4.- Petunia o el Penthouse

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El sonido del agua corriendo lo arrullaba, las sabanas que lo envolvían eran suaves y su cama nunca había estado tan cómoda como ahora, sabía que era tarde pero no quería levantarse, aun no quería despertar, porque sabía que estaba soñando sabía que su cama no era tan cómoda ni sus sabanas tan suaves

La luz inundaba la habitación atravesando sus parpados pero incluso eso era placentero, el sonido del agua se apago y él se estiro con como un gatito despertando de sus sueños, se froto los ojos como un niño pequeño pero no los abrió, una risa suave y cristalina inundo la habitación hasta alcanzarlo pero no fue suficiente para sacarlo de su letargo, se revolvió de nuevo en su nido de sabanas soltando suspiros gozosos ¿acaso estaban perfumadas? Respiro profundo inundando sus pulmones de tan delicioso olor y se hizo bolita acurrucándose y envolviéndose más en ese familiar aroma entonces una risa más fuerte se dejo oír

Parpadeo pesadamente y una borrosa figura se alzo frente a él se froto los ojos y enfoco la vista; seguía dormido, porque no había otra razón para que el cuerpo semidesnudo de un sonriente Sirius Black se presentara ante su cama, recorrió ese esculpido cuerpo con la mirada con la impunidad que te otorgan los sueños, contemplo fascinado el húmedo cabello del animago y como gotas de agua caían de este hasta su pecho, tenía una piel perfecta libre de marcas o lunares ni siquiera la ligera variación de color en sus pezones parecía desentonar en ella, sus pectorales y abdominales se marcaban sin llegar a la vulgaridad, mientras sus ojos seguían el camino de aquel vientre plano y firme, su respiración se volvió más profunda al vislumbro el nacimiento del oscuro bello hasta llegar al borde del pantalón que el descarado merodeador mantenía abierto

El animago camino hasta la cama con una sonrisa exultante y cargada de intenciones y subió en ella en pos de su presa, Severus sintió como la cama se hundía bajo el peso del hombre a su lado pero ni siquiera eso basto para hacerlo reaccionar, seguía absorto mirando cómo su verdugo estudiantil se posicionaba sobre él y solo cuando una fría gota de agua cayó en su mejilla dese el cabello del animago la realidad lo alcanzo

-¡Black!- el sofocado grito del ex Slytherin raspo su garganta dolorosamente pero eso solo logro ensanchar la sonrisa del león

- ¿Afónico? No me sorprende- el león se acerco aun más hacia su presa y acaricio su mejilla con el dorso de sus dedos- después de cómo gritaste mi nombre anoche- los colores subieron violentamente a las mejillas del pocionista y antes de que el león tuviera oportunidad de acercarse más la puerta de la habitación se abrió de par en par

***

En su corta vida Remus Lupin había pasado por un par de traumas pero ser atacado por un hombre lobo en su más tierna infancia estaba a punto de perder su puesto honorifico de sucesos traumáticos porque justo frente a él estaba uno de sus mejores amigos, semidesnudo y mojado, sobre un completamente enrojecido Severus Snape

Ese día todos se habían levantado tarde y para buena fortuna de los merodeadores la elfina domestica de los Potter había ido temprano a limpiar y les había dejado la comida lista, Remus no sabía si sus amigos habían bajado a comer aun pero si estaba seguro de que Snape no lo había hecho, seguramente seguía dormido después de tan agitada noche y como su bondadosa personalidad se lo dictaba decidió subirle algo de comida, así que ahora ahí estaba; parado en la puerta del cuarto de Sirius con una bandeja de comida en las manos sin poder sacar la vista de los dos magos en la cama

-Ah... puedo explicar esto...- la voz del animago saco a Remus de su shock inicial y con un suspiro de sosiego entro a la habitación, dejo la bandeja con comida en el buro junto a la cama con toda la calma del mundo y se giro hacia su amigo, el animago no pudo adivinar sus intenciones hasta que fue demasiado tarde

Retrato Al OleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora