-5- Feliz

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La tengo en frente de mis ojos; mejor dicho, encima mía. Los dos nos miramos a los ojos y ella se pone muy roja; al igual que yo. Reacciono cuando salgo de mi mente y la ayudo a levantarse:

-Esto... ¡Gracias! Siento que esta sea tu primera impresión sobre mí. Me llamo...-

-Alba. - No pude evitar sonreírla y hacerme un poco el creido

-Espera... ¿Cómo lo sabes? ¿¿Has leído el diario??

-Eeeh, nono, he dicho un nombre al azar...- La estaba cagando a base de bien, esto último lo dije con la voz algo temblorosa

-Sé cuando una persona miente, mírame a los ojos - Dijo muy confiada

La miro a los ojos, y joder, sus ojos relucen junto al sol. Tras mirarme directamente dice:

-Estás mintiendo... ¿Entonces lo has leído verdad?

-Sep... - Asentí cabizbajo

-No te preocupes, así no tengo que presentarme- Me dedicó una sonrisa

-Sisi, ¡claro! - Dije devolviéndole la sonrisa

Entonces le entrego el diario y ella lo coge rozando mis manos. Debo reconocer que sus dedos son muy suaves y una vez más, mi idiotez me pasa factura, pues me quedé embobado y no suelto el cuaderno.
Tras dárselo se queda pensando, y con su voz "cute", me invita a tomar un café en una cafetería cercana:

-Oye, realmente puedo parecer por aquí pero vivo lejos de aquí. No conozco ninguna cafetería cercana

-¿En seerio? Sí que eres atrevida.

-¿Conoces alguna supongo?

-Supones bien jeje

Ahora mi lado cabrón sale y pienso.

"Vamos a aprovechar la situación; ella no conoce nada de aquí. La llevaré a una cafetería que esté lejos y así hablaremos más. Punto para mí jeje"
Tras mi momento filósofo, le suelto:

-¡Vale! Sé de una cafetería muy profesional, el único problema es que pilla algo lejos...

-¡Mejor! Así puedo conocerte mej- Osea que podemos conocernos mejor - Se rectificó a ella misma.

Eso hacemos. Empezamos a andar en dirección a una exquisita cafetería llamada "Le cofieé"

Ella saca un tema de conversación para que el viaje se haga ameno:

-Y bueno, todavía no sé tu nombre; así que vete presentando

-Valee... Me llamo Marcos- la dije

-¡Ese nombre me encanta!

-Gracias jeje- me sonrojé un poco

Caminábamos como si de dos nubes por el cielo se tratasen, libres gracias a la libertad que el propio viento nos otorgaba

De repente, Alba se paró y frenó en seco. La pregunté qué la pasaba
Ella me miró a los ojos, y tras decirme que se había acordado de una cosa que debía hacer desapareció corriendo.

Otra más...
Me repetía una y otra vez.
¿Rabia? No, eso no.
Tristeza? Puede.

Pero no, no iba a dejarla pasar. Ella era hermosa, era la semilla que brotaba de mi pecho. Por lo que empecé a correr.
El cielo, brillante y oscuro, a juego con mis sentimientos.
Cruzé la carretera sin mirar y un coche azul paró en seco. Salió un policía y me ordenó que me detuviera.
En ese momento, no existía sentimiento que valiese más que el que me pedía que fuera tras Alba.
Ignoré al hombre y proseguí, me caí, pero me levanté sin duda alguna.
Curiosamente empezó a llover; "un clásico" me dije en mi mente.

La avisté a lo lejos, andaba cabizbaja. Las primeras gotas ensuciaron mi rostro, pero no fueron lo suficientemente fuertes para derrotar la intención que llevaba conmigo.
Era consciente que acababa de eludir a un policía, pero en ese momento él era mi menor preocupación.
Al llegar, sin darme cuenta, la abrazé. Sentí como su sudadera rosa oscuro rozaba mi cazadora; nada erótico, por si algun@ lo ha pensado.
Ella no se resistió, es más, me devolvió el abrazo.
En ese preciso instante, un relámpago iluminó nuestra silueta, al mismo tiempo un apagón se produjo y la ciudad quedó reducida a pequeñas luces no provenientes de corriente.
Pude sentir otra silueta observándonos antes del producido apagón, pero no pude saber quién era.
Digamos que el abrazo fue eterno, al menos se quedará eternamente en mi mente.
Entonces ella me soltó y se giró; me gritó:
-¡Haber si me pillas!

-¡Hey, espera!

Bajo la lluvia y bajo la oscuridad, me encontraba persiguiendo cariñosamente a esa hermosa chica.
Al correr tropezé y me caí, ella lo notó; se giró y me dedicó una sonrisa burlona y perversa, a la que yo respondí con un salto para ponerme en pié e ir tras ella.
No faltaron palabras para describir cómo me sentía en ese instante, sólo una simple sonrisa que adornaba mi rostro.
Horas más tarde, con la luz de la ciudad ya restablecida, la acompañé hasta su casa.

Me impresionó mucho al ver que vivía bastante cerca de la plaza en la que habíamos quedado; sorpresa la que me llevé debido a que ella mencionó que vivía lejos, pero no comenté nada.
Nos despedimos y contemplé como ella se alejaba. Entonces apreté el puño y la cogí del brazo. Ella se giró e hice lo que cualquier hombre perdidamente enamorado hubiera hecho en esa circunstancia; la besé.

***

Me encontraba en el parque al lado de la plaza; 23:37. No podía evitar mantener la sonrisa en mi boca, pues esa quedada para coger un diario se acabó convirtiendo en una cita, y para mí, la mejor tarde de mi vida.

Pude negociar una grata victoria junto a mi subsconciente, que yacía a mi lado en el banco. No podía ser más feliz.

Nunca en mi vida me había sentido así de bien, jamás.
Miré a las estrellas, al menos a las que se podían ver a través de las nubes. Digamos que la lluvia siempre me acompañaría en los momentos de mi vida, obviamente este no sería una excepción; empezó a llover
Y por supuesto, adivinar; no llevaba paraguas...

Una vez más, era el idiota que no llevaba paraguas mientras la lluvia caía, pero esta vez era diferente...
El sueño se apoderó de mí, y sin darme cuenta, acabé tumbándome en aquel incómodo banco. No puedo recordar nada más, pues el sueño borró todos mis recuerdos de lo que iba a pasar esa tranquila noche...

BAJO LA MISMA RUBIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora