Capítulo 2

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Media hora, muchas palabras y ninguna explicación después, salí de allí con dos ordenes claras; ducharme, ya que por lo visto no olía precisamente bien, y vestirme con un uniforme que me iban a dar ahora.

El mismo chico de antes me llevó de vuelta al mismo ascensor de antes donde marcó el número 21. Cinco minutos y una charla muy incómoda después llegamos a un pasillo con muchas puertas. Avanzamos hasta el final del pasillo donde abrió la puerta de la habitación 202. 

- Esta será tu habitación por el momento. Dúchate y cámbiate, encontrarás la ropa encima de la cama. Vendré dentro de cuarenta minutos espero que para entonces ya estés presentable.

Me quedé mirandole con la boca abierta mientras se daba la vuelta y se iba, esa no me la esperaba. Y yo que pensaba que sería simpático, como podía ser tan borde en tan poco tiempo. Una vez recuperada del shock que me causó, entré en la habitación. 

Era una habitación bastante normal, aunque comparada con la de casa era poco acogedora, no me malinterpretéis, era, de hecho, bastante mona, solo que no era mía y eso se notaba en las paredes desnudas de fotos y cuadros. Lo único que había en aquella habitación era una cama, una pequeña mesita de noche, un armario, donde estaba la ropa que me habían dejado, una gran ventana que daba al jardín y un espejo de cuerpo completo.

Me acerqué al espejo que estaba frente a la cama. Fue entonces cuando me di cuenta de porqué me habían mandado a ducharme. 

Estaba mucho peor de lo que pensaba mi pelo rubio estaba enmarañado y lleno de hojas seca y ramas. Mis ojos, uno de cada color, se encontraban rojos como si hubiese estado llorando haciendo que el azul y el verde de estos se viese más intenso. Quizás fuese la luz pero parecía enferma por la palidez antinatural de mi cara, que también hacía resaltar unas moradas ojeras que me daban todavía más aspecto de moribunda, lo que junto con mi delgadez natural y aquellas horrorosas heridas solo servía para acentuar todavía más aquel estado. Desde luego no he dado la mejor impresión. Cualquiera diría que soy una vagabunda loca que duerme en la calle y va pidiendo dinero a cualquiera que pase o una ladronzuela de esas que se dedica a asaltar extranjeros. Nadie me hubiese reconocido, ni si quiera yo podria reconocerme a mi misma. Aquella imagen en el espejo no podía ser yo, daba miedo, dolor y terror. 

Después de diez minutos quitando palitos y hojas de mi pelo y una larga ducha caliente me di cuenta de lo agotada que estaba, definitivamente necesitaba una siesta. Me quedaban unos quince minutos, no habría nada de malo en dormir un rato ¿no?

No podía estar más equivocada.

TARANIS (#1Nostrum)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora