Capítulo 2

7K 443 24
                                    


Presente...

Tomándose su tiempo y manteniendo el contacto visual, pasó la lengua por la punta de su miembro, con lentitud intencionada. A pesar de su apariencia correcta e inflexible, ella era una mujer ardiente. Stefan expulsó el aire con un jadeo brusco, sacudido por la intensa sensación. Lo que la hizo sonreír complacida y llevarlo por completo a su boca, usando su lengua y dientes para recorrer su longitud. Él gruñó, aferrando sus suaves cabellos, tirando de su cabeza. Se encontró demasiado excitado, tal como lo imaginó. La única vez que sugirió algo parecido, ella se negó rotundamente, de modo que nunca esperó que pudiera hacerlo. No solo porque era una chica bien, también porque era importante para él, pero evidentemente tenía cierta experiencia. Sabía cómo torturarlo. Pronto se encontró a punto de correrse. Se incorporó, tumbándola sobre la cama, bajó sus pantalones y la penetró con urgencia.

Ella aferró las piernas a su cintura y se movió contra él, enloqueciéndolo aún más. Haciendo un esfuerzo sobre humano, logró resistir hasta llevarla a la cúspide. Era su prioridad, siempre. En el momento en que ella se lanzó al precipicio, él la siguió más que dispuesto. Ambos jadearon y se entregaron al placer.

Se derrumbó sobre ella, respirando el aroma de su cuello, de su pelo. Una fragancia tan conocida y cautivante, como su portadora. Sus manos acariciaron su espalda, soltando un pequeño suspiro, que fue compartido. Ella lo volvía loco y al mismo tiempo le hacía relajarse. Cuando la vio en aquella sala, la deseó como nunca había deseado a otra, llegando a la conclusión de que su deseo iba más atrás de aquella noche en que rompieron las formalidades estimulados por el alcohol; sin embargo, las rivalidades entre sus familias y su actitud fría lo mantuvieron a raya, incapaz de pensar que existía un fuego escondido. Durante el viaje actuó para salvarla de su pervertido cliente, que pretendía algo más que embriagarla, pero ahí comenzó todo. Después unas copas de más, caricias, besos y sexo, el mejor en su vida, cayó por ella. De un modo insospechado y más embriagador que el más fuerte de los vinos que hubiera degustado.

No apostó demasiado tiempo juntos, no solo por las diferencias, también por sus ajustados horarios, pero nada de eso los detuvo, estaban por cumplir 2 meses viéndose a escondidas y cada vez era más intenso y arriesgado lo que hacían para poder encontrarse. La prueba estaba ahí, con ella sobre su cama, debajo de él, cuando detrás de la puerta estaba el resto de su familia.

Su enemigo.

―Me alegra que no hayas ido a otro lado ―susurró abrazándolo con fuerza, sin molestarse por su peso o porque siguiera dentro de ella.

Stefan se incorporó ligeramente, apoyándose en los codos, mirándola intrigado. Esa noche parecía más abierta y cómoda, irónicamente. No era el único que acostumbraba a usar mascaras con los demás, pero ella era mucho mejor a la hora de imponer distancias.

―¿A dónde más podría ir? ―inquirió sabiendo que estaba al tanto de la situación con su departamento. Ella se encogió de hombros, recorriendo su mandíbula con la punta de sus dedos.

Mas allá del sexo apasionado, hasta el momento, conversaciones privadas eran escasas, ella seguía manteniendo cierta distancia, como si temiera que en cualquier momento todo terminara. Él ya no estaba tan seguro de eso.

―Mis hermanos cuando se enojan con sus mujeres, van y se tiran a otras ―confesó con cierto desazón―. Siempre trato de evitarlo, pero son unos idiotas y como imagine que estabas molesto conmigo... ―Dejó la frase en el aire, haciéndole saber su inquietud.

Él sonrió, dándole un beso rápido. No le pasó por alto las palabras "sus mujeres", ¿Ella se consideraba suya? Eso era bueno.

―Sé por qué haces las cosas, Heize, aun cuando me tomes por sorpresa ―aseguró―. Pero no tienes que preocuparte por lo otro, ese no es mi estilo. Dime, creí que nunca lo habías hecho ―preguntó cambiando el tema. Antes de admitir que no creía posible estar con otra que no fuera ella. Así de dependiente se había vuelto.

¿Enemigos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora