VII: Lo que pasó con él

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—Hay una emoción oscura, que se vuelve un hilo que has de seguir—dijo Johan al oído de Nick—. ¿Puedes verlo?

—Sí; hay un hilo frente a mí—respondió con respiración acompasada; Nick se encontraba en espacio totalmente blanco sin vértices aparentes. Pero al oír la voz de la pantera, que él percibía como su propia voz, un hilo negro se materializó. Este se extendía a algún punto lejano.

—Camina sin miedo, Nicholas, ve hacia donde te guía el hilo. Ve a ese recuerdo que tu mente intenta ocultar—continuó Johan— ¿Qué ves?

—Veo a un niño, un pequeño zorro… no, s-soy yo —Nick se sumergía poco a poco en el recuerdo—. Soy yo a los nueve años, e-estoy en mi casa y… alguien… ¡alguien grita tras una puerta!—dijo clavando las garras en los apoyabrazos de la silla.

—Detente ahí; repite conmigo: Soy un testigo—La pantera tomó las manos de Nick, cuyas garras habían dejado marca en el asiento—frente a mí, están los hechos.

—S-Soy un testigo… frente a mi están los hecho.

—No han de cambiar, mas no han de dañarme. Pues solo soy un testigo invisible.

—No han de ca… cambiar—Nick se calmaba; su respiración volvía a ser lenta y tranquila— mas no han de dañarme. Pues solo soy un testigo invisible.

—Muy bien¸ ahora avanza. ¿Qué ocurre?

—Una mujer grita; me pide ayuda, pero no puedo… no: No debo ayudarla— Nick temblaba, un fuerte miedo lo invadía— ¿Por qué no puedo? No lo recuerdo.

—Sí lo recuerdas, mira alrededor, las respuestas están ahí. Enfócate.

—Yo… no debo abrir la puerta; eso… él me dijo que no la haga—dijo algo más calmado—.  “Vete de aquí… no vuelvas hasta que vaya a buscarte” me dice.

— ¿Quién es?, ¿quién te impide avanzar?

—No… No sé; tengo miedo. Deja que me vaya—su voz sonaba quebrada; sollozaba.

— ¡Sabes quién es!, deja que el recuerdo fluya. No hay nada que temer.

—No, no, e-es peligroso—dijo agitándose en la silla y sollozando— tengo que irme, ¡Déjame salir!

—Nick, tranquilo…

—¡NO! ¡SACAME DE AQUÍ!—Nick empezó a gritar y retorcerse en la silla violentamente. Terminó  cayendo al suelo, donde siguió forcejeando

— ¡Johan, fue suficiente! ¡Detenlo!— gritó Quimera.

— ¡Aun no! todavía no tenemos nada…

— ¡Me importa un demonio!, ¡ya despiértalo!

— Lo siento, no puedo. Necesitamos esa información—Johan increpaba a Len con la mirada; pero el semblante del enorme tigre no cambio. Seguía firme en su decisión—. ¡Bien! Nicholas… paredes blancas de calma—dijo poniendo su mano sobre la cabeza de Nick— serán mis guardianes; paredes blancas retienen la oscuridad que no deseo ver—al recitar el final de esa frase, el zorro, aún en el suelo, dejo de forcejear. Empezó a respirar con fuerza, pero su semblante era más calmo.

— Tiene que haber un método menos agresivo. Vamos Johan, eres el experto en esto. Piensa—Dijo Len, mientras volvía a levantar a Nick.

—Ok, ok… solo dame un segundo—Johan, dio un par de vueltas por la sala, pensativo—. Él está demasiado asustado; no confía en sí mismo para enfrentar lo que sea que hay en su mente. Necesita algo más… debe visualizar a alguien en quien confíe. Alguien con quien pueda abrirse incondicionalmente y lo ayude a enfrentar su dolor. ¿De casualidad sabes si tiene a alguien así?

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