Capítulo 1

28 0 0
                                    

La mañana era dulce, el sol brillaba y las ventanas saludaban.
No creí dormir mejor esa noche, soñé que mi padre volvía y nos abrazaba, a mamá y a mí, nos llevó a pasear en su viejo pero hermoso coche y nos trajo de vuelta a casa.
La mañana me llamaba, deseaba que me levantará ya. Me puse de pie y me puse las pantuflas.
Bajé los escalones y sentí el olor de los waffles que preparaba mamá.
El sol también entraba por la ventana de la cocina y la iluminaba perfectamente. Me senté y mi querida madre me sirvió el desayuno.
Tenía pensado ir al torneo de Ajedrez más tarde, tengo que terminar mi tarea y ducharme.
Terminé el desayuno y subí de nuevo a mi habitación, comencé la tarea de Química y la de Filosofía, leí un momento a Bradbury y decidí salir a caminar.
Las calles de Tokio suelen ser pequeñas y están llenas de gente, pero conozco una parte de la ciudad donde se puede caminar tranquilamente sin problemas.
El parque de Yoyogi, es un lugar sereno y lleno de paz, ahí suelo meditar.
Solía venir con papá a patinar o a trotar, nunca se negaba a esa clase de cosas, tenía un trabajo que requería mucho de su tiempo, pero todos los días, a las 6:00 de la mañana, me despertaba para hacer deporte.
Llegué hasta el monumento del parque, un hombre vestido de traje fumando un puro. Y me senté, a fumar un cigarrillo...
Las cosas han sido así de un tiempo acá, mi papá murió en un accidente hace 2 años, mientras me llevaba a la escuela, llovía, y el auto se impactó en un roble, a un costado del templo, y a un costado de este monumento.
Hace poco comencé a fumar, mis primos lo hacían, y un día tomé la iniciativa y pues... Lo hice.
Los primeros meses despues de la muerte de mi padre, mi mamá pasaba largos ratos sentada en el sofá o en una silla de la casa, sin hacer o decir algo, no se movía ni parecía respirar, simplemente permanecía inerte en el mismo lugar durante horas o incluso días, comía poco y parece ser que también dormía poco.
Yo, al ser el sobreviviente del accidente, me presenté a varias citas judiciales para testificar las posibles razones por las cuales el accidente ocurrió, pero, a pesar de lo que dije, parece que no hubo jamás un motivo, la policía dijo que posiblemente se trató de un suicidio, ya que el coche no resbaló con la lluvia y ningún otro coche estuvo involucrado.
Es extraño pensar a veces que mi padre, conmigo a bordo, se quitó la vida.
Las mañanas de domingo como está suelen ser así siempre, a no ser de alguna excepción familiar, yo salgo de casa a caminar y fumar, después voy a mis clases de Ajedrez, mi mamá suele ir al templo, y permanece ahí sentada todo el día.
No parece necesario explicar por qué no soy religioso. Mi madre, desde que pasó eso, dejó de hablarme de Dios y de tratar de inculcarme alguna disciplina religiosa, y sólo se limita a creer ella por su cuenta.
Ella no sabe que fumo, y si lo ha averiguado ya, no me ha dicho nada al respecto. En la escuela tengo un excelente promedio, en Ajedrez no me quedo atrás, y jamás he sido indisciplinado ni irrespetuoso, supongo que se conforma con eso.
Hablando de defectos... Fumo, aunque bastante poco, soy algo egocéntrico, me gusta aislarme de las personas, y soy bastante crítico. ¿Que chica querría relacionarse conmigo?
Y hablando de chicas, no soy fan de las relaciones formales, para nada, más sin embargo, a veces es agradable.
En secreto, físicamente me gustan muchas mujeres de mi edad, y no es que no quiera intentar de vez en cuando estar con alguna; es solo que, con todo lo que pasa en mi cabeza, es difícil convencer a alguien de quedarse a mi lado mucho tiempo.
Han pasado ya unas horas desde que estoy aquí sentado, debería ir a caminar, quizá, ir por un café.
En el camino, cruzo cerca de donde se encontraba el árbol, propiedad del templo, y a menudo me siento aquí a meditar.
A papá le gustaría que lo visitará de vez en cuando, seguramente.
Si, haré eso está mañana tan bonita.
Apago el cigarrillo al entrar en la cafetería, pido un americano y al salir, comienzo mi camino hacia el cementerio.
Caminando por las calles de Tokio uno suele toparse con cosas interesantes. Por ejemplo, en la tienda de vegetales, en una esquina, un hombre se gana la vida dando discursos de vida, habla como un orador y, gritando, llama la atención de muchas personas las cuales se acercan a escucharlo y lo ayudan, aunque, pensándolo bien, él los ayuda más a ellos. He escuchado sus pláticas de vez en cuando, y me ha hecho cambiar de idea en muchas ocasiones, es muy sabio, pero también muy gritón.
Cerca del cementerio, hay una biblioteca muy grande, y justo al lado, una pequeña librería, que todos los días tiene muchos clientes, incluyéndome a mí entre ellos.
Decido entrar a la librería y comprar una de las más famosas obras de Wilde, y la llevo conmigo hasta la tumba de papá, donde la coloco cuidadosamente, junto con el medio vaso de café que me sobró.
- Oh padre, cuanto tiempo.
Edgar Jhonson Padre: dice la lápida.
Curiosamente, el abuelo- padre de mi padre- es americano, y se mudó a Japón dónde, en la cuidad vecina conoció a mi abuela, se casó, y tuvieron como hijo único a mi padre.
El abuelo dejó en mi consciencia pocos recuerdos, ya que, tan solo estuvo conmigo mis primeros años.
- Te traje un libro papá. Se que desde siempre te ha gustado Wilde, y también un poco de café, que, aunque no es tu preferido, aún está caliente.

Mi hijo EdgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora