-1- Lluvia

86 6 4
                                    

Miré al cielo, estaba nublado, tenía pinta de llover. Mis predicciones eran ciertas, pues minutos más tarde la gente empezó a abrir sus paraguas, y al cabo de un rato yo era el único idiota sin paraguas que se estaba empapando... ¿Por qué soy así de estúpido?

Comencé a correr en dirección al metro, con el objetivo de refugiarme. Fue entonces cuando recordé que no llevaba cartera y por tanto, ni dinero ni bono ni nada. Me aparté a una pared para dejar pasar, me apoyé y dejé caer mi mirada en aquel entorno de estrés y personas grises caminando...

Suspiré fuertemente. Me encontraba lejos de casa y estaba totalmente indefenso. Metí la mano en el bolsillo para coger el móvil, lo único que me quedaba, para mirar la hora. 17:46. Me di cuenta que algo sobresalía de la funda y, exactamente, era un bono de 5 viajes. Mi única esperanza se encontraba en la palma de mi puño, lo cerré con fuerza y me dirigí adentro del Metro.

Me encontraba en las escaleras mecánicas; debería bajarlas, girar a la izquierda y tras esto volver a bajar las escaleras mecánicas. Iba tranquilo, no obstante, esto duraría poco; empecé a correr sin desvelo al escuchar el mítico sonido del metro parándose. Estaba seguro de que era mi destino, y por tanto corrí como nunca lo había hecho. Al llegar a las escaleras mecánicas me choqué con un hombre bastante tapado, no le dí ninguna importancia, seguí a lo mío.
Salté 3 escalones de una vez y pude ver cómo se cerraban poco a poco las puertas de aquel vagón.
Entonces pasó algo que me marcó bastante
Una chica iba a entrar como yo al vagón, pero a esta se le cayeron los libros que llevaba en sus brazos. Mi instinto de caballero actuó en aquel momento, así que fui a ayudarla sin pensarlo. La empujé al vagón, ella entró, y acto seguido le pasé sus libros. Justo en ese momento las puertas se cerraron y nos quedamos cara a cara, con unas puertas metálicas de por medio.
Me quedé embobado, era una chica hermosa, rubia por cierto, que lucía un hermoso gorro a juego con su abrigo. Ella dijo algo, pero lo único que pude ver fueron sus labios moverse, pues no la escuché con el ruido. De repente, sonó aquel ruido que tanto odio y el metro empezó a moverse lentamente...

Yo estaba paralizado, no obstante, empecé a correr al mismo ritmo del Metro.
Ella me dedicó una hermosa sonrisa, a lo que yo respondí con otra bastante feliz. Poco a poco el metro se perdió a lo lejos, y entonces me di cuenta de que tenía uno de sus libros en la mano.

"Seré idiota, podía habérselo dado"

Mi subsconciente y yo volvimos a pelear, pero estábamos de acuerdo en que era idiota.

Allí me encontraba, con el libro de una chica que acababa de perder de vista, sin cartera, lejos de casa en un día lluvioso, Jueves por cierto, y perdido.
Estos últimos datos eran lo que menos importaban, lo único que tenía en la mente era lo que acababa de pasar. Volví a sacar el móvil, acto seguido miré la hora. 17:53

Miré cuánto faltaba para el siguiente; 20 min
Perfecto
Me di cuenta que no tenía cobertura ya que esta era una de las únicas estaciones en las que estaban lo suficientemente subterráneas como para no tenerla.
No tenía cobertura, por lo que no tenía datos.
No tenía datos, por lo que no tenía internet.
No tenía internet, por lo que no tenía posibilidad alguna de llamar a alguien o escribirla un mensaje

"Menuda mierda"

Me senté en un banco de metal de los que hay en las estaciones, exactamente de los que te joden la espalda de lo incómodos que son. No sabía como entretenerme, es más, no podía dejar de pensar en lo ocurrido. Miré el libro que mis manos mantenían, y me dispuse a observarlo detenidamente. Me di cuenta de que no tenía titulo, y en la contraportada no había ninguna clase de resumen. Entonces pensé en abrirlo para ver qué podía encontrarme ahí. Era un cuaderno propio, es decir de ella, en la que escribía y dibujaba al parecer. Ojeé y ojeé, los dibujos eran demasiado profesionales y llegué a una página en la que ponía:
"Mii Diariio"

Dudé si pasar la hoja o no, al fin y al cabo contaría su vida, y por tanto estaría violando su privacidad. Pero al mismo tiempo tampoco se enteraría de que lo leyese...
Me sentía como un hombre que tenía un diablo y un ángel en los hombros
El ángel decía que guardase el libro y no lo leyese, porque no está bien leerlo
Por otro lado, el diablo decía que lo leyese, podría investigar más de esa chica y aparte, ella no se enteraría

Me encontraba en un mar de dudas, cuando desperté de él al sentir la vibración de mi móvil. Al abrirlo me di cuenta que tenía una barra de cobertura, algo es algo. De repente salieron 7 mensajes de llamadas perdidas...

Bueno, 6 eran de mi madre y 1 era número desconocido, así que no le di importancia. Pero lo que SÍ me dio miedo fueron esas 6 llamadas de mi madre, probablemente serían llamadas para saber dónde estoy y qué se supone que hago a las 18:04 en un día tan lluvioso.
Decidí ignorarla, al fin y al cabo al llegar a casa se lo explicaría todo.

Miré la pantalla, me afirmó que quedaban menos de 5 min para que llegase el siguiente metro, el tiempo pasaba muy deprisa. Al final metí el cuaderno en mi mochila y me acerqué al andén, del cual se podía apreciar las luces del metro a lo lejos. Aquel estruendoso ruido llenó mis odios y un vagón se paró justo en frente mía, lo que me recordó a lo que pasó antes.

Se abrieron las puertas y empezó a salir gente, las dejé pasar y luego pasé yo. Me senté apartado de las personas, pues prefiero estar solo en el metro.

Se cerraron las puertas y aquel ruido volvió a llenar mis oidos, un sonido que odio demasiado.

BAJO LA MISMA RUBIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora