Capítulo II

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En el Karaoke Kyoko estaba nerviosa y Moko luchaba por no grítale impaciente. El silencio se rompió porque el celular de Kyoko hizo un ruido. Ambas miraron hacia el lugar donde estaba el equipo y de pronto la Mogami de siempre fue reemplazada por una cara deslumbrantemente feliz.

Kotonami supuso cual era la causa de su emoción, pero quiso comprobarlo, así que esperó. Mientras tanto, Kyoko ya había visto el mensaje en Line de Ren-san, con la foto de los dos y la frase: "Espero que sea la primera de muchas, mi querida Kyoko-chan".

En el espejo que decoraba la habitación y que se encontraba ubicado detrás de su amiga, Moko, vio la pantalla del celular reflejada y sonrió pensando "Por Dios, ya se toman selfies, me debe muchas explicaciones".

Kyoko, se dio cuenta de la mirada penetrante que la indagaba desde el otro lado de la sala de karaoke y buscaba en el fondo de su mente, escrudiñando cada parte de sus pensamientos llenos de Ren. Así, que sin atreverse a mirar a su amiga a los ojos, decidió mostrarle el celular y le dijo:

Estoy completamente perdida — mientras arrancaba a llorar.

Y Kotonami recordó cuando le contó todo lo de Shoutaro en ese mismo sitio, sólo que esta vez, su amiga no debería llorar, al contrario, debería estar feliz porque para ella era evidente que Ren la quería.

La dejó llorar un rato, sin hablar, la dejó sacar la angustia de su corazón, mientras ella tomaba su té sin azúcar para no engordar. Cuando Kyoko se calmó Moko-san empezó el temido interrogatorio:

— ¿Estás enamorada de Tsuraga-san?

Kyoko movió su cabeza en forma afirmativa.

— ¿Alguien más lo sabe?

— Sólo el presidente — murmuró Kyoko.

— Pues no me sorprende que él lo sepa —dijo Kanae—. Ahora me puedes decir ¿por qué piensas que estás completamente perdida?

— Por dos razones: la primera es que Tsuruga-san es mi Sempai, mi meta, mi modelo a seguir y él a mí me ve sólo como una kohai. Y la segunda es que Shoutaro me hizo prometer, jurar, ¡Por Dios! apostar que si me enamoraba de Tsuruga-san debería volver al Ryokan a trabajar con su familia —dijo esto con rapidez, en voz alta y sollozando por la angustia—. Además —agregó Kyoko—, mira como me pongo: feliz y dichosa sólo porque desde hoy nos llamamos por nuestros nombres. Y lo peor es que amo como dice con tanta naturalidad "Kyoko-chan".

Kanae, que justo estaba tomando un sorbo de su té en el instante de esa declaración, no pudo evitar dejar salir parte del líquido de su boca y casi se ahoga: estaba entre la sorpresa y la risa y sólo pudo reír.

Kyoko la miraba extrañada, hasta que la contagiosa risa de su amiga la hizo carcajear también, después de todo, la impoluta Kanae Kotonami derramó su bebida y no podía controlar sus carcajadas.

Luego de un rato, cuando ambas de calmaron Moko, con toda la sinceridad que la caracteriza le habló:

—A Fuwa no le debes nada, él fue el primero en incumplir su palabra contigo, así que por él no te preocupes. Y Kyoko, en teoría yo soy Kohai de Tsuruga-san y a mí ni me dice Kotonami, ni me manda mensajes, ni se toma selfies conmigo y mucho menos me dice "Espero que sea la primera de muchas, mi querida Kyoko-chan".

Además, en este medio que todo se cuenta; ya sea verdad o no, él siempre toma medidas para ser distante, por eso sabemos que jamás ha tratado así a alguien. No seas tonta Kyoko, antes te lo había dicho: ese hombre parece estar enamorado de ti. Aunque yo no puedo darte respuestas que sólo puede darte él, si es obvio que a ti te trata diferente.

Y le quitó el celular de las manos, se sentó a su lado, activó la cámara frontal y tomó una selfie de las dos. Kyoko, acababa de calmarse y se veía radiante en la imagen.

— Bueno, ya tienes algo más que mandarle —le dijo mientas le devolvía el celular—. Y por cierto, acabas de llorar pero te ves hermosa, no es justo —le indicó Moku mientras terminaba su té.

Así que con el impulso dado por Moko-chan, Kyoko no se contuvo y le escribía a Ren-san siempre que podía. Le gustaba el sentido de intimidad que le daba el escribir "Ren-san".

Tanto que en más de una ocasión, estuvo a punto de quitarle el "San" para probar como reaccionaba o si notaba ese detalle, pero se acobardaba a último momento.

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