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Nuestra historia es sobre un pueblo, una pequeña ciudad, y la gente que vive en esa ciudad.
Desde la distancia, se presenta como tantos otros pequeños pueblos en todo el mundo.
Seguro.
Bueno.
Inocente.
Acércate, sin embargo, y empiezas a ver las sombras debajo.
El nombre de nuestra ciudad es Beacon Hills. Y nuestra historia comienza, supongo, con lo que hicieron Malia y Derek Hale este verano.
El 4 de julio, justo después del amanecer, los hermanos se dirigieron al río por un paseo en barco por la mañana.
El sol se deslizaba por las verdes hojas del río de Beacon Hills, mientras los dos, vestidos de seda blanca, se dirigían hacía la orilla del mismo, donde un pequeño barco los esperaba.
Pero ninguno sabía que para uno de ellos, el viaje no tendría retorno.
Lo siguiente que el pueblo sabe, es que Matt, quien dirigía a los Boy Scout de Beacon Hills, en una de sus expediciones de observación de aves, encontró a Malia al borde del río.
No era nada comparada a la imagen que poseía aquella mañana, sus cabellos del color del oro se encontraban mojados, sus ropas embarradas, el maquillaje que cubría a la perfección cada inseguridad se deslizaba por su rostro.
La única palabra que pronunció fue un nombre.
Derek.
La policía investigó por horas en busca del cuerpo del mismo, pero nunca lo encontraron.
Así que, semanas después, la familia Hale enterró un ataúd vacío, y la muerte de Derek fue declarada un accidente.
Lo que sucedió dejó de ser un misterio, la historia de Malia se dispersó como la pólvora, según contó, dejó caer su guante al agua, y Derek se inclinó para recogerlo, haciendo que el barco accidentalmente se inclinara, y por el pánico, se ahogara.
En cuanto a nosotros, todavía estábamos hablando de la tragedia del cuatro de julio en el último día de vacaciones, cuando un nuevo misterio llegó a la ciudad.
