bitter sweet symphony | the verve
Ya habían pasado algunos días desde que el otoño había comenzado, también la nostalgia. Mi habitación tiene esa clase de ventanas con un asiento en la parte interior de la casa, donde puedes sentarte a leer, escuchar música y si se te apetece, ver por la ventana.
Esa ventana tiene una placentera vista hacia la casa de la izquierda y parte de la calle, donde también se logra ver árboles. Sus hojas en esta estación se tiñen a un anaranjado otoñal (obviamente), algunos árboles empiezan a quedar en pura rama y las hojas caen, haciendo que las personas que trabajan para el gobierno lo limpien.
Mi madre sabe que hablar de Colin es tema prohibido, no me da miedo hablarle de mi nostalgia, pero no suelo hacerlo. Ella sabe cómo se siente que las personas no te recuerden, pero su historia es un poco diferente a la mía.
Yo nací en 1980, cuando mi madre tenía 34 años de vida. Mi padre y ella me esperaban con "ansias" según me contaron. Cuando yo había cumplido mis 3 años, unos meses después, mi tío, George, sufrió de una caída en escalera. Mi madre tenía 37 en esos entonces, su hermano 40. El punto es que lo diagnosticaron con Alzheimer un año después de eso.
Cuando mi madre lo visita, él logra recordar quién es, tarda unos segundos en procesar el rostro de mi madre y el mío, pero cuando está consciente de quiénes somos, su felicidad es inmensa. Yo no lo visito tan seguido como mi madre, que lo hace tres veces a la semana, pero cuando puedo -eso sería tener ganas- lo hago.
Por ejemplo, mi madre ya hace diez minutos salió a ver a mi tío, ella está ahí horas, va tan seguido que no sé cómo hacen para sacar tema de conversación, no hay tantas cosas por contar. Un día me animé a preguntarle por qué siempre lo visitaba y me dijo: "Hay un punto Hana que no importa si me llevo mal con él, si no me recuerda, lo que importa es que es mi hermano y que lo quiero. Iré todas las veces que pueda, porque puedo. No me importa que no haga nada con él o que no podamos salir, lo que me importa es pasar tiempo con alguien que quiero. ¿Me entiendes?". Nunca más le pregunté sobre algo que tenga que ver con el tío George, era el Colin de mi madre.
Abrí la ventana para que entrara un poco de aire fresco pero en vez de eso, un fuerte olor a cigarro entró. A eso yo no le llamaba aire fresco. Me doy la vuelta, tomo mi abrigo y me preparo para enfrentar a la persona que está fumando en el vecindario.
El olor a cigarrillo me mata, no literalmente pero sí sentimentalmente. ¿A qué me refiero? El hermano de Colin fumaba. Mi mejor amigo siempre se quejaba de su hermano por fumar, de que "iba a morir 30 años antes de lo usual" y que "estaba enfermándose a si mismo". Nunca opiné acerca del tema, nunca le dije "te apoyo" o "no estoy de acuerdo" pero sólo sé que no quiero recordar a Colin y a su hermano.
Tardo un poco en mirar a los costados y visualizar a un chico. Pelo color roble oscuro, chaqueta de cuero, un cigarro en manos y dado vuelta. Empiezo a caminar hasta él, primero rápido pero después, cuando me doy cuenta quién es avanzar es todo un trabajo.
Me doy la vuelta pero él ya se dio cuenta, lo sé porque me está llamando a gritos y corriendo hacia mí. Intento pretender que no lo escucho, intento pretender que no sé que es el hermano de Colin, pero no puedo. Me doy la vuelta e intento poner la mejor sonrisa que se me da en el momento.
— ¡Han! ¡Hana! —sabía que era Elliot.
— ¡Ellioooot! —alargué fingiendo la sonrisa.
— ¡Eh! ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estás? —preguntó ya acercándose, dejando de correr y abriendo sus brazos, pero no para un abrazo.
— Genial, pero puedo decirte que he estado mejor —reí—. ¿Y tú? Se ve que me necesitas para algo, ¿en qué puedo ayudarte? —su mirada no me decía mucho así que intentaría averiguarlo en su lenguaje corporal.
— Pues, no necesito mucho más que unos cinco minutos de tu atención —asentí—. ¿Es eso posible o debo ofrecerte un café? —preguntó sonriendo.
— Dejame pensar... —puse mi mano en mi mentón y me hice la pensativa—. Está bien, dispara.
— Pasa esto: Yo te conocí vía Colin —ya me estaba sintiendo incómoda—, de no ser por él, no te habría conocido —suspiró—. Desde el primer día que te conocí me caíste muy bien.
— No entiendo a dónde quieres llegar Elliot... —dije.
— Y me puse a pensar en que, también yo te considero una amiga. Bueno y lo que pasa es... —lo interrumpí.
— Tu hermano ya no me considera como una amiga, recuerdalo.
— Sí lo hace Hana, sólo que no lo recuerda. En fin, no quiero que nos pongamos tristes, lo que decía era que quería agradecerte por tu amistad, tanto la mía como la que le diste a Colin —dijo con una sonrisa de marca dental.
— ¿Agradecerme? No tienes porqué hacer eso, tu amistad me es suficiente.
— Toma —me dio un papel—, ese papel tiene once canciones, un "playlist" por así llamarle. Esas canciones significan cosas para mí y para Colin, se las he mostrado. Tienen un mensaje oculto para ti, espero que lo entiendas. ¡Te veo luego! —me saludó y se dio la vuelta, tomando el camino opuesto al mío.
Abrí el papel y decía: "Playlist 11". Había -como él había dicho- once canciones, todas alineadas y con una letra entendible, sabía que era su letra. La lista comenzaba con "Bitter Sweet Symphony" de The Verve.
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Playlist 11
Teen Fiction«Nostalgia» el único sentimiento que Hana sentía al recordar el color anaranjado. Cada vez que veía los árboles en otoño con sus hojas de ese mismo color, la nostalgia la invadía. Le hacía recordar sus tiempos en el que no le importaba tanto la opin...