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─Estoy al tanto de su pánico escénico, no se preocupe, solo serán fotos no creo que la obligue a salir al público─ eso me calmó un poco, asentí algo asustada ─¿está de acuerdo? ─claro que no, asentí sin embargo y me soltó, sentí el desliz de su mano por mi cuello y yéndose.

─Mientras sean fotos ─ le miré─ no me importa, ya que... Esto, es Londres ¿verdad? ─ asintió─ pues estoy muy lejos de donde vengo, así que no me importa mientras pueda irme luego ─ suspiró ─ es que... tengo que irme, yo debo volver, soy alguien allá, me necesitan aunque sólo sea una voz detrás de un escenario─ hablaba tan bajo que a lo mejor no me escuchaba, después me recordaba que el silencio era demasiado en el sitio y que sentado ahí a menos de un metro sí me oía.

─No tengo la menor idea, si le soy sincero, de cuanto ha de durar esto ─ traté de relajarme, no funcionaba.

─Pensé que serían solo unas fotos ─ murmuré hacia él.

─Lo serán, pero también hay que hacer ideas nuevas, mi señor quiere hacer unas campañas publicitarias y... La verdad quiere hacerse de nuevo popular, a lo mejor la utilice más de lo que cree, si usted debe quedarse aquí le prometo que no le faltará nada y que me encargaré de que su amiga consiga a una suplente─ eso no me gustó, me crucé de brazos.

─Vas a regresarme ni bien tengan sus malditas fotos, no estaré aquí más de dos días ─ traté de levantar la voz un poco.

─Eso no lo decido yo, ni tampoco usted, lo decide mi Señor ─ se paró de golpe, lo copié, me dio la vuelta y me empujó levemente para salir de la cocina─ acompáñeme la llevaré a su cuarto de nuevo, debe descansar.

El camino hacia arriba fue silencioso, no me atreví a decirle nada más, al estar frente a la puerta me metí a la habitación al igual que él.

─Por mi culpa podría resfriarse, quiero asegurarme de arroparla bien y que se duerma.

─ Podría... quiero decir─ dio un paso hacia atrás─ ¿tienes algo que pueda ponerme de pijama? ─ abrió los ojos unos segundos.

─Claro que sí, una disculpa, ¿cómo pudo habérseme pasado tal cosa? ─ dio unos pasos largos y firmes hacia una de las puertas en la habitación, la otra creería sería el baño, fui hacia allá y me encerré, prendí las luces y visualicé uno de los baños más grandes que había visto hasta el momento, ni siquiera en los teatros había algo similar, veía una bañera con ducha, los aparatos normales que por estos tiempos sólo los tenían la clase alta y un lavatorio, había un espejo y un cepillo de dientes en una funda bien planchada, aproveché a lavarme los dientes antes de escuchar al mayordomo salir del closet, yo me salí del baño ni bien lo escuché.

Creía haberlo oído insultarme hace apenas unos segundos antes de verme.

─Oh, señorita, creí que se había...

─Te escuché─ me acerqué a tomar la pijama, fui a la cama y le señalé la puerta.

─Una disculpa─ me sonrió─ no se lo decía a usted─ rodé los ojos y volví a señalar la puerta─ está bien, me retiro, si necesita algo, ya sabe, estoy en frente. Incluso estaré disponible para cualquier favor que desee, aún estoy abierto a lo que necesite a cambio de su forzada estadía en este lugar.

Lo vi caminar hacia la puerta, miró un poco la habitación y a lo último unos ojos rojos brillantes me observaron antes de salir.

Me vestí con aquel pijama de seda, color blanco y negro apegado al cuerpo, me acosté en la cama y me cubrí con dos mantas, tenía frío y tanto sueño que caí dormida a los pocos segundos, pretendía al menos pensar en algo antes de dormir.


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─Es ella, Señor ─ escuché lejos, sentí como me despertaba y me estiré dándome la vuelta y volviendo a cubrirme.

