Capítulo 5: Nuevo objetivo

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Un pesado brazo cálido envolvió sus hombros de repente, sin embargo, ella no se sobresaltó. Conocía demasiado bien ese aroma a sudor mezclado con salvia y tierra, no muy agradable pero tan familiar para sus fosas nasales que se sintió por un segundo en casa, protegida y feliz, donde siempre había alguien para cuidarla.

Empezó a toser ni bien él se sentó a su lado. Tapó su boca con ambas manos y, al terminar, se dejó caer rendida sobre el hombro de su hermano, en apariencia más débil y pálida que antes. Él, en silencio, se apartó por un segundo para colocarle una manta que sacó de las habitaciones encima de los hombros, restregando sus brazos y apretándola contra su pecho nuevamente.

—No deberías tomar frío —indicó, acariciando su cabello ya seco —. No creo que sea más que un simple resfrío, quizá catarro, pero no hay que empeorarlo. No cuando no tenemos nada para combatirlo.

Wylla suspiró y se acurrucó más en él. Podía aparentar fortaleza, mostrarse independiente y valiente, pero dentro de aquella casa, en la oscuridad y con el cosquilleo de su hermano mayor al hablar rozándole la coronilla, no se sentía nada más que una niña pequeña. No se había dado cuenta hasta ese momento a qué grado lo había extrañado.

—¿Dónde... dónde has estado todo este tiempo? —preguntó ella en un momento, simplemente para escucharlo hablar.

—Donde he podido—contestó —. Cuando mamá y yo fuimos a lo de la tía, ella estaba rara... Ya sabes que la tía Helen nunca ha sido muy sociable o amable, como mamá. Siempre buscaba una excusa para regañarnos o algo así, pero esa vez ella estaba muy... feliz. No sé cómo explicarlo. Todo lo contrario a lo que recordaba de ella.

Wylla asintió repetidamente, suspirando.

—Mamá estaba igual—comentó, ausente —. Y ya no tenía las cicatrices del rostro y el cuello.

Quizá eso había sido lo que más le dolió de lo que hicieron los parásitos aparte de quitarle todo. No solo habían matado a su madre, sino que habían procurado arrebatarle su esencia primero, su muestra de supervivencia.

—Y Parker no estaba —informó en voz baja —. Tía Helen dijo que había salido, pero...

Ella soltó una risita y completó su frase.

—Fueron un miércoles por la tarde —dijo —. Parker nunca salía ese día a esa hora.

—Exacto —concordó Baruch —. Nunca, ni cuando vivíamos cerca e íbamos a buscarlo. Pero le seguí la corriente para saber qué pasaba. A eso del atardecer llegaron un par de hombres con traje que quisieron llevarnos. Pude escapar porque golpeé a uno, pero para mamá era tarde. No pude hacer nada... No sabía dónde estaba...—exclamó, tartamudeando y con la voz quebrada —. La busqué por todos lados, pero sabía que ellos iban a volver por el hombre que se supone me tenía que llevar a mí, por lo que me marché... Cuando llegué a casa ustedes ya no estaban. —Se giró para observar a su hermana con ojos suplicantes y arrepentidos. —Lo siento... Yo...

Ella extendió la mano y tomó la de él, apretándola tan fuerte que él soltó un gemido tanto de dolor como de resignación. Ella recordaba que cuando eran niños y él estaba muy inquieto por alguna razón ella solo tenía que tomarle la mano así, con esa medida de fuerza, para que él se mantuviera estable.

—No eres el que tiene que pedir perdón, Bar. Maté a mamá y casi te mato a ti —prorrumpió Wylla, sacudiendo la cabeza —. Todo esto... Este tiempo pasado me hacen... me hacen... —No creyó que pudiera concluir la frase, por lo que apoyó la frente en el mentón de él y se mantuvo en silencio.

—Más fuerte—completó Baruch en algún momento.

Ella negó con la cabeza luego de apartarse.

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⏰ Última actualización: Feb 20, 2017 ⏰

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