Amigos Exhumados

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Sentado a un costado escuchaba la risa de los niños y las niñas , los gritos que por instantes estuvieron ahogados en el tiempo. Los veía con el palpitar de mi mente, cada palpitar me anunciaba si en el futuro alguno de ellos sería mi enemigo.

En mi primera escuela de curas aprendí a rezar de memoria el Padre Nuestro, el Espíritu Santo , El Via Crucis, El Santo Rosario, el Angelus, el Magnificat .
Plegarias y oraciones que las ponía en mi boca cuando, en algún instante, el miedo me ganaba o en las clases de religión para obtener una nota.

El padre Lorenzo garabateaba las hojas de mi cuaderno- en nombre de Dios- y pronunciaba - entre dientes -  un estribillo que yo no alcanzaba a comprender.
Me miraba por arriba de sus lentes y decía:

-¡Qué despeinado y feo estás hoy Abel!

Mientras iba salpicando gotitas de saliva en el cuaderno garabateado.
Veía colgar de la sotana el rosario de reluciente plata que se movía al vaivén  del lento caminar del religioso casi octogenario.
El anciano se sentía perturbado y preguntó despectivamente :
-¿Te sucede algo muchachito del demonio?
- No-
le contestaba a secas y automáticamente centelleaba en todo mi cuerpo la corriente inevitable del asco y el olor a rancio.

Deseaba que llegase el fin de semana, el típico sábado de la visita al cementerio, lugar de resurrección, en el cual, era capaz de comprender perfectamente que la muerte con toda su sabiduría no se concluía en unas pálidas osamentas arrumadas en el olvido  ni en las flores con tintes coloridos en cada sepulcro ni en cada voz ahogada de dolor por la partida de alguien que llenó nuestras vidas.

A lo lejos escuchaba los lamentos y gritos desesperados de madres al sepultar a sus hijos, hijos a padres, abuelos a nietos. Miraba a la gente caminar con flores y lagrimas inconclusas en sus rostros.
Se notaba que cargaban a sus espaldas culpas y arrepentimientos, palabras de perdón que jamás se pronunciaron.

Los sábados rutinarios hicieron de los gritos y lamentos, quejidos tan normales y lógicos que únicamente se escuchan en todas las rupturas de la vida; desde el inicio del nacimiento con el cambio de morada, el desamor y despedidas que no concluyeron con las promesas de aquel día, la traición sin tregua azotando los límites  de la confianza ... lógica e irreparable, irónica e impredecible presente en el despertar de la vida.
La muerte muchas  veces solicitada  en momentos de angustia -cuando la fortaleza de la vida se ha debilitado- carcomiendo el envoltorio del alma y sin ninguna  razón aparece sutil e inesperada.

Y de pronto en el interior de mis entrañas una fuerza aterradora me oprimía el vientre y llegaba a mi ser y a mi pecho ese sentir agrio y premonitorio del autoritario destino.

Mientras mi abuelita y mi tía rezaban el Santo Rosario, plegarias tras plegarias -al hijo y al hermano que partió, cuando aún no cumplía los doce años- de rodillas en el cemento frío cubierto de periódicos  y entre sollozos ,  se escuchaban las letanías y ruegos a la Santísima Virgen María.
Plegarias que causaron en mí, Abel
Cruz - toda clase de preguntas e interrogantes que hasta hoy no logro comprender.

De esta forma llegan a mi mente aquellas letanías que con dolor y angustia, como un eco puedo escuchar en mi memoria algunas de las súplicas elevadas en el cementerio de San Diego cuando los días se tornaban  tenues y grises.
Y de repente se reproducen nuevamente las antiguas letanías y repito sin querer:
"Virgen fiel".
"Espejo de justicia".
"Trono de la Sabiduría".
"Causa de nuestra alegría".
"Vaso espiritual".
"Vaso digno de honor".
"Vaso de insigne devoción".
"Rosa Mística".
"Torre de David"
"Torre de marfil ".
"Casa de oro ".
"Arca de la Alianza ".
Plegarias que eran respondidas con una entonación rítmica "ruega  por nosotros " o "ruega  por él", las mismas que me causaban, tedio y angustia.
Las letanías del sagrado  corazón   elevadas al cielo por mi abuelita eran capaces de despertar en mí Abel Cruz, toda clase de temores y espantos:
"Corazón de Jesús, templo Santo de Dios".
"Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo".
"Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes".
"Corazón de Jesús, digno de toda Alabanza".
"Corazón de Jesús, traspasado por una lanza".
"Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos".
"Corazón de Jesús , víctima de los pecadores".
Y luego se oía :
"Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo".
"Perdónanos ,Señor".
"Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo".
"Escúchanos, Señor".
"Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo".
"Ten misericordia de nosotros".
"Jesús, manso y humilde de corazón".
"Haz nuestro corazón semejante al tuyo".

El palpitar de los espíritus . AnabellerasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora