Capitulo 2.

146 7 0
                                    

Aquellos ojos se insinuaban de un modo que no tenía nada de civilizado. Una tenue sonrisa permanecía agazapada en aquella boca de labios carnosos. 《Desde luego no es la clase de hombre con el que quisiera encontrarme sola en una habitación》 pensé. Su mirada descendió por mi cuerpo en una perezosa inpección para acabar regresando a mi cara, y acto seguido me dirigió uno de esos respetuosos asentimientos con la cabeza que los hombres de Londres han elevado a categoría de arte.

Le di la espalda deliberadamente, concentrando toda mi atención en mi novio, Harry. Nos pusimos a contemplar a los recien casados, que estaban bailando mejilla contra mejilla. Me puse de puntillas y le susurre en el oído:

-Luegos nos toca el turno a nosotros.

Harry me paso el brazo por la cintura.

-Veremos qué tiene que decir tu padre al respecto.

Harry iba a pedirle permiso para casarse conmigo, una tradición que yo encontraba anticuada e innecesaría. Pero el estaba emperrado en hacerlo.

-¿Y si se niega a su aprobación?- pregunté. Como mi padre nunca encuentra nada bien de lo que hago, era una posibilidad a tener en cuenta.

-Entonces nos casaremos sin más.- Harry retrocedió unos centímetros y me miro desde arriba- Aun así me gustaría convencerlo de que su hija tampoco está haciendo tan mal negocio, después de todo.

-Eres lo mejor que me ha sucedido nunca.- Me acurruqué en la curva de su brazo. Me parecía un milagro que alguien pudiera quererme de aquella manera. Ningún otro hombre, por guapo que fuera, podría interesarme jamás.

Sonreí y volví a mirar en la misma dirección de antes, con curiosidad por ver si el tipo de ojos azules aún seguía allí. Por algún motivo, me sentí aliviada cuando comprobé que no era así.

Mi hermano Niall había insistido en que la ceremonía de su boda tenía que ser lo más discreta posible. Solo un puñado de personas había podido acceder a aquella pequeña capilla de Houston del sigo XVIII.

La recepción posterior en cambio, fue lo que se dice un autentico circo.

Los Travis habíamos invitado  setecientas personas, pero a la recepción asistieron por lo menos mil. La gente se apretujaba dentro de la mansión familiar  o salía como podía para diroigirse al enorme pabellon blanco, que había sido adornado con miles de lucesitas blancas y un sinfín de orquídeas en distintos tonos de blanco y rosa.

Todo el mundo estaba pendiente de la llegada de Niall y Barbara, que se habían quedado en la capilla con el fotografo.

Harry estaba un poco aturdido. Procediendo de una respetable familia de clase media como la suya, asistir a un acto social de aquellas características le parecía el no va mas de la distinción.

El diablo tiene los ojos azules (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora