Bubu.

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-Acabar contigo sería tan fácil. Sería acabar con todos mis problemas y volver a tener a Louis a mi lado.

-¿Papi?

Preguntó el mocoso observandome, me acerqué a él despacio.

-No, mi omega.

El niño sonrió y continuó jugando con su dinosaurio verdoso.

Sonreí con maldad.

-Iremos a dar un paseo, niñito.

-No puedo, papi no deja.

Habló con su voz chillona.

-Oh, vamos. Iremos a ver a papi.

Yo veré a Louis cuando tú ya no estorbes.

El dudó y aceptó luego de unos minutos.

-Mano.

Lo miré confundido, era un pequeño niño.

¿Qué diablos estaba haciendo? ¿En qué estaba pensando?

Me acerqué y lo tomé en mis brazos lentamente.

Él rió y su sonrisa me recordó tanto a Louis, cerró sus ojos y noté unos apenas visibles oyuelos en sus mejillas. Sentí su aroma a bebé, tenía un astibo de olor a Louis. Quise destruirlo con mis propias manos.

El niño abrió los ojos y llevó una de sus manos a mi rostro.

Me tensé, este pequeño llorón era hijo de Louis. Louis lo amaba, tenía toda su atención. Yo lo detestaba, quería que desapareciera pero sentía esta molesta sensación de anhelo y protección. Lo sentía dentro. Mi alfa quería destruirlo y abrazarlo por siempre.

Me estremecí al enfocarme en el color de sus grandes ojos. Eran verdes, tan verdes como los míos... sólo que los suyos tenían pequeñas motas azules.

-Bubu -balbuceó. Su sonrisa tenía esa ternura...

-Tú...

Una idea golpeó en mi mente, tan duro que creí desestabilizarme durante unos pocos segundos.

No puede ser.

Mi alfa estaba comenzando a enfurecer rápidamente. Y yo sólo deseaba asesinar al omega tramposo. Mi omega tramposo.

A.

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