"El inicio"

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Para poder entender la historia debemos ubicarnos en el lugar y la fecha correcta. Mi familia y yo viviamos en un campo a las afueras de la ciudad, en Washington, Estados Unidos. Mi padre había heredado la fortuna de mi abula ya difunta Elizabeth Ámsterdam, una de las empresarias más conocidas en el ámbito de la medicina moderna. En ése momento yo tenía unos 15 años y mi hermana Mey tenía recién cumplidos los 14, mi padre estaba convencido de que debiamos quedarnos en esa vieja casa de campo para continuar con la tradición familiar, ya que su padre y el padre de su padre, y así hasta unas nueve generaciones atrás, habían vivido y cuidado de esa casa, esa horrible casa mejor dicho. Por el contrario mi madre insistía en irnos a una de las grandes y lujosas mansiones que había heredado mi padre, idea que mi hermana y yo apoyabamos indiscutiblemente. Pero él, terco y firme en sus decisiones no aceptaba y nos quería convencer que ese era el mejor lugar en el que nos podíamos quedar, cosa que no entendí hasta unos años más adelante.

Una de las cosas que hacian que mi familia sea peculiar es que tanto Mey como yo no ivamos a estudiar a institutos como lo hacían los adolescentes de nuestra edad, sino que realizabamos nuestros estudios en casa de la mano de nuestros padres.

_ Padre, ¿no crees que ya es hora de que seamos una familia normal y nos dejes ir al colegio o cosas como esas que hacen chicos de nuestra edad?- dijo Mey perpleja
E impaciente.

_ !ya estamos por terminar este año y comenzar el 2117! - aumente dando énfasis a la pregunta de Mey.

Mi padre estaba sentado en el sillón leyendo libros de medicina como solía hacer todas las tardes, a lo que bajó el libro y frunciendo el seño nos miró y finalmente dijo con vos ronca y clara que no.

A lo que Mey y yo suspiramos prundamente.

Por cosas como estas era que mi padre y yo teníamos muchas discusiones. Yo sólo quería tener una vida normal, sin sentirme apartado de la sociedad o un fugitivo de la ley. Pero él no lo entendía o no le daba importancia, ya que, según sus relatos, tuvo una infancia igual que la mía, sólo que sin una hermana con la que compartir.

Así es... Mi vida era un poco más aburrida de lo normal y eso me tenía muy inquieto, ya que además de no salir nunca de casa, nadie venía a visitarnos, puesto que no teníamos tíos, o primos, o abuelos. Eramos sólo mi madre, mi padre, Mey y yo.

Un día cansado de la desgracia que me rodeaba, antes de irme a dormir le dejé una nota a Mey que esperaba leyera esa misma noche.

Nota: "Mey, espero que leas esto y sepas que lo que te voy a pedir es difícil pero asegura nuestra felicidad, mañana antes de que cante el gallo saldremos de este calvario para seguir con nuestras vidas tal y como lo queremos. Ven a mi habitación cuando padre y madre estén en profundo silencio ya disfrutando de su sueño y te contaré con lujo de detalle nuestro plan. Atte: Matthew"

Así es, le estaba pidiendo a mi hermana que me ayude a escapar y nos fuéramos de esa horrible casa.

*toc toc*

_ Matthew!! Soy Mey. Abre la puerta antes de que madre y padre se enteren -corrí a abrir y ahí estaba ella, con maleta y todo, lista para irnos.

_ Bien -dije con emoción- ahora te contaré el plan para fugarnos y poder continuar con nuestras vidas.

Plan: mi brillante plan era atar las sábanas y salir por la ventana de mi cuarto, cosa que no había pensado muy bien la verdad ya que dormiamos en el la tercera planta. Una vez solucionado ese tema ibamos a tener que correr hacia los limites del campo atravezando el maizal para llegar a la ruta, sé lo que están pensando... No es una buena idea, pero era lo unico que se me había ocurrido.

Una vez le había contado todo el plan a Mey lo pusimos en marcha. Atamos todas las sábanas y comenzamos a bajar a través de ellas hasta el patio de la casa, donde nos pondríamos a correr hacia la ruta que nos llevaría a la ciudad más cercana. Cuando comenzamos a correr llegamos a las plantaciones de maíz y nos frenamos en seco para analizar dos veces la situación.

_ ¿Esto es seguro? -dijo Mey aterrorizada - a lo que asentí con la cabeza.

Y esa fue la señal que hizo que empezaramos a correr a través del maíz. Al poco tiempo de emprender carrera sentí un grito de mi hermana y un fuerte golpe, a lo que me frene y retrocedi en busca de ella.

_ ¡Mey! ¡Mey! - gritaba temeroso, a lo que escucho sus sollozos.

_ ¡Aquí! ¡Ayúdame! -gritaba con voz desgarradora.

Por suerte la encontré, sólo que había caído en un pozo de aproximadamente cuatro metros de profundidad, al parecer se había lesionado una pierna y no podía salir por cuenta propia, por lo que tuve que correr a pedir ayuda.

_ ¡Padre! ¡Madre! ¡despierten, necesito su ayuda! -gritaba desesperadamente mientras golpeaba fuertemente la puerta.

Una vez mis padres se despertaron y les conté lo sucedido, ayudaron a Mey y la llevaron a su cama para que haga reposo, lo que ocasionó que vieran la nota que yo había dejado a Mey, cosa que me trajo muchos dolores de cabeza.

Al día siguiente me desperté con unos ruidos insoportables de maquinaria y pensé que podrían estar haciendo a tan tempranas horas, por lo que pegué un salto de la cama y vi que mi padre hablaba con unos hombres vestidos de albañiles y les daba indicaciones de algo que no llegaba a entender. Me dirigí al baño a llevar a cabo mi rutina de todas las mañanas, cepillarme los dientes, darme una ducha y bajar a desayunar.

"Experimento Letal"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora