Capítulo 3

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- ¡¡Hey!! ¡Fanny! Mira lo que encontré... -casi gritaba Ben mostrándome un folleto de las universidades de Italia una tarde.

- ¡Ohh es bellísima!, ¿aquí quieres ir?

- ¡Es lo más! –exclamó- ¡Podré estudiar Medicina en Italia y hablar en el idioma! ¡¿Recuerdas la charla sobre los sueños?! –preguntaba ansioso por demás- Pues debo entrar aquí... Aunque es algo lejos...

- Debes hacerlo. Santo Cielos si lo es... ¿Cómo seguiremos viéndonos? –bajaba el folleto y miraba a sus ojos.

- Siempre lo haremos, nos veremos no importan los kilómetros, de todas formas no podrían separarnos.

Sabía que en algún momento esa situación realmente nos abarcaría.

- Yo creo que me quedare aquí en Buckingham hasta recibirme en literatura inglesa, y poder escribir el libro.

- ¿Formaré parte de un personaje cierto? –dijo besando mi mejilla.

- ¡No seas creído!

No habíamos hecho mucho alarde, nunca solíamos hacerlo, o no desde la última y desastrosa vez, en que lo habíamos intentado. Y además aun restaban dos largos años de aburrida secundaria para calmarnos, por lo que solo nos habíamos recostado sobre el césped de nuestro parque.

- ¿Porque crees que estemos en la tierra Fanny? –me preguntó.

- Siempre pensé que tenemos algún tipo de misión o deuda en este plano... -respondí.

- ¿Y crees que uno puede cumplir sus metas en algún momento?

Recuerdo que me senté con las piernas cruzadas, dejando a Benedict recostado mirándome, y haciéndome sentir lo que la mayoría de las veces irónicamente hacía alejarme de él... que lo amaba, podía sentir que él era aquello que más me importaba sobre el planeta, y que deseaba nunca dejase de mirarme de la forma en que lo hacía. Con él podía entender que enamorarse era una de las sensaciones existentes más grandiosas, y con ello sentir la necesidad impulsiva de besarlo apoderándose de mi cuerpo en cada oportunidad cuando se encontraba frente a mí.

- No lo dudes ni un momento Bentham –le respondí– No sé cuál efectivamente sea la razón por la que cada uno de nosotros estemos aquí, pero ten presente que aquello que nos propongamos será.

Él se sentó de la misma forma que yo, y estando justo enfrente de mí, a una distancia en la que casi sentíamos nuestros alientos siguió cuestionándome.

- A veces no estoy seguro de cual quiero que sea mi destino...

- Lo que sientas más fuerte dentro. Esa voz nunca se equivoca, debes escucharla, todas las respuestas se encuentran allí.

Recorría cada fracción de sus ojos y rostro observándolo. Sus labios y rostro ovalado, con aquella perfecta nariz en medio.

Era un gran parque con mucho verde, y un rio detrás, un paisaje agraciado en uno de los pocos días ingleses con el sol escondiéndose sin una nube en el cielo, mientras el viento cálido de la brisa rosaba nuestros rostros moviendo nuestros cabellos, perfecto, sin embargo todo era reemplazado por su indescriptible e inconfundible par de iris al cual no dejaba de contemplar por nada, aquel único lunar de color marrón sobre su pupila que lo hacia único, junto a sus expresiones, sus manos y todo lo que formaba parte de él.

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