The blondie and the betrayed man

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-¡No puedes hacer esto!- Las lágrimas resbalaron sobre sus mejillas aún sin creer que su crimen había llegado tan lejos hasta revertirse sobre él -¿¡Edward estas escuchándome!?- Su voz tembló al ver la frialdad con la que quién solía ser su único amigo, sostenía con firmeza el arma hacía su corazón.
-Estoy escuchando- Fueron las únicas palabras que pudo articular al ver al temible pingüino rogar por su vida
-¡Di algo!- Sollozó. Y sintió el frío como nunca antes sobre su cuerpo, quizá se merecía aquello, lo hacía.
-Yo la amaba, Oswald- La mirada de Nygma se postró sobre él por última vez -Y tu la mataste- Disparó. Disparó la única bala que cargaba el cilindro del plateado revolver. Sintió la sangre hervir sobre sus manos y el dolor más estridente por el que había pasado, todo aquello se estaba yendo de sus manos y sentir las manos de Edward sobre su saco y mirarle de una manera sin describir fue lo que rompió su corazón. Lanzado al acantilado de una manera tan cruel sin sentir piedad, pero claro...sus últimos pensamientos conscientes arrebataron su juicio preguntándose '¿En serio creíste, Oswald Cobblepot...que a alguien quién no fuese Gertrude por fin le importarías?' Pequeño gran tonto.
Pequeño gran tonto..
Pequeño gran tonto..
-¡Despierta pequeño gran tonto!- Tuvo un flashback de algo que quizá nunca sucedió, pero lo había hecho, por que el dolor seguía ahí al tratar de abrir sus ojos para ver de dónde provenía el delicioso aroma a tocino y huevos revueltos. Su rostro se tornó en una mueca cuando la luz golpeó en sus pupilas y estas se volvieron más pequeñas.
-¿Qu-Qué? ¿Dónde... Dónde estoy?- Llevó sus manos a la parte frágil de su estómago
-No, no, no cariño- Aquella voz sonaba tan familiar pero no lograba recordar y sus ojos no se habían adaptado aún al ambiente -No toques esa parte, aún sigues sensible y debes calmarte - Escuchó la porcelana de una taza chocar mientras vertían un poco de té de manzanilla -Supuse que estarías muerto- Ahora se daba cuenta -Ya sabes...Nygma y sus cosas dramáticas- Era ella -Creí que enserio te asesinaría- Empuñó sus manos arrugando las sabanas de seda sobre la cama, ella había sido parte de esto también.
-¡Tu fuiste la cabeza de todo esto!- Elevó la voz molesto y cansado de las falsas personas que habían rodeado su vida -¡Tu me querías muerto para que de esa manera pudieses tener el poder! No tenías que hacerlo, Barbara. No tenías que matarme de esta manera...- Su voz se rompió y esta vez las cosas fueron visibles ante sus ojos. Ahí estaba ella, frente al fuego de la chimenea, su hogar, lo reconocía por que estaba sobre uno de los elegantes sofás de la sala principal.
-No, tonto pingüino- Dijo con dulzura -Tu acabaste con todo lo que tenías...por tu propia cuenta, yo solo te ayudé a jalar del gatillo- Sonrió -Y ahora deberías de estar agradecido, querido. Por que gracias a mi, volviste a renacer- Señaló el estómago del pelinegro estando la herida limpia y vendada, y hasta ese instante se percató de que el vendaje le cubría la mayor parte que ni siquiera ella necesitó colocarle la parte superior del pijama azul que llevaba puesto. No le cedería la palabra, no recibiría un 'gracias' de él, podía ser un idiota por haber creído en tantas personas a las cuales no le importaba, pero aún le quedaba el poco orgullo que hasta ahora era lo único que tenía.
El dolor que aún permanecía consigo le había impedido salir de la alta residencia de la rubia, y aquello lo detestaba, mientras las semanas perduraban más no había salido de la habitación ni intercambiado más palabras con aquella detestable mujer, de todas formas ella se marchaba dejando un platillo diferente listo sobre el comedor que alguna vez compartió junto a Jim Gordon. Jim, recordó, cuando aún le quedaban esperanzas y la creencia de que le consideraba su amigo, también le había olvidado, desde su encierro en Arkham, por lo que le había encubierto, el asesinato de Galavan, se daba cuenta de las tantas cosas que hizo por ellos. Y ahora le daban la espalda. Caminó hasta la chimenea en la cual aún quedaban retratos de ella junto al hombre que alguna vez amó, y quizá aún lo seguía haciendo, pero se había dedicado tanto en ocultar sus sentimientos tal cual como él lo hizo con Edward.
