El día en el que descubrí mi don (Capítulo 1)

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Tenía 20 años y me encontraba en una especie de universidad (no había universidades, sino una especie de colegios de estudios avanzados). Era una clase completamente normal, hasta que sucedió, sí, en esa clase descubrí a lo que me dedicaría el resto de mi vida, por fin encontré mi don.
Bruno era uno de mis mejores amigos, un chico alto, delgado, moreno y con un flequillo que cubría prácticamente toda su cara. Estudiaba en mi escuela y nos pasábamos el día juntos, aquel día actuábamos como un día cualquiera, el profesor se ausentó unos minutos al baño y Bruno dispuesto a hablar conmigo, se balanceó en la silla y dio un giro brusco, tan brusco que la silla cedió y calló al suelo. Todo el mundo reaccionó con un grito ahogado al ver que Bruno estaba en el suelo con una brecha en la cabeza provocada por el fuerte impacto de su cabeza con el suelo. Estaba nerviosa y preocupada por Bruno, no abría los ojos.
Llamé a gritos al profesor, pero fue inútil, se había ausentado poco tiempo, pero esos minutos, podrían ser los últimos de Bruno debido a la gravedad de sus lesiones.
Nadie reaccionaba, estábamos en shock.
Tapé la herida con el final de la manga de mi camiseta, pero en menos de dos segundos, la manga entera estaba empapada de sangre. Creía que le tenía fobia a la sangre, pero el que no me desmayara, desmintió todo.
Algo parecido le había pasado a mi padre y mi madre y yo le llevamos corriendo al médico, el médico cosió la herida y le aplicó unos métodos curativos llamados "sanaciones" que hicieron cicatrizar la herida de mi padre en cinco minutos.

En nuestra aula había unas cajas llenas de hilos y agujas (cualquiera podía tener el don de la costura) pero en ese momento, no las necesitaba para coser una camiseta o un vestido, sino para coser a un chico, coser a Bruno, salvarle la vida.
Con ayuda de otro chico que tras unos segundos reaccionó, desinfectamos la aguja.
Cerré los ojos, respiré hondo y cosí la herida. Bruno seguía inconsciente, pero ya no perdía sangre. Pasaron cinco minutos y el profesor no venía, limpiamos la sangre y me tumbé cerca de Bruno mirando al techo con la mirada perdida. Lo que ocurrió a continuación no se puede explicar con palabras, algo parecido a una energía me recorrió el cuerpo.
- ¡La herida ha cicatrizado! - miré y efectivamente la herida había cicatrizado, Bruno ya no se veía tan pálido. Con el paso de las horas llegó el profesor, el director, los padres de Bruno e incluso un médico, Bruno ya había despertado.
- Claudia, me has salvado la vida, tú vales para esto, no todo el mundo puede hacer lo que tú has hecho - me dijo y se lo llevaron a una ambulancia en una camilla.

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⏰ Última actualización: Apr 27, 2017 ⏰

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