Con el papel en blanco
pienso en lo que eres
pero es tanto...
Pareces no tener paredes,
no horizonte
donde no puedas vivir,
donde no seas capaz de hacer sentir
que este planeta vale la pena
si te pones como meta liberarte de tus cadenas,
si en esta escena,
llena de niebla obscena,
consigo verte y perderme por el cielo de tus caderas.
Verás, quizá gracias a ti, o por tu culpa,
fluye todavía la alegría
por mis venas,
y suena dulce sinfonía
la novena.
Y me disculpo
por no admirar lo suficiente
la perfección de cuerpo y mente
en su conjunto.
Y aunque a veces no rindo,
ya no me hundo,
no me deprimo.
Brindo si estoy contigo,
por cada lindo átomo de lo bonito
que me enseñaste,
en este monocromo mundo
en el que ser contraste
es delito.
Y me encontraste,
perdido y herido,
andando envuelto en fuego,
camino al mausoleo pretérito.
Pero llegaste,
e hiciste de este infierno un tierno museo,
lleno de musas bellas, pero,
de todas ellas, vaya, tú primero.
Y quiero seguir en este sueño,
este deseo de lámpara mágica,
rompiendo la estrofa clásica,
componiendo a tu lado esta historia romántica.
Trágica si tu ausencia está presente,
nunca en mi mente,
entre carencias de la lógica
de la herencia paradójica
de tiempo.
Tiempo vacío, e inerte,
en el vértigo sombrío de no
caminar contigo.
Por eso intento pasar dormido
hasta el momento en que, como siempre,
vuelvas a hacerme sentir vivo.
Porque la suerte que me condenó al olvido,
como la muerte, ya se ha ido.
Pues se ha vuelto un sinsentido
pensar en el ataúd,
desde que en fuerte alud has venido
abriendo con salud
la hemorragia de mi amor
por la que has entrado tú.
Tú, que has hecho magia con tu voz,
con tus palabras y tu cuerpo
me salvaste de estar muerto
y disolviste mi dolor.
Tú que rimas, poetisa,
tantos versos a este niño
que se pierde entre tus besos
y se niega a ser mayor.
Tú que remas, y sin prisa,
me desnudas con cariño,
navegaste mi sonrisa
y regalaste tu calor.
Tú que eres suave brisa,
premisa de este escritor,
has hecho de mi vida,
una sintonía de color.
Pues imitando a Artemisa
y su arco cazador,
diste en mi corazón deprisa
como rayo lanzado por Thor.
Mostrándome la fantasía
en este mundo atronador
de pasar mi día a día, contigo,
buscando la tierra de Oz
Cantos de poesías,
en acuarelas diluidas,
vertidas en silencio
sobre el lienzo de tu canción.
Y con la inspiración de mi filosofía,
amanezco a tu lado mañanas cálidas,
en las que te contemplo, y me convenzo
de lo sincero de nuestro amor.
Seguimos el pentagrama
de los pasos de este baile,
en el que a oscuras y sin aire,
te leo en braille sobre mi cama.
Dibujo tu escultura
en frágil mármol con cincel,
y la sutil pintura de mi pincel,
esculpe, con cuidado, tu figura.
Estudiado busto,
oculto y admirado,
que solo está a la altura
de la blanca Luna.
Y en bocetos de susurros,
de suspiros hace escorzos,
poniendo el broche con sus besos
cada noche, desde que la conozco.
Y con medidos versos y dulzura
Postro mi literatura, mis huesos
y mi cultura
ante la piel desnuda de tus pies y tu cintura,
ante tu alma, tu rostro y su hermosura.
Y en melódicos abrazos,
te recordaré, pintada a trazos, con mi mirada,
añorándote descanso
como antaño tu cara en mi regazo.
Te añoraré, te esperaré y te recordaré en morado y verde hasta que pueda verte, olerte, pueda tenerte, sostenerte; y te querré, por siempre, hasta que el reloj se pare, hasta que el Sol de iluminar se canse, y los astros de girar cesen; y te cuidaré, mimaré, trataré como sé que te mereces, lo haré con creces, te diré lo que te quiero como necesites tantas veces, y te adoraré; volaré, junto a tu ser sobre la bóveda celeste, te haré saber que aquí me tienes, sé me quieres, sé que me esforzaré y que por un nosotros todo lo daré, y que:
Subiré, hasta la cima de las cumbres,
y moriré, siendo preso de tus besos,
y dormiré, atrapado en tus recuerdos,
viviré contigo en sueños
y juntos podremos descansar.
Y vivirás, soñarás en tus recuerdos,
y dormirás, serás presa de mis besos,
y morirás, entre las nubes del arte
donde subiré a buscarte
para nunca volver a bajar.
