Llora la Luna, desconsolada,
como cada noche contra su almohada.
Llueve penas, riega mares,
niebla horizontes con soledades.
Y escucha el Sol, aterrado,
el rugiente llanto y cantos de espanto,
desolando zonas que ya son páramos.
Sigue su rastro de lágrimas de estrella.
Todas brillan, radiantes como ella.
Pero hoy se oculta, tras su amargura.
«¿Qué te pasará, mi amada Luna?»
Preocupado el astro, se pregunta,
qué será lo que nubla a la Luna su hermosura.
El uno a la otra alcanza,
y cuando se ven, los dos orbes se abrazan.
«Ya no hay que temer, estoy aquí, mi bella dama»
«Gracias al cielo que has llegado, contigo siempre encuentro calma»
«¿Qué te ha desvelado, Luna, que has abandonado la cama?»
«La soledad en el añil es el motivo de mi drama»
Y los amantes se alejan,
se desvanecen las palabras,
y las miradas se reflejan
en charcos de un dolor que permanece.
La Luna se apaga, y el Sol hoy no se enciende.
No quiere brillar, pues al cielo no entiende.
«¿Por qué tan cruel castigo, celeste divino? ¿Acaso no es estar juntos nuestro destino?»
Lo es sin duda alguna:
dos almas que viajarán juntas
desde la primera cuna
hasta la sepultura.
«¿Y qué haremos para estar juntos siempre?»
Clama el Sol al cielo, con ardor creciente.
Suplica la Luna al viento, con lágrimas fervientes.
Sin ser conscientes de su amor paciente.
Amor puro, que dura y perdura, entre el Sol y la Luna.
En paraísos siderales, viajes interestelares.
A través de dimensiones espaciales y realidades temporales.
Amor de intenso encuentro, que eclipsa a los mortales.
Amor que luce cuando anochece,
y que amanece eternamente.Primera parte del poema en Aquí se hallan mis sentimientos, de S_Writer96