Una pequeña dura de roer. [Carl Grimes y tú]

Capítulo 2.

Tomo mi arco entre mis manos. Preparo una flecha en caso de usarla espontáneamente. Noto una mirada de Jamie.

—¿Ocurre algo? 

—Trata de no gastar muchas flechas, ¿de acuerdo? 

Asiento y miro al frente, todos preparamos nuestras armas a medida que nos acercamos a la granja. Trago saliva y respiro con algo de dificultad. Desde aquel fatídico día no me resulta tan fácil el matar caminantes.

—¿Te encuentras bien _____?—Rick me mira algo preocupado y baja el arma por un momento.

—N-no te preocupes, son solo...nervios.

Llegamos al fin a la granja, inspeccionamos con cuidado, mi corazón cada vez va más rápido y me cuesta respirar.

—Agh...

—¡_____,caminantes!

Doy media vuelta a toda prisa, detrás mío hay dos caminantes pero uno no tiene piernas. Instintivamente lanzo una flecha hacía el caminante que está de pie, pero fallo.

—¡Mierda!—Vuelvo a intentarlo dándole en todo el cráneo.

—¡Buena puntería Rose!—Carl me alenta a lo lejos mientras mata de un disparo al caminante del suelo.

Respiro muy agitada y coloco mis manos en mis rodillas, poso una mano por encima de mis ojos para poder ver bien su rostro.

—¿Acaso es eso sarcasmo?

—Qué va.—Noto una sonrisa burlona en sus labios y resoplo para mí misma.

—Voy a investigar dentro de ese granero, quedaros aquí.

—Jamie no-

—Tranquila _____, iré con tu hermano.

—Ten cuidado Rick...

Asiente y los dos se adentran en el granero. Por mi parte me siento en el suelo cruzada de piernas mirando al cielo. Es increíble que en tan pocos días hayamos podido encontrar a otros dos supervivientes más. A lo mejor Reyna desde allí arriba nos ha enviado refuerzos.

—Gracias...

—¿A quién le hablas?—Carl se sienta a mi lado.

—A Reyna.

—Ah...ya veo...

Lo miro por unos instantes y río, creerá que soy alguna especie de loca o algo por el estilo.

—Aún tengo un poco de cordura, tranquilo.

—Menos mal, no me gustaría tener una futura compañera que estuviera mal del coco.

Reímos al unísono y poso de nuevo mis ojos en el cielo azul que hoy deslumbra.

—¡Chicos venir aquí!

La voz de Rick hace que salga de mis pensamientos y me pongo en pie tomando el arco entre mis manos.

Me adentro con Carl al granero, puedo reconocer la silueta de mi hermano en la lejanía y me acerco.

—¿Qué ocurre Jamie?

—Hemos encontrado a otros dos más, de su grupo.

En un rincón se encontraban Rick y un hombre con una mujer herida.

—Oh vaya, más niños. Al final nuestro grupo será un orfanato para niños sin sus papaitos.

—Daryl deja de ser tan imbécil, te hemos salvado el culo ahí afuera.—Rick cruza sus brazos frunciendo el ceño.