-Te esta buscando- Su voz le hizo exaltarse a punto de caer el retrato sobre el suelo, pero le había sostenido con fuerza
-¿Qué?-
-Jim- Señaló la fotografía -Si te lo preguntas, te esta buscando. Junto a la GCPD- Tomó asiento sobre uno de los sofá marrones frente a él -No por que le importes, pero es su trabajo- Sonrió al ver como dejaba el objeto en su lugar -Se que es decepcionante, yo también creí que aquella noche junto a Jason Lennon, me había salvado por que me consideraba alguien importante y relevante en su vida, Ja! Pero sólo era su trabajo traerme con vida de vuelta a casa-
-Quizá merecías a alguien quién se preocupase por ti-
-¿Qué?- Llevó su dedo índice a su barbilla
-Nada- Trató de volver a la habitación pero detuvo su paso al escuchar las palabras de ella
-¿Alguien como tu, acaso?-
-¿Qué?- Se volvió ante ella
-¿Debería merecer a alguien como tu?-
-Yo no me refe...- Barbara puso sus palabras sobre las de él mientras dirigía su paso al mismo lugar
-Quizá tengas razón, Ozzie- Sonrió -Después de todo, no tenemos mucho que perder- Ya estaba lo suficientemente cerca y el retrocedió un poco
-¿Qu-Qué estas haciendo?- Le tomó del elástico del pantalón de pijama atrayéndolo hacía ella
-Quizá mi intención era que Nygma te odiara- Oswald tornó un gesto de rencor y resentimiento zafándose de su agarre
-¡Deja de jugar conmigo, mujer! Lo creería de cualquiera, ¡menos de ti!-
-¿Qué cosa, cariño? ¿Dudas que alguien como yo se fijaría en alguien como tu?- Él le dio la espalda esperando marcharse ya y lo hizo, por que no deseaba escucharla en ese momento, no deseaba escuchar lo que tenía que decir, y siguió preguntándose si en verdad había delatado su crimen a Nygma por aquella razón. No. Era imposible, ella seguía muriendo cada día por Jim, mientras que él por Lee. Y Oswald...ya nisiquiera sabía si seguía sintiendo, por que lo único que quería justo ahora era la cabeza de Ed servida en un plato sobre la mesa. Él había roto su corazón, no tuvo misericordia incluso cuando se arrodilló, pero eso ya no importaba ahora. Desabotonó cada pequeño y bronce botón de la prenda que le cubría en ese momento, retirándola hasta dejar ver los vendajes que ella le había colocado, estaban manchados con poca sangre que aún salían de la herida, tiró de la orilla de uno de ellas hasta deshacerla dejando ver el orificio que aquel objeto le había dejado en su cuerpo, no se veía tan mal como se suponía debió haber quedado, llevó la yema de sus dedos con cuidado tocando la parte que aún seguía punzando, hizo un gesto de dolor y se detuvo, pensó en que cosas tan terribles había provocado en la vida de las personas, quizá aquello podía tomar el dolor lejos de él, salvó a su madre, para dejarla morir. Encontró a su padre, para perderlo para siempre. Confió en un amigo, para que lo traicionará. Le dió su corazón a un hombre, para romperlo. Se sentía implorable y estaba cansado, sus rodillas desfallecieron sobre si mismo dejándose caer sobre el suave colchón que lo sostendría, miró el techo que poseía un color bagie, parpadeó un par de veces y las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, cubrió sus labios para que los sollozos se ahogaran en su boca y de ahí comenzó a sentir un revoltorio de sentimientos dentro de su estómago, su respiración se contrajo al mismo tiempo que sentía una cálida sensación en su entre pierna.
-Barbara- Susurró, por que no podía salir de sus pensamientos, jamás la había visto como alguien más alla que la ex-mujer de quien alguna vez fue su amigo James Gordon. Llevó su mano dentro de sus pantaloncillos y con el simple tacto se contrajo, comenzó a masajear mientras su mano libre se aferraba a las sabanas blancas debajo de él, cerró sus ojos pensando en como sería estar con una mujer como ella, acariciar su rubio cabello mientras miraba con deseo aquellos azules ojos que te atrapaban al instante, sentir su cuerpo sobre el suyo mientras la sostenía con fuerza. Movió con más constancia su mano sobre él, a punto de venirse. Pero aquello lo dejó en shock y le hizo detenerse.
-Lo siento, lo siento- Barbara abrió los ojos saliendo con rapidez de la habitación
-¡Joder!- Oswald se cubrió con las sabanas sintiendo la vergüenza sobre su rostro, sus mejillas se habían tornado coloradas al mismo tiempo que seguía moviendo su mano hasta venirse, sentir la maravillosa sensación de placer sobre su miembro, se aferró de su estómago y lo último que pudo recordar fue el rostro de Barbara y sus últimas palabras. 'Quizá mi intención era que Nygma te odiara'.

She could warm your heart (Barbara x Oswald) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora