Y ahí estaba yo, de camino hacia el instituto, pensando en si hoy me insultarían o pegarían.
Es insoportable.
No era normal para una niña de 12 años.
El viento azotaba mi cara y mi cabello largo hasta la cintura "volaba", mis ojos color miel decorados con unas horribles gafas, que inspeccionaban cada lugar de la calle por la que pasaba a paso rápido para no llegar tarde al colegio. Mis dientes decorados con unos estúpidos braquets estaban escondidos por una cara triste y solitaria. También llevaba ropa unas tallas más grandes de la mía, por supuesto, bastante grande ya que yo estaba gorda.
Cuando llegue a la entrada del colegio, me paré y suspiré.
Espero que hoy me dejen en paz "pensé"
Pero justo al entrar mi deseo se convirtió en mierda, justo cuando llegó SOPHIE.
-Mirad, la gorda ha llegado, porque no te mueres?-Dijo pegándome una cachetada, yo solo me aferré más a las cintas de mi mochila y me dirigí a paso rápido hacia la clase donde teníamos la primera asignatura.
Cuando llegué, me senté en la mesa del fondo, al lado de la ventana.
Faltaban 10 minutos para que viniera el profesor, o por lo menos para que suene la campana de entrada a clases.
Yo no tenía amigos, siempre he sido la gorda, o la nerd, o la más fea. Yo no soy quién para merecerme semejante... Estupidez.
Siempre me insultan y me pegan Sophie y sus reclutas, parece exagerado pero, existen rubias oxigenadas sin corazón de todas las edades.
Y un grupo de imbéciles, los "populares y guays" por así decirlo.
Ellos son Cameron Dallas, Nash Grier, Matthew Espinosa, Taylor Caniff, Carter Reynolds, Aaron Carpenter, Shawn Mendes, Jack Johnson, Jack Gilinsky.
Estos dos últimos no me insultaban ni me pegaban pero no hacían nada.
Como el resto de seres vivos dentro de este colegio "pensé"
Toco la campana y cinco minutos después ya estaban todos las personas, hasta el profesor dentro de clase.
La clase paso aburrida, tomando apuntes mientras los imbéciles y Sophie y sus reclutas me tiraban papeles con mensajes que no quiero leer.
Cuando acabaron las primeras clases tocaba la hora del almuerzo, yo, claramente, como sola, y antes de volver a clase fui al baño.
Estaba en un cubículo cuando oigo la irritante voz de Sophie.
-Tenemos un plan...-Dijo e intenté que no se me escuchara pero estornudé.
-Quién esta ahí?-Dijo una de las reclutas de Sophie, Amanda.
Estaba rezando para que no tocará mi cubículo pero en mi vida la suerte no está de mi lado.
-Quién hay ahí?-Dijo Sophie con una voz burlona y miró por debajo de la puerta.-Abre o llamaremos a los profesores.-Dijo y yo no quería problemas, así que, como tonta que soy, abrí la puerta y me cogieron de la camiseta.
-Te has metido con las personas equivocadas.- Dijo Eva, otra y me empezaron a golpear, cuando sonó el timbre ellas me dejaron ahí tirada.
Me levanté como pude y me miré al espejo.
-Joder.-Susurré para mí misma, me limpié como pude y me fui hacia clase, da igual, llevaba la nariz sangrando, un moretón en la mejilla, el labio roto y rasguños por toda la cara, claramente también en el cuerpo.
Llamé a la puerta y el profesor me miró preocupado pero me dejo pasar, me fui a mi puesto y los imbéciles me empezaron a insultar.
-Gorda, pásame los apuntes.-Dijo Cameron y lo miré, rode los ojos y volví a apuntar en mi libreta como si nada.
Esta era la última clase, solo faltaba un min... Acababa de tocar, me fui corriendo, literalmente, como pude y me fui directa a mi casa.
Llegué a mi casa y como siempre no había nadie. Mi padre había muerto lo que hizo que mi madre trabajara mucho más.
Mi madre estaba enterada desde hace poco de lo de que me golpean y tal, ella me dijo que pronto tendrá buenas noticias para mí, no estaría nada mal la verdad.
Me fui a mi habitación, la verdad era bastante espaciosa y grande.
Oí el sonido de la puerta.
Mi madre.
Bajé a pregúntale cómo iba, me llevaba bastante bien con mi madre, su pelo castaño y sus ojos verdes... Envidiables, era muy guapa, nada parecida a mi la verdad.
-Hola mamá.-Dije y se giró, ya que estaba sentada en el sofá.
-Dios mío cariño, estás bien?-Dijo preocupada y yo hice un ademán dando a entender que no importaba.
-Tengo muy buenas noticias.-Dijo mi madre y mi cara cambió en ese mismo instante, tenía una sonrisa de oreja a oreja.
-Dímela.-Dije desesperadamente feliz.
-Nos mudamos a... SAN FRANCISCO.-Dije y festejé como nunca, podré irme de este insensible sitio.
-Cuando? No quiero que me peguen otra vez en ese horroroso sitio.
-Puedes ir haciendo las maletas, salimos mañana.-Dijo mi madre y subí corriendo.