Nos levantamos del suelo y decidimos irnos del hospital, ya nada nos retiene allí. Le preguntamos a una enfermera sobre algún sitio seguro.
-Ya no queda ninguno en el país.
Duras palabras, pero muy ciertas, aunque no quiera creerlo. David y yo salimos agarrados de la mano del hospital semi-derruido y nos dirigimos a algún supermercado para comprar víveres para el viaje. Hemos decidido irnos a otro país, escapar de la guerra.
Llegamos al más cercano y vemos que está sumido en el caos. Hay muchos cristales rotos y gente entrando y saliendo, intentando coger todo lo que pueden. Entramos como podemos y buscamos algo útil entre los restos. Conseguimos algunos medicamentos y algunas latas de conservas y nos vamos.
Nos dirigimos hacia el tren, ya que es imposible conducir, las carreteras están totalmente bloqueadas con escombros, coches destrozados y cadáveres. No había visto tanta destrucción en mi vida, pero ahora ya me estoy empezando a acostumbrar.
Llegamos a la estación de tren, todavía cogidos de la mano, está atestada de gente intentando escapar, como nosotros. Nos colamos como podemos y nos acercamos lo máximo posible al andén. Se aproxima un tren y la gente empieza a empujar, haciendo que muchos caigan a las vías. No sólo nos matan con bombas, nos matan con desesperación, haciendo que dejemos de pensar en los demás y empecemos a pensar solo en nosotros mismos. Matan las ganas de ayudarnos mutuamente y avivan nuestro instinto asesino. Eso es lo que hace una guerra.
El tren para y la gente se mete atropelladamente. Nosotros conseguimos entrar a duras penas.
-Por lo menos estamos juntos. -me consuela David, intentando hacerse oír entre el gentío.
Asiento y lo miro con orgullo. Aún con todo lo que está pasando sigue siendo optimista, buscando el lado bueno de las cosas. Lo abrazo y lo beso. Es una sensación extraña, besarlo en medio del apiñamiento de gente, pero no podía aguantar más. El tren avanza por varias estaciones sin parar, lo que me hace desconfiar. Alejo esos pensamientos, probablemente no ha parado porque el tren está completamente lleno.
El viaje comienza a ser agobiante.
-David, ¿y si nos bajamos en la próxima parada y vamos caminando? Creo que no puedo aguantar mucho más aquí dentro, me falta el aire.
-Vale, Sofi. La siguiente estación está a 10 minutos.
Siempre tan comprensivo. Añoro los momentos en los que me daba lecciones, diciéndome que había sitios en los que estaban mucho peor. En ese momento no lo entendía, creía que madrugar y aguantar a unas imbéciles era lo peor del mundo. Pero ahora sé que no, sé que eso era el cielo comparado con el infierno que estamos viviendo.
Pasan los 10 minutos y la estación pasa de largo. Me preocupo, ¿por qué no ha parado? La gran mayoría de los pasajeros se ha puesto a pulsar los botones de parada como locos. Al ver que no funciona, empiezan a gritar. Veo a una niña delante mía, agachada y tapándose los oídos. La van a aplastar. ¿Por qué nos han hecho esto a nosotros? ¿A esa pobre niña inocente que lo único que quería era jugar con sus amigos en el parque?
-¡¡¿Por qué?!!
Grito sin poder resentir más mis pensamientos. David me abraza aún más fuerte, entramos en un túnel y las luces del tren se apagan. La gente empieza a gritar asustada y pierdo a la niña de vista. Muchos empiezan a aporrear las puertas intentando romperlas, pero es inútil. El tren se para y siento que vamos a morir.
Beso a David por última vez antes de que el tren empiece a arder.
¿Por qué nos han hecho esto?
Sólo era una adolescente cliché de Siria...
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La vida de una adolescente cliché
Nonfiksi~Ojalá mi vida hubiera sido un cliché...~ Sólo era una chica normal con una vida normal y monótona. Una chica que odiaba levantarse para ir al instituto, que aborrecía las clases, que tenía que aguantar a las imbéciles de turno; hasta ese fatídico y...