Capítulo 4

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-Te quiero hermana –la voz se apaga con cada palabra dicha –lo siento, no  puedo, yo

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-Te quiero hermana –la voz se apaga con cada palabra dicha –lo siento, no puedo, yo...

-por favor Lauren –su voz está entrecortada por sus sollozos, el dolor abarcado en el pecho es insoportable –no me dejes, te lo suplico, tu eres... -calla tratando de aclarar su voz –no podría sin ti –su voz era una súplica.

Dos sollozos unánimes, llenos de dolor, decepción y rabia. Problemas diferentes que las afectaban a las dos.

-hace tiempo que perdi el sentido de vivir y solo vivía por estar y no ser, tu vivirás buscando ser y sabiendo estar

-Si lo haces juro por mi vida Lauren que te odiaré toda mi vida, que solo tendré de ti los recuerdos más hostiles –decía todo lo que decía sin pensar.

Su hermana la escucho callada pero no pudo escuchar todo, colgó mientras Sabira seguía con sus amenazas y emprendió una marcha triste y dolorosa aún más dolorosa al saber que su hermana viviría odiándola

-NOOO

-Sabira hija –un padre preocupado toma a su hija por los brazos mientras ella se revuelca con brusquedad en la cama –calma mi niña calma.

Sabira se despertó una vez más agitada por su pesadilla repetida, por sus tormentosos recuerdos, por su dolor escondido, por un dolor que la estaba consumiendo, dañando, pudriendo. Le calaba hondo pero nunca lo demostraría.

-Lo siento papá –dijo somnolienta –ya han sido muchas veces ¿no? –trato de bromear con su padre, un padre que estaba roto por un matrimonio al punto del fracaso y la muerte de una de sus dos hijas.

-shh mi niña, no importa cuántas veces sean, siempre estaré aquí –dijo mientras la acunaba como a un bebé en sus brazos –tienes que olvidarlo o siquiera asimilarlo –se corrigió rápidamente.

-¿Olvidarlo? –dijo molesta – mi cerebro trata de borrarla de eliminar su existencia o siquiera de imaginar que está bien. Mi hermana se suicidó no es algo que se olvida y lo sabes.

-No mi niña –su voz era un bálsamo relajante, él no se permitiría quebrarse delante de su bebé, aunque lo que de verdad le dolía era saber que su hija estaba rota y ella no quería repararse por más que dijera lo contrario –ella no quería que te sintieras de esa forma –suspiró, recostando a su hija en la cama de nuevo –ahora duerme ya pronto amanecerá.

Ella asintió, mientras su padre la cubría con su manta, pero sabía que no dormiría más por aquella mañana. Una vez sola en su cuarto se sentó en su cama y repaso con dolor cada momento que vivió con su gemela, con un su copia exacta. Recordó la vez en que su padre discutía muy fuerte con su madre y su hermana la llevo a ese cuarto, la abrazó y le dijo que todo estaría bien que los adultos entre más crecían retrocedían un paso en la evolución, pero también se imaginó como habrían sido los últimos momentos de su hermana en ese cuarto antes de suicidarse.

El Mundo de Las FeasWhere stories live. Discover now