Parte I: Centro de Atención Psiquiátrica St. Martin

77 1 0
                                    

—Por el cargo de asesinato en 2o grado, el acusado se declara...?

—Culpable.

—Cumplirá sentencia en el Centro de Atención Psiquiátrica St. Martin

Dos guardias se colocaron uno a cada lado de la chica y la tomaron por los brazos.

—No! Suéltenme! Suéltenme! Yo no hice nada! No pueden llevarme allí!

Ginger Flawless, la chica en cuestión, pataleaba y gritaba sin cesar mientras los 2 guardias la arrastraban fuera del tribunal.

—Dylan! Dylan, joder, ayúdame!--le gritaba a su abogado, que lo miraba todo desde arriba de las escaleras.

—Es por tu bien, Ginger--fue lo único que dijo.

Putos abogados pensó, y se dijo que no estudiaría Leyes cuando saliera de aquel lugar.

La subieron a una camioneta negra de vidrios blindados y, sin quitarle las esposas, la sentaron en la parte del fondo.

—Eh... olvidaron las esposas—dijo Ginger y alzó las muñecas para que las vieran. El oficial, un hombre de unos 50 años y con una barriga del tamaño de la de una mujer embarazada, negó con la cabeza.

—Serán tus nuevas amigas—contestó, con un tono sarcástico que hizo que Ginger tuviera ganas de golpearle.

—Em...—Ginger las observó, con el ceño levemente fruncido-—no me agradan mis nuevas amigas, oficial... Federick. Podría quitarlas?

--No--el oficial Federick cerró la puerta de un golpe, haciendo que toda la camioneta vibrara.

El camino del tribunal al centro de ayuda psicológica, unos 10 minutos en los que Ginger no dejo de dar tirones para intentar liberarse de las esposas. Cuando llegaron, las muñecas teníam hilillos de sangre.

El lugar era francamente deprimente. Las paredes estaban pintadas de un gris descolorido o de un blanco muy sucio, y las ventanas tenían barrotes parecidos a los de las carceles. Había un pequeño patio con unos arboles con las hojas secas y un pasto amarillo. El folleto era mucho más bello pensó Ginger. Tampoco daba la apariencia de ser un lugar para sanar tu cabeza, sino más bien uno para causarle más problemas.

--Te gusta?--dijo el polícia con un toque sarcástico que le dio ganas a Ginger de patearlo.--es tu nuevo hogar.

Arrastraron a la chica dentro del edificio, que tampoco era mucho mejor que el exterior. Había unas cuantas mesas de Coca-Cola con sillones de cuero de los años 80 y un cuadro de una playa que tenía pinta de ser más viejo que los policías que la escoltaban.

Una señora con gafas y un moño y la cara llena de pecas les sonrió por detrás del mostrador. Ginger se fijo en un cactus agonizante.

--Flawless, Ginger--dijo el oficial de la derecha. Sonaba como un robot y eso hizo que Ginger se estremeciera.

--Claro, linda--la mujer salió del mostrador y extendió su brazo hacia ella--ven, niña, vamos a tu habitación.

El oficial le quitó las esposas y la chica se sobó las muñecas con una mueca de dolor, para luego seguir a la mujer a lo largo de un pasillo hasta la habitación 234.

La habitación era, básicamente, un cubículo de 4×4 con un colchón y una ventana con barrotes. Ah, y un escritorio gastado con garabatos en los bordes.

--Esto?--dijo Ginger sin poder contenerse.

--No te gusta?

--No! Es horrible! No quiero estar aquí!--Ginger golpeó la pared, sacandose sangre de los nudillos.

La mujer, que parecía haber visto ataques de locura peor que el de Ging, la miro tranquila.

--Es por tu bien, querida.

--P-pero yo estoy bien.

La señorita negó y se fue. Ginger se sentó en el suelo, que se veía más cómodo que la misma cama y se quedó mirando la pared. Estaba muy triste. Tendría que arreglar eso más tarde.

Un hombre abrió la puerta. A dierencia del policía que la había escoltado allí, este hombre ers joven, apuesto y se veía que era majo.

--Eh?--dijo Ginger

--Hay... reunión--contestó él y por el modo en que lo dijo parecia que no quería usar el verdadero nombre de la "reunión"

--Y...?

--Tiene que ir.

--Lo supuse--contestó y se levantó--vamos.

El "salón de reuniones" estaba en el 3er piso, y era unas 5 habitaciones juntas donde 20 chicos estaban sentados en círculo.

--Ginger, te esperabamos!--dijo una chica de unos 27 años, de cabello negro y ojos cafés. Tenía apariencia latina

--En serio?

--Sisi, ven, pasa.

Ginger se sentó en la única silla libre, una pegada a la ventana que, al igual que todas, tenía barrotes estilo Harry Potter y la Cámara Secreta.

--Hablanos de... por qué estás aquí.

Ginger lo pensó un momento, balanceandose en la silla como si fuera un columpio.

--Veamos... soy Ginger Flawless, tengo 20 años... y fui acusada de un asesinato. Que no cometí, por cierto.

Las miradas iban de la sorpresa al miedo, del miedo a la duda y de la duda a la furia.

--Mataste a alguien?--preguntó un niño de 15 años como máximo.

--No.

--Y entonces?

--NO LO SE!--Ginger se levantó de golpe, tirando la silla en la que estaba sentada.

--Ginger, querida, cálmate--murmuró la chica latina.

--NO! ÉL ME ESTÁ AGREDIENDO!--apuntó al niño, que la miraba con el ceño fruncido.

--Él no está haciendo nada--el tono de voz de la mujer cambió de ser dulce a ser autoritario--siéntate, Ginger.

Y Ginger se sentó y no volvió a abrir la boca en toda la reunión.

Cuando acabó, y ella se disponía a irse, un chico, rubio, de ojos claros y una actitud de estar en otro lugar, se paró frente a ella y le estampó un beso en la boca. Fue rápido, fugaz, y cuando Ginger parpadeó, él ya se había ido.

Niall's my delirium {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora