capítulo cuatro

25 5 1
                                    


wonderwall | oasis

 Las coincidencias suelen ser increíbles, tienen un nivel de sorprenderte muy alto. Nunca pensé que esta lista pudiera llegar a estar en mis manos, nunca pensé que existiera. Jamás habría imaginado que el hermano de una persona que yo solía conocer siguiera fumando y por mi molestia hacia eso me hubiera llevado algo en manos.

 Nunca pensé que Elliot vendría hasta aquí sólo para entregarme ese papel, podría haberme enviado una carta o quizás a un amigo que viviera por aquí para que me lo entregue.

 Hace años que no lo veía, años desde nuestro "último adiós", pero en realidad nunca fue un "adiós", como dicen, fue un "hasta luego". En cambio, Colin nunca se despidió de mí o quizás sí, pero indirectamente.

 Cada vez que cierro los ojos y veo ese día repetirse frente a mí, una y otra vez sin parar, el dolor me inunda en cada lugar que puede. Las lágrimas intentan quedarse en su lugar y yo aprieto los ojos fuertemente para ayudarlas, pero siempre terminan desobedeciéndome.

 Me paré y miré el espejo que estaba en la pared izquierda de mi habitación. Suspiré, tenía que tranquilizarme.

— Once canciones Han, cada una que trae un recuerdo. Puede llegar a ser bueno o malo, pero un consejo: No dejes que la tristeza te invada —me dije a mí misma. Cerré los ojos, me estaba dejando llevar por la relajación hasta que un ruido irrumpió en ella.

 Miré a todos lados y no había nada. Otra vez, el mismo ruido. Me encorvé y empecé a mirar por el rabillo del ojo a ver si encontraba a la fuente del ruido, pero no, sólo estaba ahí.

 Otra vez, el ruido resonó cerca de la ventana, me acerqué hacia ella todavía con la espalda encorvada. Al ver mejor y que mi campo de visión se acomodara a la luz de afuera, me di cuenta que era Elliot arrojando piedritas desde el jardín.

 Abrí la ventana, no es que no estuviera de humor, pero me parecía raro que él viniera a estas horas, además, podría haber tocado la puerta, no llamar mi atención de esta manera.

— ¡Hana! —gritó poniendo sus manos alrededor de su boca, como yo había hecho anteriormente para llamarlo a él. Dudé si debería contestar o no, es decir, era el atardecer y él estaba ahí, llamándome, esperando una respuesta como yo había hecho años atrás por parte de su hermano.

— ¡Elliot! ¿Qué pasa? —medio susurré y grité.

— ¡Te-te necesito! —volvió a gritar, esta vez un poco más nervioso.

— Elliot yo... —no sabía qué decirle, es decir, era tarde, mi mamá estaba en casa y no podía escaparme.

— ¡Por favor Hana! ¡Dime una vez en la que yo no te haya ayudado cuando me lo pediste! ¡Dime una vez! —no podía decirle nada. Elliot siempre había estado para mí, incluso cuando me estaba por mudar y su hermano no me reconocía, él me hizo sentir bien, aunque todo iba de peor en peor, él estuvo ahí. Así que yo debería estar para él.

— Ahg, ¿qué pasa? —le pregunté empezándome a poner nerviosa, tenía miedo de lo que me pudiera pedir porque yo le debía mucho, fuera lo que fura debía de dárselo, era ley.

— Quiero que vengas conmigo —me pidió y la negación no era una opción, pero quizás el suplicar serviría. Esperé un segundo antes de hablar y suspiré, sería difícil.

— Elliot, sé que te debo mucho pero... —me interrumpió.

— Pero tienes que hacerlo, necesito que vengas, por favor... —volvió a insistir.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 21, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Playlist 11Donde viven las historias. Descúbrelo ahora