Capítulo 3

18 3 0
                                    

El inicio oficial de nuestra historia fue el 16 de marzo de 2009, ya era segundo semestre e incluso ya estábamos a la mitad de este. El salón estaba dividido por mesas, en cada mesa se sentaban dos personas y tú siempre estabas junto a mí, ya éramos inseparables como mejores amigos, pero casi cómo en cualquier relación de mistad entre un chico y una chica yo sentía algo más y me daba miedo a decírtelo y no por las típicas cosas de no querer perder tu amistad o que me vieras con desconfianza sino porque sabía que no sentías lo mismo.

El día apenas comenzaba y como de costumbre ahí estabas junto a mí, contándome de cómo York había perseguido una pequeña araña hasta lograr atraparla y que esta fuese su cena. Lo contabas como si fuese la película más emocionante que hayas visto, te gustaba entrar hasta el más mínimo detalle, quizás el que me tuvieras tanta confianza influyó en cómo me platicabas cada aspecto de tu acontecer diario, unas cosas me parecían algo normales, pero las contabas de una manera graciosa, acepto que hubieras sido una buena actriz, Agustina. Amabas a tu hámster, era tu mayor adoración, incluso más que la música que siempre traías en tu cabeza.

- ¿Tienes algo que hacer en la tarde, Andrés?- me preguntaste cambiando bruscamente de tema con respecto al hámster

- No, en realidad no, planeaba dormir toda la tarde dado que mis padres no van a estar en casa hoy, es el cumpleaños de una tía muy cercana a ellos pero no a mí así que no me interesa ir en lo más mínimo ¿Por qué preguntas?

- Es que mi padre no podrá pasar por mí y me tendré que ir en taxi y si me voy con Sugey sería como un 2x1 para un taxista pervertido ¿me puedes acompañar a mi casa?- por fin sabría dónde vives pelirroja

- Claro, te puedo acompañar- como dije no tenía nada que hacer

- Gracias Andrés, le diré a Sugey que ya no es necesario que me acompañe, ella tenía miedo de encontrarse con algún violador o ratero, es muy temerosa ante la vida

- Bueno, en ese aspecto cualquiera tendrá miedo Agustina

- Todos son pequeños cachorros asustadizos dentro de sí, incluso ustedes los hombres que creen poderlo todo- al parecer eras algo feminista, me agradaba eso- pero en realidad debajo de su coraza lloran cada que les sucede algo malo o algo no sale como pensaron, los sentimientos son universales, no entiendo por qué las mujeres los monopolizan y los hombres dejan que lo hagan

- Siempre ha sido así desde el inicio de los tiempos, dudo que eso vaya a cambiar, mientras los hombres nos inyectamos testosterona ustedes se drogan con las palabras que nunca nos dicen, el mundo en sí es una droga que inhalamos a diario- Raúl interrumpió nuestra conversación que iba mejor que nunca

- Andrés al parecer no vino el profesor de historia, traigo balón ¿vamos a lanzar al campo?- Raúl se veía muy emocionado, no podía negarme, además ya había llegado Sugey así que no te dejaría sola, pelirroja.

Raúl y yo bajamos del segundo piso donde se encontraba nuestro salón y caminamos al campo, él iba lanzando el balón hacia arriba y lo atrapaba cuando bajaba, según el practicaba pero solamente parecía niño pequeño con juguete nuevo. Una vez que llegamos al campo comenzamos a lanzar el balón de lado a lado, vaya que él tenía un brazo muy potente, al parecer jugaba cada fin de semana fútbol mientras que yo algo delgado me comenzaba a doler el brazo cada que lanzaba el balón. Voltee hacia atrás y te vi junto con Sugey afuera del salón, te me quedabas viendo de una manera extraña, no era de esas miradas amistosas que a veces me solías dar para después contarme algo que te paso en el día sino que tus ojos me observaban fijamente y no notaban el hecho de que volteaba también a verte cada determinado rato, al parecer no le prestabas atención a Sugey que te hablaba como tonta creyendo que la escuchabas.

Maldita sea, pelirrojaWhere stories live. Discover now