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nueve

sí, señor

parte cinco

la mirada del hokage se posaba sobre su asistente, específicamente en la parte baja de su espalda. la muchacha ordenaba algunas carpetas y las iba colocando en el mueble. debido a su baja estatura, ella tenía que inclinarse para alcanzar el último tramo. así que, sin duda, el hombre tenía una muy buena vista de ese trasero cubierto por aquel pantaloncillo que justo en ese momento le parecía más pequeño y atrevido que nunca.

el peliplata suspiró y regresó su atención a su consejero, quien llevaba rato parloteando sin parar, sobre la nueva inspección que se haría y otras mierdas con respecto daimyō de la nación del fuego. exhaló más fuerte en un pobre intento de llamar la atención de la kunoichi, pero no lo logró. ella continuaba tarareando quién sabe qué canción y dando pequeños saltos para alcanzar la repisa.

— ¿hokage-sama? —shikamaru frunció el ceño y alzó un poco más la voz—. como le iba diciendo, señor. lo más recomendable sería... ¡que me prestara un poco de atención!

kakashi se exaltó ante la demanda de su consejero.

— a-ah... ¿qué me estabas diciendo? lo lamento —exhaló, negando con la cabeza—. tengo la cabeza en otro sitio.

— ¿la cabeza y los ojos? —murmuró el nara, formando una sonrisa en su rostro—. si tiene algún asunto que arreglar con su asistente, puedo retirarme —shikamaru no esperó respuesta. abandonó la oficina.

— solo uno más —murmuró narumi, tomando impulso para colocar la última carpeta. de forma inesperada, dos grandes manos le tomaron de la cintura y sin esfuerzo alguno la alzaron lo suficiente para alcanzar el tramo—. u-uhm, gracias —agradeció tímida, aún en el aire—. ¿puedes bajarme?

— cinco centímetros —se escuchó decir al peliplata, antes de bajarla.

— ¿cinco centímetros de qué? —volteó a ver al hokage, enarcando una ceja.

— solo te cubren cinco centímetros extras de tela.

— ¿de qué hablas? me perdí un poco —ella caminó al escritorio y tomó su libreta, para tachar la tarea recién finalizada.

— tu pantaloncillo —el hombre se cruzó de brazos. no se movió de su lugar.

— ¿crees que está muy corto? —indagó la asistente, echando el cuaderno en su mochila.

— sí.

— no veo el problema —admitió.

— yo sí.

— ¿me miras el trasero? —se contuvo de reír.

— es inevitable no hacerlo, sobretodo cuando estás todo el rato dando saltos cerca de mi escritorio —dijo indiferente, encogiéndose de hombros.

— es mi vestuario habitual —resopló la muchacha y se echó la mochila al hombro. eso significaba una cosa.

— te aseguro que, si te inclinas solo un poco, esos cinco centímetros de tela extra subirán y... —frotó su barbilla y negó con la cabeza. se veía tan malditamente caliente cuando se ponía en plan de enojado.

— dos citas, kakashi —narumi caminó a la puerta—. solo hemos tenido dos citas y una de ellas fue una misión de emergencia. no soy tu chica —y moría por serlo. moría por ser de kakashi hatake. pero, luchaba contra sus propios sentimientos e instintos para no arruinar las cosas. para no arruinar lo que sea que llevaba con el hombre de sus sueños. pasos de bebé, así debían manejarlo. poco a poco. pues, lo que fácil viene, fácil se va.

nous 𖦹 kakashi hatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora