Capítulo 2

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Narra Gin

Vale, ya sé que odio mate y la profesora lo sabe, pero esto es el colmo. Me ha castigado por decirle que odio la clase, porque ella la hace menos agradable, y que no me importa derivar si ella no me va a dar un ejemplo con el cual yo vea que derivar va a ser útil para mi futuro.

¡Pero si solo quiero tener un motivo de estudio!

El punto es que me mandó a estudiarlo por mi propia cuenta y tengo que llevar el lunes un ensayo completo sobre tres de las aplicaciones de las derivadas. Ahora son las dos y media de la tarde y estoy en la biblioteca sufriendo porque no sé qué libro utilizar.

-Creo que este me servirá –pienso en voz alta mirando un tomo enorme que en el titulo lleva algo con la palabra derivada y si lleva derivada sirve. Voy a tomar el tomo de la estantería y al hacerlo choco con el hombro de un chico.

-¿eres ciega? –giro a verlo, es un chico alto de cabello negro azabache y ojos cafés –vaya y al parecer muda.

-serás idiota –digo colocándome la mano en la cintura –me has chocado tú. –digo alzando un poco la voz y señalándolo – ¿y tengo yo que pedir disculpas? Vaya pero ¿quién te has creído? –le digo tratando de contener un mal impulso.

-por favor silencio, -dice la ayudante de la biblioteca señalando con un dedo el letrero de silencio y con el dedo índice de la otra mano en los labios –a la próxima los llevo a rectoría –se da la vuelta y desaparece.

¡Vaya sí que sabe en qué momento aparecer!

Tomo el libro de la estantería lo coloco debajo de mi brazo, tomo la mochila y voy a salir de la biblioteca cuando el chico de hace un momento me hala del brazo y me mira retándome. Pero ¿tiene algún problema?

-¿y ahora que te pasa? –le suelto con tono tosco.

-necesito este libro –dice a la vez que me saca el libro del brazo –y lo quiero.

-a ver ¿y debo suponer que eres de esos que obtiene lo que quiere? –digo con gesto serio. El da un paso hacia mí y yo retrocedo quedando entre él y la estantería.

-Todo –susurra y acercando su cara a la mía afirma –: y este libro no será la excepción.

Uy, que lo mato.

-¿te quieres separar de mí, por favor? –tranquila Gin, estas a solo una falta de ser expulsada y este cabezota no hará que te expulsen.

-¿te intimido? –Se acerca un poco más –¿O nunca ningún chico se había acercado a alguien como tú?–me mira a la par que esboza una sonrisa burlona.

Lo mato. Que me perdone mi madre, pero creo que tiene que conseguir de nuevo otro instituto.

Con toda la chulería que puedo me acerco unos centímetros más asegurándome de no tocarlo, poso mi mano derecha en la parte inferior de su espalda y ni siquiera se inmuta. ¡Creído!

-¿tú que crees? –sonrío y sin decir más empujo su cuerpo hacia mí y con toda la velocidad que puedo levanto mi pierna y le doy en esa parte que según cuentan a los hombres les duele demasiado.

Ahoga un grito y lo veo morderse el puño de la mano izquierda y bueno la derecha esta en sus partes, se deja caer en el suelo y yo le sonrio.

-lo siento chico perfecto, pero las chicas como yo odiamos a los chicos como tú –le quito el libro de la mano y salgo a toda mecha de la biblioteca.

Al salir miro que no me siga y no lo hace. En efecto le debió doler demasiado. Me detengo en el pasillo y río. Recuerdo sus palabras "alguien como tú" lo siento, pero no sabe en donde se metió y la verdad yo tampoco pero no creo verlo de nuevo y si lo veo tengo dos opciones: hacerle frente y esperar consecuencias o correr y definitivamente opto por la primera.

El Mundo de Las FeasWhere stories live. Discover now