Chapter One

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Allison Argent miraba hacia el exterior del auto que su padre conducía, por más que quisiera, no podía dejar la sensación de querer salir corriendo y no ir a ese pueblo perdido en la nada

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Allison Argent miraba hacia el exterior del auto que su padre conducía, por más que quisiera, no podía dejar la sensación de querer salir corriendo y no ir a ese pueblo perdido en la nada.

Pero a su vez, no había lugar donde escapar, no después de todo lo que sucedió.

Cerró un momento los ojos, cuando las ganas de llorar llegaron a ella, justo en ese momento, el auto se detuvo.

—Estamos aquí —Su padre la miró, sonriente.

Ella intentó devolverle la sonrisa, sin mucho éxito, la verdad era que cada vez que daba un paso, parecía que se alejaba más y más de su antigua vida. La vida que ella ya extrañaba.

Su padre salió del coche, mientras ella abría su puerta, este le tendió uno de sus bolsos.

—Es pequeño comparado a la antigua casa —le explicó su padre, mientras la guiaba dentro—, pero es un apartamento bastante económico, además, es la única propiedad a mi nombre y no a la de tu madre.

Ella asintió.

—¡Christopher! —Una mujer salió a darles la bienvenida, su cabello era recortado y rojizo, pero fue su mirada severa lo que la detuvo—, bienvenidos a casa.

—Araya —Su padre la abrazó—, oh, eres un espectáculo para los ojos.

Ella rió como si su padre le hubiera hecho el mejor cumplido que había escuchado jamás. Allison no lo dudaba demasiado. Esa mujer daba miedo.

—¿Cómo estuvo su viaje?

—Sin tráfico, gracias a dios —La mujer tomó uno de los bolsos de Chris a pesar de sus intentos de que no fuera así.

—Araya, ella es Allison, mi hija —Su padre hizo un ademán para que la mujer la viera. Los ojos de la misma se iluminaron ligeramente antes de moverse a abrazarla.

Cuando lo hizo, la mirada de Allison saltó a la de su padre, quien parecía divertido por su reacción.

—Es un placer, señorita —Le dijo.

—Hola —Allison se limitó a contestar, sin saber exactamente qué más decir.

Araya los llevó al interior del edificio, donde subieron el ascensor, Allison estaba comenzando a considerar cuánto tardaría en salir corriendo de allí en caso de que la mujer se le diera por abrazarla de nuevo.

—Los muchachos llevarán el resto de sus cosas al apartamento.

—Muchas gracias —Chris le sonrió a la mujer, casi como un niño pequeño a una madre.

Allison frunció el ceño, preguntándose de dónde era que se conocían.

—Les dejé unos menús de comida, la heladera debe estar vacía, no sabíamos cuándo llegarían.

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