Capítulo 2

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—¡Suéltame! —gritó el castaño omega mientras lanzaba patadas a la espalda un guardia de su no muy querida escuela.—Si me sueltas, te regalo mi cómic de Spiderman edición limitada.—negoció en el oído del grande beta, en un inútil intento de salvar su trasero.

—Lo siento Louis, si lo hago me despiden y tengo una familia que depende de mí.—respondió de igual manera el mayor, con una mirada de lástima hacia el menor, el omega podría ser bastante molesto, pero aún así todos le tenían un inevitable cariño.

Lo tiró algo brusco en los asientos traseros de la camioneta, donde no yacía nadie ya que el alfa aún hablaba con la directora al frente de la camioneta.

Louis vio la perfecta oportunidad de escapar.

Se inclinó hacia la puerta de manera rápida y tiró de la manija repetidas veces, pero la puerta no abría por más fuerte que intentara.

—¿Pero qué diabl-

De repente la puerta se abrió, revelando al beta que la había abierto.

—Seguro de niños, niñito.—dijo un guardaespalda del alfa ojimiel con una sonrisa petulante, para después meterse al vehículo y sentarse al costado del ojiazul. Al mismo tiempo que entraba otro beta a su otro costado y el alfa ojimiel en el asiento delantero.

—No te preocupes, seré bueno contigo, precioso.—soltó el alfa con tono burlesco, volteando para verlo directo a los ojos con una sonrisa petulante.

—Ni creas que porque me hayas comprado te respetaré.—respondió con una sonrisa de igual manera, aunque por dentro estaba que se orinaba del miedo.

—No esperaba que lo hagas.—confesó con una sonrisa maliciosa, desviando su mirada de él.

Después de eso, el camino se tornó silencioso, nadie emitía ni una sola palabra.

Llegaron al único castillo que hay en este pueblo, el castillo Styles. Tal vez nunca había salido del internado después de su ingreso, pero no era un ignorante total, en realidad le encantaba leer todo sobre lo que pasaba en el exterior. Aunque del actual reinado sabía muy poco ya que en la Meekschool, la revista o libro más reciente, era de hace quince o quizá veinte años atrás.

El fastuoso castillo lucia aún mejor que en las viejas fotografías. Luciendo realmente gigantesco e impecable. Sus altas torres luciendo imponentes y atemorizantes. Ventanas gigantes y perfectamente limpias sin ninguna mancha en ellas. Las puertas principales estaban abiertas por lo que se podría adivinar fácilmente que había una celebración dentro.

Ingresaron por la puerta trasera para no ser vistos y tratar de pasar desapercibidos. Se dirigieron hacia una de las torres principales del castillo. Aquellas eran las torres que pertenecía a los que vivian en el castillo, lo que significaba que el alfa ojimiel pertenecía a la realeza. Louis se sonrojo furiosamente al darse cuenta de esto, había despreciado a un alfa de la familia real. Podían haberlo trasladado al calabozo por eso.

Finalmente entraron a la que Louis supuso era la habitación del alfa, ya que esta poseía fotos del ojimiel con demás personas. Esta también poseía bordados dorados en las paredes, un gran candelabro principal en el centro del techo, una gran cama con sábanas de color rojo vino y un blanco impecable, una pequeña pero elegante salita de estar y demás accesorios preciosos. Era, sin duda alguna, la habitación más grande que Louis había visto en su corta vida.

—No hagas nada estúpido hasta que regrese.—advirtió el alfa con una corta, pero amenazadora mirada y se marchó.

Dejado a Louis con un beta por lo que se sentía un poco más seguro, pero aún nervioso. El pequeño omega se deba pequeños tirones al cabello, pensando sobre su situación. Estaba tan sumido en sus tristes pensamientos sobre su aún más triste vida que no se daba cuenta de la cantidad de feromonas que liberaba.

Heaven gift | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora