos y obviamente eres un hombre lobo. Es decir -Lucas tragó saliva -Todo eso de escuchar cosas que no podemos oír, enterarte antes de si van a ir los maestros, como arrugas la nariz cuando alguien lleva mucho perfume y eres extraño -Peter arqueó una ceja -Lo googlee luego de ver tus ojos brillar en un partido.

-¿Y no pensaste que era la iluminación?

-Estoy borracho, no soy tonto -Peter se detuvo en la entrada de la casa de su amigo -¿Tu novio también es un hombre lobo?

-Luego hablamos de eso -Peter le apuntó a la puerta -Debo volver a casa.

Y volvió a casa. Derek se había acostado a dormir en su cama y Talia le había dejado la luz de la cocina prendida con algo de patatas asadas en el horno. El sabor de la legumbre explotó en su boca como si fuera un manjar. A veces extrañaba demasiado la comida de su madre, pero luego Talia cocinaba tan bien que se olvida de la comida de su infancia.

Días doradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora