15. ¿Él ya no me quiere?

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Pase toda la tarde pensativa, preguntándome porqué Gabriel actúa así, de quien es la casa a la cual entró, y no me llega ninguna respuesta a esas preguntas. Sólo me queda confiar y esperar a que el llegue. Estaba sola en casa, mi mamá no vendría sino hasta mañana en la mañana, me estaba desesperando. Necesito salir, hacer algo para distraerme.

Llamé a Gabriela, pero estaba ocupada. Llamé a Rafael, pero estaba ocupado.
Ya no tengo a más nadie, sólo Gabriel, pero no lo llamaría.

Me cambié de ropa, agarré mis llaves y dinero, y salí de casa. Si tenía suerte, podría encontrarme con Isabel en el parque. A paso veloz llegué a mi destino, habían pocas personas habitando el lugar, entre niños corriendo y adolescentes caminando.

– ¡Cuidado! – escuché a lo lejos el grito de una chica y seguido de eso siento un golpe en la cabeza que me dejó algo atontada. Era una pelota verde manzana.

– ¡Te dije que no la lanzaras tan fuerte!

– Hey ¿estas bien? ¿me escuchas? – me habla un chico de ojos color avellana y su cabello era castaño claro y liso.

– Si, estoy bien – le Sonreí – No te preocupes.

— De verdad discúlpanos... Estoy tan apenado contigo — pasó su mano por la frente, miraba para todos lados, y luego volvió a posar su vista en mi y me sonrió — ¿Quieres jugar con nosotros? Así cobras venganza por lo que te hizo aquella chica de cabello negro —. Y señaló a la ya antes mencionada.

— No, tranquilo — le sonreí y me despedí de él.

Seguí mi camino, buscando a una rubia, pero no una rubia cualquiera, una de ojos grises llamada Isabel. Duré varios minutos buscándola, pero no aparecía y eso me desanimó más. Volví al mismo sitio donde me pegaron la pelota, pasé con precaución y me senté algo alejado de ellos para observar cómo jugaban.

Jugaban malísimos; dejaban caer la pelota, la lanzaban muy alto, no había un propósito como tal, pero se divertían, reían y abrazaban. Era una escena muy linda, en la cual siempre quise participar, reír a carcajada y no parar hasta llorar, abrazar y que me abracen dando a entender que había cariño, y divertirme como nunca. Hacer algo que nunca olvide y me haga sentir feliz.

“Gabriela nos miró con algo de picardía y luego sonrió, dejando ver sus cartas, tenía póker, miré mis cartas y no tenía nada, luego miré a Gabriel y tenía cara de pocos amigos, en cambio Rafael colocó las manos en las cartas de Gabi ya puesta en la mesa, y mostró las suyas, era una escalera de color.

— ¡Eso es trampa! — alzó la voz Gabriela, aunque su risa no la pudo aguantar, nosotros la copiamos y reímos igual.

Gabriel me abrazo y besó mi mejilla susurrando “ahora ganaremos nosotros” luego de eso, agarro todos los caramelos –fichas– puesto en la mesa y salió corriendo por mi casa, seguido de Rafael.

— ¡Tramposo, devuelve esos caramelos! — gritaba Rafa.

— ¡Nunca! Mwajajaja — respondía Gabriel.”

Había olvidado que tengo recuerdos bonitos con mis amigos, eso me anima un poco más. Pero extraño a ese Gabriel.

— ¡Hey! — era el chico de hace rato — ¿Quieres jugar con nosotros? — respondí su pregunta con una sonrisa.

•••

Llegué a las 18hrs a mi casa, acalorada y bañada en sudor, gracias a las horas que estuve jugando pelota con las personas que conocí en la plaza, lo cual son muy divertidos. Me doy un buen baño y me visto cómodamente para recibir a mi novio, que no tarda en llegar de su trabajo.

El Club de los Suicidas [#Wattys2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora