Capítulo 18

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Capítulo 18

—De haber sabido que traías compañía me habría arreglado un poco, Van Kessel.

Un holograma de tamaño medio ya aguardaba a Van Kessel y sus acompañantes sentada en los pies de la camilla donde yacía su cuerpo cuando entraron en la sala. La imagen no era del todo nítida, pues la falta de energía provocaba que de vez en cuando titilase, pero era innegablemente superior a la diminuta que anteriormente había aparecido a través del terminal móvil del Parente.

Aidur aguardó a que Thomas y Daniela entrasen en la sala para cerrar la puerta tras de sí. Su intención inicial había sido que le acompañase únicamente su asesora, pero tras encontrar al Doctor en la planta e intercambiar unas cuantas palabras respecto a las últimas pruebas médicas había optado por cambiar de opinión. Sus aportaciones podían ser de gran ayuda. Así pues, sin volver a planteárselo, el Parente se los había llevado a los dos con la esperanza de que Erinia pudiese seguir con la conversación allí donde la habían dejado.

Y no le decepcionó.

El holograma de Erinia alzó la mano derecha a modo de saludo. Mientras que la joven del holograma parecía bastante rehecha, confiada y fuerte, la de la camilla yacía en el mismo estado decadente que tanto preocupaba a los médicos. Teniendo en cuenta las circunstancias, Thomas aún se preguntaba cómo era posible que siguiese viva. Aquel cuerpo maltrecho debería haber fallecido hacía ya mucho tiempo. No obstante, Erinia aguantaba y, poco a poco, iba mejorando.

—Veo que te fortaleces rápidamente.

—Mi mente es poderosa; mi cuerpo no tanto. —Erinia se puso en pie—. ¿Puedo saber quién te acompaña?

Thomas y Daniela, los cuales se habían quedado en la puerta, perplejos, se adelantaron hasta quedar a lado y lado del Parente. Antes de entrar, Aidur les había descrito la situación, pero en ningún momento había hablado de hologramas ni de entidades parlantes. Al contrario. Su descripción había sido simple y sencilla: tenemos una alienígena encerrada, pero nada más. ¿Cómo imaginar, entonces, lo que les esperaba?

Daniela no pudo evitar llevarse la mano al puño del arma que llevaba en la cintura, asustada. En apariencia aquel ser parecía humano, pero tanto los informes como Thomas evidenciaban que no lo era por lo que no podía evitar desconfiar. A diferencia de Varick Schmidt, a Daniela no le gustaban las abominaciones.

—Mi asesora personal, Daniela Nox, y el jefe de mi equipo médico, Thomas Murray. Confío en ambos plenamente.

—Ya veo. Un placer. Imagino que si los has traído hasta aquí es porque quieres que sean testigos de mis palabras, ¿me equivoco?

—Ya sabes la respuesta. Tenemos una conversación pendiente de acabar así que adelante, no perdamos más el tiempo: ni lo tengo ni me sobra.

Erinia se alejó de la camilla varios metros para que Daniela pudiese tomar asiento en la butaca. Thomas y Aidur, por su parte, se quedaron en pie, inquietos, a la espera. El primero no podía evitar que la mirada volase de una Erinia a otra, preguntándose una y mil veces como era posible que la mujer se hubiese dividido. Daniela, en cambio, no le quitaba ojo a la versión holográfica, desconfiada. Al primer paso en falso no dudaría en sacar el arma y vaciar el cargador.

—¿Y bien? Ya te he explicado el origen de mi especie: ¿qué más quieres saber?

—Oh, muchas más cosas, te lo aseguro —Aidur ensanchó la sonrisa—. Primero, ¿qué hacéis aquí? ¿Si tan magnífica es vuestra realidad, por qué habéis vuelto? Dices que vinisteis para salvar a Bicault y al resto de hombres "puros", pero no me lo creo. Tiene que haber algo más.

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