1~ Mi vida es un asco

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Me despierto por el despertador, por el odioso despertador. Reprimo las ganas de tirarlo contra la pared y me levanto. Otro día más del aburrido instituto, otro día más de aguantar a las pesadas de Victoria y Cristina (las populares), otro día más de las aburridas clases de Biología... Otro día más de mierda. ¿Por qué no puedo tener una vida como los de The Walking Dead? Ahí por lo menos hacen algo interesante, matan zombies y eso...

—Sofíaaa, ¡baja a desayunar que vas a llegar tarde! —grita mi madre desde la cocina, en el piso de abajo— ¡¡Sofíaaaaa!!

—¡Voooy!

Me visto a todo correr, me hago una coleta y bajo. Al llegar, veo que mi madre ha preparado tostadas con mermelada y un tazón de leche con Colacao.

—Gracias por el desayuno, mamá.

—De nada, hija. Espera, ¿qué pelos son éstos? Siéntate que te hago una trenza mientras desayunas.

Mi madre siempre es así, se lleva el trabajo a casa, todos los días llevo un peinado diferente gracias a ella. Acabo de desayunar, con la trenza ya hecha, cojo la mochila y me voy. Al salir veo que ya está el autobús esperando, así que corro para que no se vaya. Entro y voy hacia donde David y Sara, mis mejores amigos, que están sentados hacia el medio.

—Hola gordos. —los saludo.

—Hoola —dicen al unísono.

—¡Guau! Me encanta tu trenza —dice Sara mirando hacia mi cabeza—, yo también quiero una madre como la tuya, jo. Bueno, ¿qué tal el día?

—Un asco, casi rompo otro despertador.

—Siempre estás igual, Sofía —dice David riéndose, pero se pone serio—. No deberías hablar así, hay muchos niños que están peor que nosotros, somos unos privilegiados con mucha suerte de tener la vida que tenemos.

Lo sé, ya me lo ha dicho cien veces, pero yo no sé como viven en esos países, así que para mí, mi vida es una mierda.

Llegamos al instituto entre risas y vamos hacia las taquillas. Las nuestras están, por desgracia, al lado de las de Victoria y Cristina, pero, cuando llegamos, ellas no están ahí. Cogemos las cosas de Matemáticas y vamos hacia clase, a todo correr, para no cruzarnos con las populares. Me paso mates dibujando en mi agenda, hasta que toca el timbre y huyo con mis amigos hacia el pasillo, antes de que llegue la profesora de Literatura.

El día va pasando sin ningún contratiempo, hasta que llega el recreo y nos vamos hacia la cafetería. Por el camino nos cruzamos con Victoria y Cristina.

—Anda mira, los pardillos —Victoria me hace la zancadilla y yo me tropiezo, pero no me caigo—. Uy, casi te caes, muñeca. Ten más cuidado...

Victoria me tiene manía desde que me lié con Brayan en una fiesta, ya que lo quería para ella.

—Que asco de chicas, en serio —dice David, indignado.

—Déjalo, la envidia las corroe por dentro. —le contesto.

Seguimos yendo hacia la cafetería. Llegamos y nos comemos un bocadillo cada uno y Sara se compra unos Haribo para repartir, siempre lo hace. Acaba el recreo y volvemos a clases.

El día pasa como si nada, aburrido, y, al sonar el timbre, yo me escapo corriendo hacia el autobús, quiero llegar a casa cuanto antes y escapar de este infierno. Si tan sólo me pasase algo interesante...

La vida de una adolescente clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora