Miraba en el espejo mi reflejo, veía mi mirada perdida a través del cristal y en mi mente los recuerdos más profundos y tristes de mi niñez. Me enjuago un poco la cara he intento disimular mis lágrimas con el agua que cae en mi cara. Bajo las escaleras de mi casa y me dirijo rumbo al comedor, donde mi mamá ya se encuentra preparando el desayuno.
- Buenos días – Digo mientras me dirijo a una de las sillas del comedor.
- Buenos días – Responde mi mamá mientras sigue concentrada en preparar el desayuno para mi papá y mi hermano menor.
Levanto mi mirada, observo a mi papá a unos cuantos metros del comedor sentado en la sala leyendo el periódico del día y totalmente perdido en sus páginas como yo en mis pensamientos. Es fin de semana, y al menos eso me mantiene un poco calmada, desayuno sin emitir ninguna palabra, mientras mis papás hablan de diversos gastos que tienen que hacer; termino de desayunar. Subo a mi cuarto ojeo mi celular intentando ahogar mis pensamientos. Algunos minutos después mi padre entra en mi habitación y dice.
- Alístate salimos en una hora.
- ¿A dónde?
- No preguntes solo hazlo, te esperamos abajo – suelta el con un tono áspero en la voz.
Entro a mi habitación un poco molesta ya que hubiera preferido quedarme en casa, pero pensándolo mejor quizá me ayude a despejar la mente y olvidarme de mis problemas por un momento. Alisto la ropa que me voy a poner y salgo corriendo al baño. Me despojo de cada una de mis prendas frente al espejo, observando como cae al suelo cada una de ellas y me sorprendo pensando si algún día llegare a ser como aquellas chicas perfectas... o quizá más bella pero no, eso no sucederá. A pesar de que mi apariencia no es desagradable para las demás personas siento todo lo contrario. Aparto la vista y me dirijo a la ducha y dejo que el agua recorra mi piel morena.
Minutos después salgo del baño vestida y preparada para salir. Al bajar mi padre hace comentarios sobre lo mucho que me demoro siempre en el baño. Muestro mi desagrado con tan solo una mirada y salimos al carro, mientras papá conduce observo por la ventana buscando distraerme en todo lo que veo.
Minutos más tarde llegamos a un pueblo muy tranquilo, en el cual almorzamos y descansamos un poco. Me resulta muy cómoda esta salida debido a me hundo en mis pensamientos y olvido por un instante mis problemas, por sorpresa vuelvo a tener una leve sonrisa en mi rostro. Nos quedamos hasta un poco más tarde de las 5 PM y regresamos nuevamente a casa, al momento de acercarnos, veo como poco a poco mi sonrisa desaparece y la tranquilidad vuelve a mí. Mañana vuelvo al colegio lo que empeora aún más las cosas.Al llegar a casa mi sonrisa ha desaparecido por completo y me inundan nuevamente mis pensamientos, trato de recordar la tranquilidad que tenía el día de hoy pero se ha esfumado. Me acuesto y en un rato caigo dormida, ha sido un poco difícil que el sueño llegue a mí. En mi mente abundan esas ofensas que he recibido en el colegio que me han afectado de una manera indescriptible y que en el último año han hecho que mis momentos de plenitud sean pocos. Y eso no me permite estar tranquila.
- Camila!!
Me despierto un poco asustada con el grito que da papá para despertarme, son las 5:20 AM y entro a las 6 AM, me dirijo al baño un poco somnolienta y me doy un baño con agua fría para despertarme. Bajo unos minutos después a desayunar y salgo rumbo al colegio. Voy caminando en dirección a mi escuela, esta queda cerca de mi casa. Camino lo más lento que puedo para retrasar mi llegada. Al cabo de unos minutos llego sobre el tiempo, subo las escaleras buscando mi salón, al levantar la vista veo a la única persona que puedo considerar amiga.
- Hola, Camila – suelta mi amiga dándome un beso en la mejilla y un abrazo que es algo alentador.
- Hola Juli, ¿Cómo estás?
- Bien, por tu cara veo que estoy mejor que tu – dice Juliana con una sonrisa.
Juliana ha sido mi amiga por un poco más de dos años, nos hemos apoyado en muchos momentos difíciles que han surgido a través de este tiempo, me ha acompañado en mis locuras juegos y experiencias. Es una gran amiga y me alegra tenerla; así puedo soportar este infierno que llaman escuela.
Entramos al salón a esperar que el profesor llegue, ella me cuenta que estuvo gran parte del fin de semana cuidando a su prima, reímos un poco al contarme lo difícil que ha sido y la mala experiencia que tuvo. Yo le cuento de mi fin de semana y la salida al pueblo. En ese instante llega el profesor e inicia a repartir las guías mi cara cambia y se torna sombría.
He estado en este colegio por casi once años y a pesar que soy una de las mejores de la clase, no logro acostumbrarme a este método de enseñanza, todos a mi alrededor parecen cómodos, pero sé que quedamos con grandes vacíos. Me concentro en aprender lo que dice mi guía, cuando escucho que una delicada voz susurra en mi oído.
- Camila – volteo mi mirada y es Juli.
- ¿Qué pasa?
- He olvido contarte que llego un profesor de matemáticas, por lo que he oído comentar es algo joven – dice con un tono de entusiasmo -- dicen que iniciaba hoy pero no lo he visto.
Asiento con la cabeza y trato de mostrar algo de interés, pero mis pensamientos se concentran en otro lado. La clase transcurre igual. Salimos a descanso y me siento en una esquina mientras Juli se dirige a comprar. Se acercan a mi dos compañeros de mi clase <<que querrán ahora estos idiotas>> los observo y me levanto para irme, obstruyen mi camino y empiezan a soltar ofensas hacia mí, yo solo pienso en huir de ahí pero no me lo permiten, de pronto escucho.
- Déjenla en paz – Observo y es Will un chico dos grados superior al mío - Ellos retroceden y me dejan pasar; sus caras expresan rabia y asombro.
- Gracias – Digo.
- ¿estás bien?
- Si
- Aléjate de ellos – Me dice Will.
En aquel instante mis ojos verdes se tornan de un brillo especial, un brillo diferente y me atrevería a decir que es inconfundible, vi sus penetrantes ojos atravesándome. Era el, mi profesor de matemáticas.