i don't want to miss a thing | aerosmith
Ver a Elliot en la esquina me había alegrado lo que quedaba del día, necesitaba hablar con él. Hace unos tres días me había dado la lista y todavía no tenía ni idea de cuál era el mensaje, quizás él podría ayudarme con esto.
— ¡Elliot! ¡Eh! —grité con ambas manos rodeando mi boca para que mi voz sonara más fuerte, él se dio la vuelta, odiaba ver que ese cigarro estuviera en su boca. Corté los metros que nos separaban con un pequeño trote, al llegar tomé un respingo y le saludé decentemente— Hola...
— Hola Hana, ¿pasa algo? —humo salió de su boca al preguntar eso.
— Quería hablar contigo, ¿sabes? ¿Un café o algo? —dije, probablemente una expresión confundida era lo único que él veía en mi rostro.
— ¿Ahora? —preguntó.
— ¿No puedes?
— No, es que, sí puedo pero, no sé si tú quieres —dijo algo nervioso.
— Claro que quiero Elliot, por eso te lo pregunté —dije sonriendo.
— Pues, bien ¿a dónde vamos? —dijo tirando el cigarrillo y aplastándolo con la suela de su zapato.
— Conozco un lugar que está cerca de aquí —le agarré la mano y empecé a correr, llevándolo al café más cercano.
El olor a café inundaba mis fosas nasales, los ruidos de las tazas chocar, las personas hablando y la música eran esenciales en los cafés. Elliot estaba sentado enfrente mío, estaba viendo el menú, yo en cambio ya había ido a buscar mi café.
— ¿Té amargo o capuchino? —preguntó enarcando su ceja izquierda.
— Capuchino —elegí.
— Buena elección, Han —dijo mirándome mientras sonreí.
— Elliot —le llamé.
— ¿Si? —dijo.
— Como sabes, tú me diste esta especie de ¿lista? —me miró con atención— Y me dijiste que tenía un "mensaje secreto" —hice comillas con los dedos—. Lo que pasa es que...
— ¿No sabes cuál es? —preguntó.
— No sé cómo descifrarlo, sólo me dijiste que eran canciones que te gustaban a ti y a... Y a Colin —tragué duro.
— Te diré sólo algo Hana, las canciones también tienen nombres y un orden en especial. Deberías volver a chequear y luego me podrías preguntar, no es algo de muerte, sólo hay que pensarlo.
— Pero es difícil.
— Tú lo estás haciendo difícil —dijo serio—. Tienes que entender que esa playlist no es una lista de canciones que te estoy dando para escuches. Es una lista de canciones que necesito que escuches para comprender el mensaje —tomó un sorbo del pequeño vaso de agua que nos había traído la mesera hace unos minutos atrás.
— ¿Puedo hacerte una última pregunta? —dije con un hilo de voz.
— ¿Qué pasa ahora Han? —dijo con un tono amable y compasivo.
— ¿Ese mensaje me va a herir? —pregunté con la voz temblorosa.
— Depende, puede romperte en mil pedazos o unir los que se te cayeron a medida del camino —y se fue. Me quedé sola, con la boca medio abierta, los ojos cristalizados por las fuertes ganas de llorar y la nostalgia dentro de mí, rugiendo para que la alimente.
Mi ventana estaba intacta desde que había llegado del café. Solía sentarme ahí todas las tardes y mirar por ésta, pero esa tarde no sentía la necesidad de hacer lo que hacía siempre. No sentía la necesidad de ser yo ese día, tampoco quería que fuera otoño.
No me arrepentía de haberle preguntado eso a Elliot, pero ahora estaba sufriendo las consecuencias. No podía dejar de pensar qué podría significar esa lista, no podía dejar de pensar en Colin y su voz. Sus ademanes que hacía al hablar, su ronca voz cuando lo despertaba con una llamada y los suéteres que usaba siempre en otoño. El hueco en mi corazón seguía abriéndose y esta vez no había nadie que lo pudiera cerrar y hacerlo sentir vivo otra vez.
— ¡Hana! ¿Qué quieres cenar? —me preguntó mi madre gritando desde la planta baja.
— ¡No se me apetece nada! —contesté. El hambre se había esfumado, como las ganas de seguir estando en otoño.
— ¿Segura? —volvió a preguntar.
— ¡Segurísima! —exclamé. Cuando sus pasos dejaron de escucharse, dejé caer la lágrima que había estado tanto tiempo intentado salir. Pero ya era tarde, ya estaba sollozando.
Hace mucho tiempo no me permitía pensar en Colin de esa manera tan profunda en la que solía hacerlo los primeros días de su condición, pero era la nostalgia, era el dolor. Cada vez que pensaba en la fuerza de sus palabras y su manera de decirlas, cómo al terminar cada horrible oración que salió de su boca su tono tenía disgustación en él.
Debo admitir que no soy la mejor persona del mundo y que quizás haya acertado al decir "idiota", pero tampoco me menosprecio, yo sé que valgo, todos valemos algo. A veces somos muy crueles, como Colin -Colin, desconocido, es lo mismo- lo fue conmigo, pero nunca jamás en la vida alguien tiene que decirnos que "no valemos nada". Porque todos cometemos errores y arruinamos muchas cosas, todos nos equivocamos y nos enojamos por eso, pensamos que hacemos todo mal y que somos idiotas. Pero, seremos idiotas, seremos enamorados, seremos todo lo que queramos ser, porque cuando él dijo eso de mí me di cuenta de cuán idiota había sido, pero nunca dejé de pensar que Colin es una persona que vale mucho, todos lo hacemos, seamos quién seamos, valemos mucho.
Su error de no haber llevado puesto el cinturón de seguridad cuando debería haberlo llevado le cobró mucho, recuerdos incluso. Pero ese error no cambia lo que él fue antes de haberlo cometido, por eso, aunque él no me recuerde, yo no dejaré de quererlo.
Tomé el cassette, luego la lista. Busqué el número tres y me dejé de llevar por el mundo musical, por un mundo donde el dolor era común.
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Playlist 11
Fiksi Remaja«Nostalgia» el único sentimiento que Hana sentía al recordar el color anaranjado. Cada vez que veía los árboles en otoño con sus hojas de ese mismo color, la nostalgia la invadía. Le hacía recordar sus tiempos en el que no le importaba tanto la opin...