─No parece muy...

─Está cubierta por dos mantas, había venido descalza y no quería que se enfermara.

─Eso lo explica ─rió ─ solo bromeo, vamos, quítale estas mantas, quiero verla de una vez.

Sentí un frío inmediato. Me abracé a mí misma, abrí un poco los ojos y noté a un chico a unos metros de mí, se acercó y me quitó la almohada que abrazaba, chillé, me senté como pude, estaba serio, parecía tener unos años menos que yo, me estiré, pareció sorprendido porque lo vi ponerse rojo.

─Bien─ carraspeó su garganta─ vístela, comenzaremos con un vestido simple de marinero, eso suele gustar mucho, quiero el fondo de los caramelos, lleva a la sala muchos peluches de los más famosos ─ me refregué los ojos, lo sentí reír casi malévolo, vestía muy elegantemente, podría hasta llegar a darme miedo.

─Discúlpeme, apenas me levanto─ me cubrí bostezando, sentí que tomó mi cabello, parecía inspeccionarlo.

─ ¿y si hacemos unos de tus sueños realidad? ─el mayordomo lo miró ─ Tanto que te gustan los gatos, ponle unas orejas y una cola, no sé cómo y no me importa, haremos magia con el fondo que tenemos y atraeremos a todo tipo de edades, ¿¡qué te parece?! No me importa, me voy, tienen 20 minutos, buen trabajo con la chica. Me gusta.

Se fue cerrando la puerta.

─Oh, pues le gustó, pocas veces halaga mi trabajo─ rió y suspiró─ lamento su situación en estos momentos está madurando, tiene 16 puede que se haya enamorado─ tomó mi rostro, sonrió ─ hasta despertándose es adorable, con suerte y con una buena alimentación esa belleza podría durarle muchísimos años, controlaremos su dieta─ me solté de él, tomé una manta para cubrirme.

─Tengo sueño ─murmuré.

─Al menos su voz se escucha mejor, le traje algo de té, mientras toma iré a buscar su vestimenta de hoy.

Se fue de la habitación, me apresuré a ir al baño para hacer todo lo que necesitase, me lavé el rostro con agua fría y cepillé mi cabello para no tenerlo tan desprolijo.

Al salir él se mantenía parado al lado de la cama mirando hacia acá, sonrió e hizo un ademán con la mirada para que me acercase.

─Al menos no me insultaste hoy.

─Pido mil disculpas de nuevo señorita─ se encogió de hombros y al sentarme en la cama me dejó en mi poder una taza de té, le di un sorbo─ Quería traerle té Earl Grey, pero como necesito que se recupere del todo─ hice un puchero, la verdad sí que quería probarlo, si algo tan simple como un té con miel a él le salía algo de tal magnitud... ni me imagino un té Earl Grey─ qué divertida, se lo haré en la tarde luego de la sesión de fotos.

Noté una caja de madera a mi lado, junto con un vestido colgando de una percha en un perchero móvil que evité al venir para la cama.

El vestido era blanco con azul Francia, ese color en las telas era carísimo y no comprendía el por qué gastarlo en mí.

─Las fotos─ me quitó la taza para dejarla a un lado en la mesa móvil─ ¿tendrán color?

─Sólo para las primeras planas de los periódicos y algunas para ciertas revistas que serán vendidas a las de las altas clases, mi Amo quiere llegar a ellas antes de Halloween, es su fecha preferida, en cuanto a su negocio claro está.

Lo vi tomar el perchero y acercarlo.

Sebastian me dio una seña y me paré enfrente de él.

─Voy a vestirla, permítame ─ le puse una mano enfrente, aún así tomó su caja sorprendido.

─Preferiría hacerlo yo sola, por cierto, ¿qué tienes ahí? ─ rió.

─Esto que está dentro de la caja es mío, y voy a estrenarlo con usted y me gustaría ponérselo yo.

El nuevo Rostro de la Compañía FuntomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora