>7< | Ronroneo|

149 24 4
                                    

─Esto que está dentro de la caja es mío, y voy a estrenarlo con usted y me gustaría ponérselo yo─ suspiré asintiendo derrotada.

─A saber qué tendrás ahí dentro, está bien─ lo sentí sonreír.

Se dispuso a quitarme mi pijama luego de dejar su tan preciada caja un poco alejada de mí, esto me incomodó un poco, y me puse de todos los colores cuando sentí su rostro cerca de mi cintura.

─ ¿qué se coloca?

─ ¿a qué te refieres?

─ No tiene marcas del corsé, lo normal es que con la cintura que posee esas marcas deberían notarse en algún sitio─ me di la vuelta y lo hice retroceder unos pasos─ sólo pregunto por alguna crema o loción que utilice para las marcas eso es todo, perdone mi atrevimiento.

─No, nunca he llevado corsé, no sigas investigándome─ sonrió.

─ Ya vi aquellas marcas, alguien la golpeó muy duro hace unos años ¿Quién la castigó? ─ me crucé de brazos─ no me meteré, pero luego si me concede el honor me encantaría quitárselas, aquí tenemos muchos artículos para apaciguar las marcas.

─Te lo concederé, rápido tengo frío, y encima de todo deberé estar así un buen rato.

Me colocó el vestido, arregló las pantimedias hasta un poco más arriba de las rodillas, podría jurar que le gustaba acomodarlo porque se tardó lo suyo, su mirada luego de eso me tenía de los nervios. Lo mismo pasó con el cuello del vestido de marinero, me acomodaba muy escrupulosamente.

Miró su reloj y con eso por fin abrió la caja misteriosa, sacando un collar negro con una campana amarilla tintineante y brillante, una caja negra con algunas rayas en blanco y unas orejas que acompañaban en color, esta vez yo retrocedí.

¡Por qué un mayordomo tendría esto!

Me sonrió.

─No me pondrás eso ─ aclaré, me sujetó de la muñeca cuando quise irme, me jaló hacia él dándome la vuelta y con una mano tomó mis muñecas dejándolas contra mi pecho para apretarme contra él y detener mis forcejeos constantes, mi espalda quedaba contra su pecho logrando que apenas pudiera moverme, claro que me quejaba, pero él era mil veces más fuerte que yo y de esa manera pudo colocarme el collar, ajustarlo e incluso probar la campana con mis chillidos, me soltó.

─Voy a matarte.

─Que linda ─sonrió ─ahora venga ─ volvió a jalarme, me dio vuelta y apoyó mis manos en la cama logrando así que quedase algo expuesta ante él.

─Ten mucho cuidado con lo que vayas a hacer.

Lo escuché reír y se apresuró a ponerme la cola, esto era vergonzoso ya que tenía que levantar mi vestido para colocarlo mejor y pasarlo por un pequeño agujero de la falda, me lo aseguró a la cadera y luego me hizo sentarme en la cama para ponerme la orejas, parecía estar muy tranquilo mientras lo hacía.

─Guarde esas garritas ─ me calmé sabiendo que se refería a que las estaba clavando en las mantas de la cama, suspiré, notaba que me hacía trenzas para hacerme una especie de corona y afirmar las orejas a mi cabeza.

Me tomó de las manos, me paré de la cama y me obligó a dar una vuelta para él, seguía con mi enojo, nunca lo vi sonreír de tal manera y de repente sentí un abrazo seguida de una caricia en mi cabeza, me trataba de apartar, no lograba nada con mis forcejeos.

─Hasta parece una verdadera gatita, si el Conde no la quiere luego de las fotos veré qué hago para que permanezca conmigo luego de eso, hasta sus chillidos parecen ronroneos─ dejé de moverme, me había cansado─ eso es, venga, hay que mostrarle al Señorito cómo se ve─ me liberó, mi mano fue directo a su mejilla, salté cuando noté la sangre, detuvo mi mano antes de tocarlo─ le dije que cuidara sus garritas─ sonrió─ no se las cortaré, descuide─ se quitó el guante de una de sus manos con los dientes, en eso noté una marca que me puso a latir el corazón muy rápido, tragué saliva mientras lo veía quitarse la sangre con los dedos y acercarme, pintó mis labios con aquel tinte, mirándome fijamente me soltó y se limpió con un pañuelo para después colocarse de nuevo el guante─ el rojo le va muy bien, vamos.

No me atreví a desafiarlo y lo seguí hasta fuera de la habitación.

Su sangre sabía a... dulce, sabía diferente.

Al estar cerca de una puerta grande y más decorada que las demás, él la tocó y con un pase él me dejó entrar primero.

─Conde Phantomhive, entiendo que necesite las fotos, pero podría decirme ¿Cuánto tiempo estaré aquí? Me necesitan de donde vengo.

El chico que estaba leyendo un libro sentado en un sillón se paró y me miró de arriba hacia abajo sin ninguna mueca más que un suspiro, dejó el libro donde había estado sentado y comenzó a acercarse. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 04, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El nuevo Rostro de la Compañía FuntomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora